El TDA-H y el TEA son dos trastornos diferentes, pero que a la vez y con frecuencia pueden presentarse juntos en algunos casos (comorbilidad). En este artículo, el especialista en rehabilitación cognitiva y psicopedagogo Samuel Rodríguez nos cuenta las diferencias entre TDA-H y TEA, cómo se relacionan estos trastornos, sus síntomas y cómo se pueden tratar.
¿Qué entendemos por TDA-H y TEA?
Tanto el TDA-H (Trastorno por Déficit de Atención con/sin Hiperactividad) como el TEA (Trastorno de Espectro del autismo) son conceptualizados por el DSM (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales) como trastornos del neurodesarrollo.
En el caso del TDA-H nos encontramos con un trastorno del comportamiento que se caracteriza por una actividad excesiva, impulsividad y dificultad para concentrarse.
Por otro lado, el TEA es un trastorno del desarrollo que afecta a la comunicación, a la interacción social y al comportamiento.
Aunque son trastornos diferentes, pueden presentarse juntos en algunos casos (comorbilidad) y afectar el desarrollo y la calidad de vida de las personas que los padecen.
¿Cómo se diagnostican estos trastornos?
Tanto el TDA-H como el TEA son trastornos que se diagnostican a través de la observación de los síntomas y el comportamiento de la persona.
En el caso del TDA-H, se utilizan cuestionarios y pruebas neuropsicológicas para evaluar la actividad, la impulsividad y la capacidad de atención.
En el caso del TEA, se utilizan pruebas específicas para evaluar la comunicación, la interacción social y el comportamiento repetitivo.
Es importante que el diagnóstico sea realizado por un profesional de la salud capacitado en el tema porque siempre deberá valorar los límites (diagnóstico diferencial) entre estos trastornos o bien la coexistencia entre ellos (diagnóstico comórbido).
Las altas tasas de convivencia entre ambos trastornos nos llevan a pensar que si limitamos el diagnóstico solo al TDA-H, por ejemplo, existirán altas probabilidades de que pasemos por alto otros problemas, en ocasiones tan o incluso más importantes que el propio TDAH.
Por otro lado, si solo prestamos atención al trastorno psiquiátrico más grave (por ejemplo, el TEA) y entendemos la sintomatología TDA-H como algo más que ilustra al trastorno, nuevamente podemos incurrir en un error diagnóstico o una mala orientación del tratamiento y/o la información que se da a familias, maestros…
¿Por dónde empezar a trabajar?
El diagnóstico entre TEA y TDA-H se antoja complicado, pero servirá para establecer un punto de partida, una manera de aproximarse a lo que sucede y ver por dónde empezar a trabajar.
Por un lado, podríamos pensarlo del siguiente modo:
En los casos fronterizos entre TDAH y TEA (en los que se presentan serias dificultades para orientar la intervención y la información que se da a familias), en tanto no cumpla los criterios completos del trastorno más grave (en este caso el TEA) será preferible quedarse con el diagnóstico de TDAH (poniendo en evidencia los síntomas ‘autísticos’) y tener muy presente en la intervención neuropsicopedagógica todos los aspectos relacionados con las habilidades sociales.
Por otro lado, también podríamos abordar la cuestión desde la existencia de ambas condiciones diagnósticas en un mismo sujeto (comorbilidad). Esto podría permitir racionalizar el tratamiento, por ejemplo a nivel médico, recomendando metilfenidato a un niño/a con el diagnóstico de autismo, si presentara las manifestaciones típicas del TDAH.
¿Cuáles son los síntomas comunes entre TDA-H y TEA?
Como hemos dicho con anterioridad (aunque hay algunas similitudes entre los síntomas del TDA-H y el TEA), si existen diferencias entre TDA-H y TEA. Ambos requieren un enfoque de tratamiento específico por separado de aquello más nuclear.
Si bien en el TDA-H los elementos diana estarían alrededor de la autorregulación conductual, el mantenimiento y enfoque atencional, en el caso de la población TEA, la cuestión de la comunicación y relación será preliminar.
En algunos casos comórbidos TEA/TDAH también se puede observar afectación del lenguaje pragmático y flexibilidad cognitiva, siendo entonces apropiado en ambos casos un tratamiento centrado en la mejora del funcionamiento ejecutivo.
Si reflexionamos sobre las distintas funciones neuropsicológicas y la especial involucración del sistema ejecutivo en las estructuras cognitivas del TDAH, se evidencia la proximidad y solapamiento que pueden existir con otros trastornos del neurodesarrollo (esto hace difícil su detección).
Si contemplamos de forma global las diversas funciones atribuidas al lóbulo frontal, observaremos interpretaciones para diversos síntomas, no solo del TDAH, sino del TEA y de otros trastornos del desarrollo también vinculados a estas regiones.
Esto nos lleva sin duda a la complejidad diagnóstica y a la presencia de la comorbilidad.
El TDAH se determina por la conjunción interdependiente de diversas disfunciones ejecutivas, cuyo resultado explica los síntomas del trastorno.
No obstante, diremos que esas funciones no son en modo alguno exclusivas para el TDAH, ya que también pueden estar presentes en el TEA y en otros trastornos del neurodesarrollo.
¿Cómo se tratan estos trastornos?
El tratamiento para el TDA-H y el TEA varía según las necesidades individuales de cada persona. En el caso del TDA-H, los medicamentos estimulantes y la terapia conductual pueden ser efectivos.
Para el autismo, la terapia conductual y ocupacional, así como los medicamentos para tratar síntomas específicos, también pueden ser útiles.
Si bien el TDAH puede presentar problemas en áreas de inhibición y memoria de trabajo, los/as niños/as con TEA pueden a su vez mostrar mayor rigidez cognitiva y dificultades de planificación, siendo el punto en el que es posible y recomendado el trabajo de función ejecutiva.
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Lezak define las funciones ejecutivas como las capacidades cognitivas esenciales para llevar a cabo una conducta eficaz, creativa y aceptada socialmente.
Las investigaciones de los últimos años (no solo en el TEA, sino también en otras alteraciones como el TDA-H) se han dirigido fundamentalmente a evaluar aquellas capacidades que supuestamente integran el funcionamiento ejecutivo. Entre ellas destacan las siguientes: Planificación, Flexibilidad, Memoria de trabajo, Monitorización, Inhibición.
¿Intervención Neuropsicopedagógica del funcionamiento ejecutivo en el TEA y TDA-H?
Definimos la intervención Neuropsicopedagógica como el ejercicio/trabajo interdisciplinario con el procesamiento de la información y la modularidad de la mente en términos de: Neurociencia cognitiva, Psicología, Pedagogía y Educación. La lleva a cabo el profesional de formación multi-interdisciplinaria y con fines reeducativos y/o educacionales.
Las funciones ejecutivas las median el lóbulo frontal, cualquier anomalía/circunstancia en el neurodesarrollo que pueda cursar con frontalidad (como por ejemplo en el TDA/H o el TEA) y que implique a esta área, vendrá asociado seguramente a una disfunción ejecutiva.
De este modo vemos como la disfunción ejecutiva puede aparecer tanto en el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) como en el trastorno del espectro del autismo (TEA), entre otros. TDA-H y TEA (siempre atendiendo a las necesidades y casuísticas individuales) se pueden beneficiar del trabajo de intervención neuropsicopedagógica centrada en el desarrollo de competencia de función ejecutiva.
Las personas con TEA pueden presentar frontalidad dando una clínica que cursa con un tipo de funcionamiento conductual atravesado por la inflexibilidad, la dificultad en la toma de decisiones, las dificultades para la planificación y organización, la dificultad para inhibir respuestas erróneas y la limitada capacidad para solucionar conflictos.
En ese escenario, el tratamiento ejecutivo será sin duda una necesidad. De igual modo, la casuística disejecutiva en el TDA-H, referida en términos de planificación, memoria de trabajo, control de impulsos, inhibición, iniciación y el seguimiento de las tareas o acciones, también se antojan elementos ejecutivos nucleares en la intervención con la persona con TDA-H.
Conclusión
Hemos revisado similitudes y diferencias entre el TDA-H y el TEA, diagnóstico, comorbilidad, constelación sintomática, neuroanatomía conductual, funcionamiento ejecutivo… y finalmente podemos concluir que las personas con TEA/TDA-H (siempre según sus condiciones/necesidades individuales) se pueden beneficiar de un tratamiento neuropsicopedagógico centrado en la mejoría de las funciones ejecutivas.
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