La psicóloga Kira Guerra Franco explica en este artículo el concepto de adicción, centrándose particularmente en la adicción a sustancias y su relación con el circuito de recompensa cerebral.
Concepto de adicción
La adicción es un fenómeno complejo que no puede ser reducido exclusivamente a un mal funcionamiento cerebral. Seguir esta premisa sería caer en uno de los enfoques reduccionistas más frecuentes dentro de la conceptualización biológica-cerebral de los trastornos (Elío-Calvo, 2023).
La adicción como enfermedad
Los estudios que consideran la adicción como una enfermedad se remontan al siglo XIX, manteniéndose en auge en el siglo XX, especialmente con la investigación respecto al consumo de opiáceos (Becoña, 2016). En este contexto, los estudios financiados por los gobiernos o por entidades interesadas a menudo buscaban una explicación biológica de la adicción para posicionarla como un trastorno médico más que como un problema social o moral.
Este enfoque biológico ha tenido, y continúa teniendo, una influencia notoria en la forma en que se concibe la responsabilidad individual frente al comportamiento adictivo (Becoña, 2016). Al centrarse en los aspectos neuroquímicos y cerebrales, este paradigma tiende a minimizar la capacidad de decisión del individuo, cayendo en una «desculpabilización».
En este marco, se plantea que la pérdida de control sobre el consumo de sustancias puede situarse fuera del alcance de la voluntad consciente. Como consecuencia, se refuerza la idea de que una persona con adicción, considerada como enferma mental, carece intrínsecamente de autocontrol (Becoña, 2016; Vrecko, 2010).
En su versión más radical, esta perspectiva relega a un segundo plano la responsabilidad del individuo en relación con el daño infligido a terceros, generando así controversias éticas y legales que han sido objeto de discusión (Gómez, 1995).
Este modelo ha sido criticado por muchos expertos que consideran que la adicción no puede explicarse de manera exclusiva mediante la biología, pues se trata de un fenómeno que involucra factores sociales, culturales, psicológicos y personales (Becoña, 2016, 2018).
Asimismo, concebir la adicción como una enfermedad mental, nos posicionaría dentro de una estructura social que tiende a clasificar y agrupar características humanas en categorías rígidas o “cajas”, cada una asociada a estigmas y narrativas específicas. Estas clasificaciones, a menudo dicotómicas, como salud-enfermedad o normalidad-anormalidad, simplifican la diversidad inherente a las experiencias humanas, ignorando que estos conceptos son, en realidad, parte de un continuo dinámico.
La salud y la enfermedad no son polos opuestos y fijos, sino que son estados que pueden cambiar gradualmente en función de diversos factores biopsicosociales (Godoy, 1999).
El concepto de adicción ha sido históricamente debatido y, aunque el modelo biomédico ha ganado terreno en la interpretación de este fenómeno, sigue siendo importante reconocer la complejidad que subyace a su aparición y desarrollo (Becoña, 2016).

Suscríbete
a nuestra
Newsletter
La conducta adaptativa motivada
El ser humano, por naturaleza, tiene una conducta adaptativa. Esto significa que, a través de la motivación, busca satisfacer necesidades de diferente jerarquía, lo que puede ilustrarse mediante la pirámide de necesidades de Maslow.
Según Maslow (1943), las necesidades más básicas, como la supervivencia, deben satisfacerse primero antes de que una persona busque cumplir necesidades más elevadas, como la autorrealización. Esta jerarquización de necesidades puede influir directamente en las conductas adictivas, donde las sustancias o actividades se convierten en herramientas para satisfacer las necesidades fisiológicas o emocionales inmediatas, dejando de lado otras necesidades a largo plazo.
La conducta adaptativa motivada implica la dirección hacia un objetivo y la activación del organismo por medio de estímulos ambientales o interoceptivos, lo que ha sido ampliamente descrito por Miranda (2006). En este sentido, Kalivas y Volkow (2005) sugieren que la búsqueda de la base neurobiológica de la conducta motivada se centra en identificar los sustratos cerebrales que asignan importancia a los estímulos, facilitando una respuesta conductual específica frente a ellos y desencadenando respuestas adaptativas o impulsivas.
En cuanto a las regiones cerebrales involucradas en la activación de conductas motivadas, Miranda (2006) resalta tres áreas clave:
- el cuerpo amigdalino,
- el núcleo accumbens
- y la corteza prefrontal.
Estas regiones ejercen una labor crucial en el procesamiento de recompensas y la toma de decisiones conductuales.
El circuito de recompensa
El sistema de recompensa cerebral es un conjunto de estructuras cerebrales que se activan ante estímulos recibidos, liberando neurotransmisores que generan sensaciones de placer y motivación. Este sistema cumple una función esencial en la regulación de conductas adaptativas y en la formación de hábitos, dado que facilita el aprendizaje y el mantenimiento de conductas tales como la alimentación o la reproducción (Méndez-Díaz et al., 2017).
Su vínculo con el consumo de sustancias radica en la capacidad del organismo para aprender y reforzar conductas asociadas al consumo, almacenando en la memoria estímulos que, posteriormente, pueden actuar como detonantes en su repetición (Hernández, Serrano, & Jacinto, 2018).
Las principales estructuras involucradas en el sistema de recompensa incluyen (Hernández, Serrano, & Jacinto, 2018):
1. El sistema límbico
Conocido como el «cerebro emocional», está implicado en la regulación de emociones, procesos motivacionales y aprendizaje. Incluye estructuras como la amígdala y el hipocampo, que tienen una gran relevancia en la formación de recuerdos y la respuesta emocional.
2. El área tegmental ventral (ATV)
Ubicada en el mesencéfalo, es una fuente principal de neuronas dopaminérgicas que proyectan hacia diversas regiones cerebrales, incluyendo el núcleo accumbens y la corteza prefrontal. La dopamina liberada por el área tegmental ventral (ATV) interviene para la sensación de placer y la motivación.
3. El núcleo accumbens (NAc)
Parte de los ganglios basales, actúa como una interfaz entre la motivación y la acción motora. Además, se encarga en su mayor parte de recibir aferencias del área tegmental ventral (ATV) y juega un rol esencial en la formación de hábitos y en la respuesta a estímulos reforzantes, siendo una estructura sustancial en el desarrollo de adicciones.
Esta última estructura, el núclero accumbens (NAc), se divide en dos áreas: el casco (shell) y el núcleo (core):
- La región del casco (shell) recibe señales dopaminérgicas provenientes del área tegmental ventral (ATV), lo que regula la importancia motivacional que se atribuye a los estímulos y facilita la formación de asociaciones entre estímulos ambientales y experiencias motivadoras.
- Por otro lado, la región nuclear (core) establece conexiones con el cíngulo anterior y la corteza orbitofrontal, áreas que intervienen en la evaluación de recompensas, la toma de decisiones y la modulación de conducta. Este proceso se realiza a través de proyecciones glutamatérgicas, necesarias para el aprendizaje y la adaptación a nuevas situaciones (Kelley, 2004).
Prueba NeuronUP 7 días gratis
Podrás trabajar con nuestras actividades, diseñar sesiones o rehabilitar a distancia
Enfoque y conclusión
Para concluir, si bien es fundamental reconocer el papel que desempeña el plano biológico en las adicciones, no debe considerarse como el único pilar explicativo ni el núcleo exclusivo sobre el que se basan estos fenómenos.
En esta misma línea, el abordaje de las adicciones debe trascender las perspectivas reduccionistas que tienden a clasificar a las personas exclusivamente bajo etiquetas diagnósticas. Como subraya García Patiño (2022), «una persona no es su adicción». Este enfoque insta a adoptar una perspectiva que considere a la persona como sujeto activo y no como objeto pasivo de tratamiento. Las relaciones terapéuticas deben priorizar la comprensión, el respeto y la co-construcción de soluciones, dejando atrás paradigmas verticales y patologizantes que perpetúan el estigma y la falta de agencia.
Asimismo, es crucial reconocer que el modelo médico, frecuentemente utilizado en este campo, puede ser instrumentalizado por intereses económicos, como los de la industria farmacéutica. Cosgrove y Krimsky (2012) evidenciaron conflictos de interés en el desarrollo del DSM-5, destacando cómo la mercantilización de los diagnósticos puede influir en la conceptualización de los trastornos y enfermedades, especialmente en un campo como la psiquiatría, que depende de juicios subjetivos y carece de marcadores biológicos claros (Becoña, 2016).
Bibliografía
- Becoña, E. (2016). La adicción “no” es una enfermedad cerebral. Papeles del Psicólogo / Psychologist Papers, 37(2), 118-125. https://www.redalyc.org/pdf/778/77846055004.pdf
- Becoña, E. (2018). Adicciones comportamentales: separando el grano de la paja. INFONOVA, Revista profesional y académica sobre adicciones, 34, 11-21. https://www.researchgate.net/publication/325989445
- Cosgrove, L., & Krimsky, S. (2012). A comparison of DSM-IV and DSM-5 panel members’ financial associations with industry: a pernicious problem persists. PLoS medicine, 9(3), e1001190. https://doi.org/10.1371/journal.pmed.1001190
- Elío-Calvo, D. (2023). Los modelos biomédico y biopsicosocial en medicina [Biomedical and biopsychosocial models in medicine]. Revista Médica La Paz, 29(2). http://www.scielo.org.bo/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1726-89582023000200112
- García Patiño, A. (2022). Transcender la adicción. Una persona no es su adicción. Revista Española de Drogodependencias, 47(1), 11-21. https://doi.org/10.54108/10001
- Godoy, J. (1999). Psicología de la salud: Delimitación conceptual. En M. A. Simón (Ed.), Manual de psicología de la salud: Estilos de vida y promoción de la salud. Material didáctico: Fundamentos, metodología y aplicaciones (pp. 39–75). Biblioteca Nueva.
- Gómez, A. P. (1995). Adicción y enfermedad: mito y realidad. Revista Colombiana de Psicología, (4), 67–71.
- Hernández, K. C. R., Serrano, L. M. R., & Jacinto, U. L. (2018). Neurobiología del sistema de recompensa en las conductas adictivas: consumo de alcohol. Revista electrónica de psicología Iztacala, 20(4). https://www.revistas.unam.mx/index.php/repi/article/view/62805
- Kalivas, P. W., & Volkow, N. (2005). The neural basis of addiction: A pathology of motivation and choice. American Journal of Psychiatry, 162(8), 1403–1413. https://doi.org/10.1176/appi.ajp.162.8.1403
- Kelley, A. E. (2004). Ventral striatal control of appetitive motivation: Role in ingestive behaviour and reward-related learning. Neuroscience and Biobehavioral Review, 27(8), 765–776. https://doi.org/10.1016/j.neubiorev.2003.11.015
- Kuhar, M., Droby, L. C., Evans, J. A. F., & Caselli, K. G. (2016). El cerebro adicto: Por qué abusamos de las drogas, el alcohol, la nicotina y muchas cosas más. Ediciones UC.
- Maslow, A. H. (1943). A theory of human motivation. Psychological Review, 50(4), 370–396. https://doi.org/10.1037/h0054346
- Miranda, A. V. (2006). Neurobiología de las adicciones: Más allá del circuito de recompensa. Revista de Psiquiatría y Salud Mental Hermilio Valdizán, 7(2), 73-80.
- Méndez-Díaz, M., Romero Torres, B. M., Cortés Morelos, J., Ruíz-Contreras, A. E., & Prospéro García, O. (2017). Neurobiología de las adicciones. Revista de la Facultad de Medicina (México), 60(1), 29-38. https://doi.org/10.22201/fm.24484865e.2017.60.1.03
- Vrecko, S. (2010). Birth of a brain disease: Science, the state and addiction neuropolitics. History of the Human Sciences, 23(4), 52–67. https://doi.org/10.1177/0952695110371598
Deja una respuesta