En esta entrada, la psicóloga general sanitaria y neuropsicóloga clínica Raquel Hernández Becerra expone el problema al que se enfrentan niñas diagnosticadas de trastorno del espectro autista (TEA) de grado 1.
A lo largo de mi carrera profesional, he observado lo difícil que es para muchos profesionales de la psicología llegar a un diagnóstico de trastorno del espectro autista (TEA) cuando el niño presenta un grado 1 de autismo. Pero si además es una niña la que presenta sintomatología autista de grado 1, la invisibilidad es casi total si no eres un experto en el tema. Por lo tanto, las familias de estas niñas llevan a cabo periplos interminables con diferentes profesionales dentro de la sanidad, con diferentes diagnósticos erróneos o, simplemente, con una respuesta de “no le ocurre nada”.
Sintomatología autista en mujeres
Cuando hablamos de autismo, solemos tener la imagen de un niño antes que la de una niña, ya que existe una mayoría de varones diagnosticados de autismo con respecto a las mujeres, pues los síntomas autistas son mucho más evidentes en ellos que en ellas. Cuando hablamos de síntomas autistas, debemos tener en cuenta que deben darse dificultades en las habilidades sociales, en la comunicación y en los intereses circunscritos y/o movimientos repetidos o estereotipados. Existen diferentes estudios que han mostrado, de forma clara, las diferencias existentes en la sintomatología autista, dentro del grado 1, entre mujeres y hombres.
Habilidades sociales
Las niñas y mujeres con autismo saben usar mejor los gestos sociales y la sonrisa social, y son más eficaces a la hora de establecer relaciones sociales con sus iguales si las comparamos con los varones con TEA, puesto que los temas de interés y juegos de las niñas con autismo se asemejan a los de las niñas con desarrollo típico. Este mimetismo social genera que su trastorno sea mucho más invisible en comparación con el comportamiento social de los niños con autismo, cuyo juego es más solitario, repetitivo y peculiar que el de sus iguales varones con un desarrollo normativo.
Igualmente, algunos estudios han observado que la empatía y la comprensión de las relaciones de amistad en niñas con autismo es deficiente si se compara con niñas con desarrollo típico, aunque sí se asemeja a las de los varones con desarrollo típico. De hecho, se ha documentado cómo las niñas y adolescentes con autismo mantienen una mayor motivación social y una mayor intimidad en sus relaciones sociales que los varones con autismo.
Comunicación
Se ha mostrado que las niñas, adolescentes y mujeres con autismo, si las comparamos con sus iguales femeninas con desarrollo normativo, son similares a la hora de adquirir vocabulario expresivo y receptivo. También existe similitud entre ellas a la hora de expresar emociones.
Sin embargo, sí se observan deficiencias en la pragmática y semántica del lenguaje, lo cual les hace fracasar ante situaciones sociales donde es importante el mensaje comunicativo, es decir, el uso de las pausas, selección de las palabras, metáforas, modismos… Por lo tanto, las mujeres con autismo, al buscar estrategias comunicativas que les permitan suplir sus carencias, usan la imitación y la ausencia de respuesta, lo que genera malentendidos en quien recibe el mensaje y, por añadidura, les lleva a desembocar en una interacción social negativa.
También se tiene evidencia de que las féminas con autismo pueden llegar a describir procesos internos vinculados a sensaciones fisiológicas a través del lenguaje mejor y más frecuentemente que los varones con autismo.
Intereses circunscritos y/o movimientos repetidos o estereotipados
En la mayoría de los casos, las niñas con autismo presentan unos intereses que implican una mayor aceptación por parte de la sociedad, ya que son más comunes en sus iguales femeninas. Estos son, por ejemplo, la moda, las celebridades o el deporte.
Sea como sea, algunos estudios han revelado que los intereses más comunes en las féminas con autismo pertenecen a dos categorías: la televisión (películas, series, vídeos de YouTube…) y la psicología (juegos de roles, imaginación, relaciones…).
No obstante, ya en la adolescencia, en un desarrollo normativo suelen ampliarse extensamente los intereses, algo que no ocurre por igual en las adolescentes con autismo. La diferencia radica en que éstas suelen permanecer en el mismo interés y tienen dificultades para abrirse a intereses novedosos, lo que genera que a las adolescentes con TEA se las considere infantiles y esto genere fracaso social.
Aún así, diferentes estudios han mostrado que las niñas y adolescentes con autismo presentan, en su mayoría, menos intereses circunscritos y movimientos repetidos que los varones con autismo, lo que genera un menor diagnóstico de féminas con autismo.
También se ha observado otra diferencia con respecto a los varones con autismo. Mientras que las niñas con TEA muestran intereses circunscritos relacionados mayoritariamente con animales o personas, los niños se centran sobre todo en objetos como, por ejemplo, vehículos.
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Comorbilidad en las niñas y adolescentes con autismo
Existe una gran variedad de estudios que nos muestran que, aunque las mujeres con autismo suelen presentar una menor comorbilidad con respecto a los varones con autismo, cuando dicha comorbilidad está presente, suelen ser trastornos internalizados como la depresión, la ansiedad, problemas de sueño o síntomas somáticos. Sin embargo, los varones suelen presentar comúnmente comportamientos externalizantes, por lo tanto, se suele observar comorbilidad con el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) o problemas de conducta.
¿En qué tenemos que fijarnos para llegar a una alerta de un posible TEA en mujeres?
Existen dos tipos de perfiles que debemos observar:
- Externalizantes: Parecen sociables porque suelen hablar sin parar y suelen tener personas a su alrededor. Sin embargo, si observas la calidad de la interacción social, podrás apreciar las deficiencias pragmáticas y semánticas.
- Internalizantes: Niñas más calladas, tímidas, cuyo gusto se centra, sobre todo, en actividades individualistas, como la pintura o la lectura, por ejemplo. Este tipo de perfil, a menudo, se confunde con un déficit de atención.
También podemos observar los siguientes síntomas en las diferentes etapas evolutivas:
- Etapa de preescolar y escolar:
- Juego simbólico: Pueden jugar con miniaturas y muñecas, aunque si observas su juego percibirás que es un juego poco imaginativo y creativo, llegando a ser, más bien, algo repetitivo.
- Compañeras «guía»: Las niñas con autismo suelen buscar a niñas que les ayuden a entender las diferentes situaciones sociales que se presentan convirtiéndose su modelo comportamental a imitar.
- Inflexibilidad: Pueden tener un gran interés en los materiales escolares, teniendo sumo cuidado con ellos y no permitiendo su uso a sus compañeros. Pueden llegar incluso a tener una rabieta si ha perdido una goma de borrar o un sacapuntas.
- Intereses restringidos o repetitivos: Pueden observarse en actividades como el dibujo, coleccionar objetos (peluches, muñecos, gomas del pelo…). La diferencia de este tipo de actividades con respecto a sus iguales con desarrollo normativo está en la intensidad a la hora de llevar a cabo estas acciones.
- Adolescencia y juventud: Pueden presentar un comportamiento perfeccionista y una mayor presencia de dificultades sociales, ya que la complejidad de los mensajes sociales y la importancia de la pragmática a esta edad hace que se sientan abrumadas y les cueste más mimetizarse con sus iguales. Aquí pueden aparecer conductas autolesivas leves (tirarse del pelo, morderse los labios…) o presentar síntomas dentro de la depresión y la ansiedad o problemas de sueño, puesto que sienten que les cuesta encajar con los demás y terminan bloqueadas al carecer de herramientas que les permitan gestionarlo todo.
Detección precoz
Visto todo esto, es primordial aumentar el conocimiento del perfil autista en niñas, adolescentes y mujeres, puesto que permite llevar a cabo una detección precoz del trastorno para dotar a las niñas, lo antes posible, de las herramientas sociales y comunicativas.
En mi experiencia profesional, en la mayoría de los casos, cuando he llevado a cabo diagnósticos tardíos en la adolescencia y, tras la intervención pertinente, la adolescente ha sabido que presenta un TEA, suelen sentirse aliviadas al sentir que, al fin, pueden comprenderse, detectar sus déficits y actuar frente a ellos.
Bibliografía
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- Pérez Estrada, K. A. (2023). Perspectivas únicas: el espectro autista en mujeres. Revista Digital Universitaria, 24(6), 1-12.
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