La experta en psicología Rosa Hidalgo Torres explica en este artículo qué son los trastornos infantiles, sus tipos, ejemplos y metodologías de intervención.
¿Qué son los trastornos infantiles?
Los trastornos infantiles del neurodesarrollo son un grupo de alteraciones que se manifiestan desde edades tempranas y se caracterizan por déficits cognitivos, comportamentales, psicosociales y neurológicos.
Estos trastornos infantiles se vinculan al funcionamiento del sistema nervioso y aparecen durante la maduración del cerebro. Es durante el período infantil donde aparecen las dificultades para alcanzar el hito de desarrollo y se producen deficiencias del funcionamiento personal, social y académico.
En los trastornos infantiles es necesario diferenciar los trastornos del aprendizaje y los trastornos del desarrollo.
Trastornos del aprendizaje
Es un retraso evolutivo de carácter funcional y específico para adquirir determinadas habilidades (lectura, escritura, cálculo, dibujo, etc.)
Estos niños tienen un nivel cognitivo normal o alto, y su entorno sociocultural es el adecuado.
Trastornos del desarrollo
Afectaciones en el desarrollo psicomotor, cognitivo, lingüístico y emocional.
Se relaciona con una alteración en el plano orgánico, afectan a la función neurológica y ejecución de diferentes habilidades.
Trastornos infantiles comunes
Trastornos del aprendizaje
- Dislexia: Problemas para la lectura y la escritura. (Trastorno de la lecto-escritura);
- discalculia: Problemas para la adquisición de conceptos numéricos (Trastorno de las matemáticas) y la aritmética;
- disgrafias: deficiencias en las habilidades para escribir, debido a dificultades para recordar y automatizar los movimientos motores para formar letras o números;
- disortografía: Alteración del lenguaje escrito, hay dificultades en la ortografía y la escritura, se presentan problemas para reconocer, comprender y asociar los sonidos y los símbolos escritos.
Trastornos del desarrollo
- Disfasias: dificultades en la adquisición y desarrollo del lenguaje;
- afasias: dificultad para leer, hablar, comprender o repetir el lenguaje, debido a una lesión en las áreas del cerebro;
- dislalias: alteraciones en la articulación de los fonemas;
- disglosias: trastorno de las articulaciones o malformación de los órganos periféricos del habla;
- disartrias: alteración de la articulación que conlleva una lesión subyacente en el SNC;
- disfemias: afecta a la fluidez del habla;
- disfonías: problemas en la voz;
- afonías: problemas en la voz.
Trastornos del espectro autista (TEA)
Dentro de los trastornos infantiles, el autismo es una alteración que interfiere en el funcionamiento de la comunicación y la interacción social.
Se manifiesta con un patrón de intereses y actividades restringido y repetitivo. Los síntomas asociados suelen ser reconocibles durante el segundo año de vida. Los primeros síntomas son un retraso en el desarrollo del lenguaje, acompañado de falta de interacciones sociales, así como de patrones de juego o de comunicación poco frecuentes.
Clasificación de los síntomas del autismo
El DSM-5 (APA, 2014) establece una clasificación de la severidad de los síntomas
en tres niveles de acuerdo con el nivel de funcionamiento de los ejes de comunicación e interacción social:
- Grado 1: (requiere ayuda). Las deficiencias en la comunicación social causan problemas importantes: existen dificultades para iniciar interacciones sociales. La inflexibilidad en el comportamiento causa dificultad para alternar actividades; los problemas de organización y de planificación limitan la autonomía.
- Grado 2: (requiere ayuda notable). Existen deficiencias en las aptitudes de comunicación social verbal y no verbal. Existe un inicio limitado de interacciones sociales. La inflexibilidad en el comportamiento, la dificultad de hacer frente a los cambios y la presencia de otros comportamientos restringidos y repetitivos son frecuentes. Existe ansiedad o dificultad, para cambiar el foco de acción.
- Grado 3: (requiere ayuda muy notable). Existen deficiencias graves en las aptitudes de comunicación social, verbal y no verbal. El inicio de las interacciones sociales es muy limitado y la respuesta a la apertura social es mínima. Hay inflexibilidad en el comportamiento.
¿Cómo trabajar con niños que tienen trastornos infantiles del espectro autista (TEA)?
Para los niños con estos trastornos infantiles del espectro autista (TEA), se ha de promover la autonomía e independencia personal, desarrollar el autocontrol y la interacción social. Se ha de fomentar estrategias de comunicación espontáneas, y reciprocidad emocional.
Es importante desarrollar los procesos cognitivos como atención y memoria.
La enseñanza en entornos naturales favorece más el aprendizaje. Hay que establecer rutinas cotidianas y diseñar situaciones que fomenten la comunicación. Usar pausas largas e intentar generar situaciones en las que el niño requiera de ayuda y sea capaz de solicitarla. No hay que olvidar utilizar un lenguaje sencillo y prestar atención a los estados emocionales del menor y la expresión de estos.
Una de las terapias que han generado muy buenos resultados es la hipoterapia. En el siguiente artículo te explicamos qué es la hipoterapia, los fundamentos y la metodología.
Otros trastornos infantiles
Trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) y el trastorno de Tourette comparten semejanzas en las áreas cerebrales y en los neurotransmisores implicados. Muchos de los síntomas del TDAH y de la disfunción del lóbulo frontal también se encuentran en el Tourette.
¿Pero qué son estos dos trastornos infantiles?
El Trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH)
Dentro de los trastornos infantiles, el TDAH se debe a una alteración de la corteza prefrontal, afectando a las funciones ejecutivas como la memoria de trabajo, la inhibición de impulsos, la organización y la planeación.
Se expresa a través de manifestaciones conductuales:
- Hiperactividad/impulsividad,
- falta de atención,
- impulsividad.
Según el DSM-5 (APA, 2014) el trastorno se caracteriza por un patrón persistente de inatención y/o hiperactividad-impulsividad, la inatención se manifiesta con desviaciones en las tareas, falta de persistencia, organización y dificultad para mantener la atención, que no se debe a falta de comprensión. La hiperactividad es una actividad motora excesiva, y la impulsividad se debe a acciones apresuradas, sin reflexión y que crean riesgo de dañar al individuo.
Se puede presentar en tres subtipos:
- Predominantemente con falta de atención,
- predominantemente hiperactivo/ impulsivo,
- presentación combinada.
Los síntomas aparecen antes de los 12 años de edad.
¿Cómo evoluciona el TDAH dentro de los trastornos infantiles?
- Etapa de lactancia: se muestran inquietos, insaciables, irritados, inconsolables, con mayor prevalencia de cólicos. (Barkley, 2002; 2006, Miranda él al.,2001);
- hasta los dos años: retrasos en el desarrollo motor y en el habla. Actividad excesiva sin motivo. Atención a los objetos durante periodos muy cortos de tiempo. Reacciones emocionales inadecuadas, irritabilidad, problema de sueño y/ o alimentación. (Barkley, 2002; 2006, Miranda él al.,2001);
- de dos a cinco años: exceso de actividad motora. Dificultades para relacionarse con los demás. Desatención. Problemas de regulación emocional y dificultades para adaptarse a la escuela. Problemas de sueño/vigilia, comidas y control de esfínteres;
- etapa escolar: desobedientes. Entre un 30%-60% son desafiantes u oposicionistas, especialmente si son varones (Barkley, 2002). Problemas en la adquisición y aprendizaje lectoescritor;
- adolescencia: la hiperactividad en la adolescencia disminuye dando paso a una sensación subjetiva de inquietud (Barkley,1996). Se presentan conductas de riesgo como adicciones, accidentes y abandono escolar(Barkley, 2002; Miranda él al.,2001);
- edad adulta: problemas importantes de falta de atención, escasa inhibición. Dificultades para resistir a los distractores, poca regulación y poca autodisciplina. La hiperactividad disminuye con los años, pero a menudo son personas inquietas con necesidad de estar siempre ocupados.(Barkley,2000; Wilens y Dodson,2004).
Dentro de los trastornos infantiles, el TDAH tiene una prevalencia del 5% de la población, con más frecuencia en varones, ya que no existen demasiados estudios sobre niñas al presentarse menos comportamientos perturbadores en el ámbito escolar y familiar.
Es necesario realizar un diagnóstico diferencial que descarte otros trastornos infantiles comórbidos asociados. Esto implica una perspectiva multidisciplinar que incluya información sobre diferentes áreas cognitivas, sociales, familiares y escolares del niño.
¿Cómo cursa el tratamiento para estos trastornos infantiles de TDAH?
La intervención debe abordarse desde una perspectiva multidisciplinar:
- Farmacológico: su objetivo es regular la neurotransmisión, para disminuir los síntomas de hiperactividad, impulsividad e inatención. No debe usarse como primera medida terapéutica en niños menores de seis años, el tratamiento ayuda a mejorar el rendimiento escolar, a controlar la impulsividad y a disminuir la inquietud motora.
- Psicoterapéutico: trabajar con el niño técnicas dirigidas a incrementar las conductas de obediencia, desarrollo de competencias sociales y cognitivas y mejora en las relaciones familiares y escolares. Está comprobado la eficacia del papel posterapéutico de la familia. Los programas para padres en ambientes naturales son los más efectivos(Delgado, Rubiales, Bakker y Zuluaga, 2012).
- Psicopedagógico: es importante que en la escuela, estos niños puedan trabajar con autoinstrucciones que guíen sus tareas y con reforzadores visuales, además de fragmentar las tareas escolares. Es muy útil que estén ubicados delante de la clase, cerca del profesor, para que les ayude y les guíe en la tarea, se ha de establecer una relación fluida con la familia para ir adaptando y reforzando las conductas que nos interesan y evitar sobrecargar al niño de actividades de refuerzo.
Trastorno de Gilles de la Tourette
Dentro de los trastornos infantiles, el trastorno de la Tourette, afecta a los ganglios basales, en sus conexiones con la corteza cerebral y el sistema límbico.
Se caracteriza por múltiples tics motores y al menos un tic vocal, ya sean simples o complejos, los cuales se presentan con frecuencia a lo largo de todo el día.
Los tics pueden ser parpadeos, muecas, gruñidos o aclararse la garganta. El más común de todos es la coprolalia (groserías y lenguaje socialmente inaceptable).
El trastorno es más común en niños que en niñas y tiene un fuerte componente genético.
Otros factores asociados son el estrés, hábito de fumar de la madre durante el embarazo y bajo peso al nacer.
Existen tratamientos farmacológicos y conductuales, pero el trastorno tiende a persistir durante toda la vida una vez que se diagnostica.
En el caso del trastorno de tics motores o vocales persistente, si se manifiestan durante menos de un año, este suele disminuir y desaparecer después de algunos años.
¿Qué tener en cuenta para trastornos infantiles de Tourette?
Hemos de tener en cuenta, que estos trastornos infantiles afectan de manera severa a estos niños en el colegio, ya que el carácter disruptivo por la presencia de los tics, unido a las dificultades de atención, escasa flexibilidad e impulsos en muchas actividades, favorece el fracaso escolar.
Estos niños tienen que trabajar en el aula, técnicas e instrumentos donde se estimule la concentración, así como modificar los contenidos de la etapa educativa donde se encuentren.
Desde el ámbito familiar hay que facilitar la aceptación de la enfermedad. La naturalidad con la que su entorno gestione la enfermedad, será la misma que el niño adoptará a la hora de enfrentarse a su propia realidad. Tenemos que dotar al niño de aquellas habilidades que le ayudarán a desenvolverse mejor en las relaciones con sus iguales. Tenemos que trabajar su capacidad para mantener la atención, crear en ellos una motivación que les guíe y les refuerce el crear esa atención, y hay que poner en práctica nuevos recursos para gestionar la frustración ante al fracaso.
Conclusiones
- De todos los trastornos infantiles descritos, lo más importante es tener, siempre en cuenta, cómo se encuentra el niño a nivel emocional.
- Para el menor, los contextos prioritarios son su familia y su colegio.
- Hemos de tener en cuenta, que cada persona tiene un nivel de tolerancia concreto, un estilo comunicativo: pasivo, agresivo, pasivo-agresivo o asertivo, y unas expectativas y habilidades que van a regular que aparezcan en mayor o menor grado los síntomas de malestar en el niño.
- Durante el desarrollo del niño, la manera de educar de cada familia es otro factor a tener en cuenta. En las relaciones de los padres con sus hijos tienen que predominar la comunicación, el apego seguro y el afecto.
- Es importante trabajar de manera paralela con el colegio, para establecer las pautas educativas del niño.
- Son los padres los que tienen que procurar el bienestar emocional de su pequeño, conscientes de la situación y con la firme motivación para cambiar las resistencias y recibir todas las recomendaciones que los profesionales puedan dar sobre los trastornos infantiles que estén viviendo en casa.
- Es vital concienciar a los padres de la necesidad de apoyo psicológico para su hijo, ya que si existe un bajo locus de control hay más probabilidad de que se den estados depresivos en el menor.
Referencias:
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- Ferré Veciana, J.(2008)Desarrollo neurofuncional del niño y sus trastornos. Editorial:Lebon.ISBN:978-84-89963-80-1
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