La neuropsicóloga Ana Utrilla Lack explora cómo el camuflaje social influye en la detección del autismo en mujeres y qué estrategias cognitivas favorecen una intervención más personalizada.
Introducción
“Siempre supe que algo en mí funcionaba distinto. Puedo pasar horas analizando conversaciones, intentando entender si dije lo correcto o si alguien se molestó. Me esfuerzo por parecer natural, por encajar, pero cuando lo logro termino agotada, como si la pila se vaciara por completo. Desde niña me decían que debía adaptarme, que todos se sienten diferentes, así que aprendí a disimularlo.”
Este relato es ficticio, pero refleja la experiencia de muchas mujeres con autismo que viven durante años sin un diagnóstico. Llegar a un diagnóstico puede transformar su vida, ayudándolas a comprenderse y a encontrar estrategias que les permitan estar mejor. Comprender por qué tantas mujeres llegan tarde a un diagnóstico de autismo es clave para identificar sus señales, derribar estereotipos y diseñar intervenciones más humanas y efectivas.
Diagnóstico tardío de autismo en mujeres
El trastorno del espectro autista (TEA) es una condición del neurodesarrollo que se caracteriza por dificultades en la comunicación e interacción social, junto con patrones de comportamiento repetitivos y restringidos, intereses específicos y una reacción particular ante los estímulos sensoriales (Arango Lasprilla, 2025).
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2017), actualmente uno de cada 160 niños se encuentra dentro del espectro autista. Sin embargo, el TEA continúa siendo diagnosticado con mucha mayor frecuencia en varones. Según Montagut y colaboradoras (2018), la proporción estimada es de cuatro niños por cada niña, lo que sugiere una clara subdetección en la población femenina. Esta diferencia se amplía aún más en los casos de autismo de alto funcionamiento, anteriormente conocido como síndrome de Asperger, donde se diagnostican hasta nueve niños por cada niña.
¿Por qué muchas mujeres son diagnosticadas tarde?
Existen diversas explicaciones que ayudan a comprender la marcada diferencia en el diagnóstico entre hombres y mujeres.
Factores neurobiológicos
Uno de los intentos más conocidos por explicar la prevalencia masculina del autismo fue la teoría del cerebro masculino extremo (TEM), propuesta por Baron-Cohen (2002). Esta teoría sugería que el autismo reflejaba una exageración de rasgos cognitivos considerados típicamente masculinos, vinculados a una mayor exposición prenatal a la testosterona.
Si bien tuvo gran influencia en su momento, la TEM se considera hoy una teoría parcial y desactualizada, útil únicamente como referente histórico para comprender los inicios de la investigación sobre el autismo, pero no como modelo explicativo principal. Revisiones más recientes han demostrado que la evidencia que relaciona la testosterona fetal con el desarrollo del autismo es inconsistente y no concluyente (Xiong, Peterson y Scott, 2020).
Estereotipos de género en la infancia
Los estereotipos y expectativas sociales también desempeñan un papel importante en el retraso diagnóstico. Desde edades tempranas, las niñas suelen ser motivadas a comportarse de manera sociable, empática y colaborativa, cualidades culturalmente asociadas a lo femenino.
Este aprendizaje social facilita que muchas niñas con autismo ensayen y reproduzcan conductas sociales, lo que puede ocultar sus verdaderas dificultades. Algunas aprenden a copiar expresiones faciales, gestos o frases para parecer más integradas en los grupos. Como resultado, su comportamiento suele interpretarse como timidez, introversión o perfeccionismo, en lugar de reconocerse como parte del espectro autista.
Estas diferencias en la expresión del autismo entre hombres y mujeres han contribuido a la idea errónea de que ellas “se adaptan mejor” o “tienen síntomas más leves”, cuando en realidad muchas desarrollan estrategias para enmascarar sus dificultades. Este fenómeno, conocido como camuflaje o masking, constituye uno de los principales motivos por los que el diagnóstico en mujeres suele llegar más tarde.
Máscaras y estrategias de camuflaje en mujeres con autismo
El masking o camuflaje es una estrategia que, si bien no está presente en todas las personas con autismo, es de uso común. No se considera una característica definitoria del espectro, sino una forma de adaptación que busca mejorar la funcionalidad e integración social. Su objetivo principal es ocultar o disimular comportamientos que podrían dificultar la interacción con los demás, compensando así las dificultades sociales.
Esta estrategia puede emplearse de manera consciente o inconsciente, y suele entenderse como una forma de afrontamiento ante las exigencias del entorno. Entre las motivaciones más frecuentes para desarrollar camuflaje se encuentran el deseo de ser aceptada, acceder a espacios sociales o evitar la exclusión.
De acuerdo con Ruggieri (2024), una persona con autismo puede analizar e interpretar el comportamiento de quienes la rodean para copiar las reglas sociales observadas y construir así una “máscara social”. Aunque este proceso de ajuste social ocurre en muchas personas, en el caso del autismo requiere un esfuerzo cognitivo y emocional mucho mayor, lo que con frecuencia genera agotamiento, frustración y la necesidad de periodos de aislamiento para recuperarse. Esta oscilación entre la participación social y el retiro temporal es común entre mujeres que utilizan el camuflaje de forma sostenida.
Tipos de camuflaje
Investigadores como Cook y colaboradores (2022) han identificado cuatro categorías principales de camuflaje, observadas especialmente en mujeres con autismo a partir del análisis de su comportamiento en distintos contextos sociales.
1. Camuflaje compensatorio
Consiste en el uso consciente de estrategias para compensar las dificultades sociales y comunicativas. Las mujeres observan, analizan y practican conductas sociales con el propósito de imitar lo que se espera de ellas. Por ejemplo, pueden ensayar conversaciones antes de hablar u observar cómo otros gesticulan para luego reproducirlo. Este tipo de camuflaje implica un esfuerzo cognitivo considerable y suele llevar al agotamiento.
2. Camuflaje conductual
Hace referencia a la modificación o inhibición de manifestaciones conductuales del autismo visibles con la intención de evitar juicios o rechazo social. Ejemplos comunes son reprimir movimientos repetitivos, mantener el contacto visual aunque resulte incómodo o adoptar posturas y expresiones aprendidas para parecer interesadas en la conversación. Este tipo de camuflaje es más frecuente en contextos laborales, académicos o sociales, donde se busca “pasar desapercibida”.
3. Camuflaje de asimilación o superficial
En este caso, la persona adopta intereses, gustos o estilos similares a los de su entorno con la intención de integrarse y ser aceptada. Puede fingir interés en temas populares, usar modismos o vestir de acuerdo con las normas sociales predominantes. Su propósito es encajar socialmente, incluso si ello implica suprimir aspectos auténticos de su identidad.
4. Camuflaje emocional
Se refiere a la supresión o disimulo de emociones reales para mantener una apariencia de normalidad. Una mujer puede sentirse frustrada, confundida o sobrecargada y aun así no mostrarlo en público, o disfrazar la ansiedad con una sonrisa y un tono amable. También puede evitar pedir ayuda o mostrar vulnerabilidad. El uso constante de este tipo de camuflaje contribuye al agotamiento emocional y al llamado burnout autista, fenómeno especialmente común en mujeres diagnosticadas en la adultez.
Consecuencias del camuflaje
Como se mencionó anteriormente, el camuflaje puede parecer una estrategia útil, ya que permite a la persona con autismo integrarse y adaptarse a su entorno social. Sin embargo, también conlleva consecuencias importantes.
Una de ellas es el retraso en el diagnóstico, ya que al ocultar o disimular sus dificultades, la persona no muestra signos evidentes que despierten la sospecha clínica o la motiven a buscar una evaluación especializada.
En muchos casos, las mujeres llegan a consulta por síntomas de ansiedad o depresión, los cuales pueden estar asociados al agotamiento emocional derivado del uso prolongado del masking. Durante la evaluación clínica suele observarse que, además del malestar emocional, existen rasgos característicos del trastorno del espectro autista que habían pasado desapercibidos.
Entre las principales consecuencias del camuflaje se encuentran el cansancio mental y físico, la afectación en la salud emocional y una sensación persistente de falta de autenticidad o desconexión con la propia identidad. Las personas pueden sentir que viven detrás de una máscara, lo que dificulta la aceptación de sí mismas y genera una profunda inseguridad.
Diversos autores han señalado, además, una asociación entre el uso sostenido del camuflaje y la presencia de ansiedad generalizada, ansiedad social y depresión (Ruggieri, 2024). Estos efectos ponen de manifiesto que, aunque el camuflaje puede facilitar temporalmente la adaptación social, a largo plazo implica un alto costo para el bienestar psicológico y emocional de las mujeres con autismo.
Signos característicos del autismo en mujeres
El TEA se manifiesta de forma diferente en mujeres que en hombres. En los varones suelen observarse conductas más evidentes, como evitar el contacto visual, tener una comprensión literal del lenguaje o mostrar intereses restringidos. En las mujeres, en cambio, los signos son más sutiles y socialmente aceptados. Esto se debe, en parte, a las exigencias y expectativas sociales a las que se enfrentan, ya que desde pequeñas se les enseña e incluso se les exige comportarse de manera sociable, empática y comunicativa. Como resultado, muchas logran mantener buenas habilidades verbales e incluso mostrar una empatía aparente, lo que contribuye a que sus dificultades pasen desapercibidas.
1. Comunicación y habilidades sociales
- Muchas mujeres en el espectro muestran un lenguaje variado y fluido, aparentando una comunicación social adecuada. Sin embargo, pueden tener dificultades para mantener la reciprocidad en la conversación, captar ironías o matices emocionales, y tienden a mantener los temas dentro de sus propios intereses.
- En las relaciones de amistad, aunque anhelan vínculos profundos, no siempre logran sostenerlos y suelen sentirse excluidas o confundidas por las dinámicas sociales.
- También puede haber una importante sensibilidad al rechazo, acompañada de perfeccionismo y rigidez en las relaciones.
2. Intereses, rutinas e hiperfocalización
Los intereses restringidos o el hiperfoco suelen girar en torno a temas considerados socialmente “femeninos”, como los animales, la literatura, la psicología, la moda, el arte o las relaciones interpersonales, lo que contribuye a que pasen inadvertidos. También pueden presentar una marcada necesidad de control y estructura, con rigidez en la organización y planeación del día a día, lo que en ocasiones se confunde con un trastorno obsesivo compulsivo leve. Tienden además a crear rutinas mentales o reglas personales, menos visibles que en los varones.
3. Procesamiento sensorial y emocional
Presentan alta sensibilidad sensorial y responden de forma intensa a luces, sonidos, texturas o multitudes, pero suelen ocultarlo o sobrellevarlo en silencio. Pueden experimentar cambios abruptos en el estado de ánimo y frustración ante la sobrecarga o los cambios de rutina. Tras la interacción social, suelen referir agotamiento y necesidad de aislamiento para recuperarse. El estrés sostenido puede manifestarse también en síntomas físicos como migrañas, fatiga o problemas gastrointestinales.
4. Identidad, autoestima y comorbilidades
Muchas mujeres se sienten confundidas respecto a su identidad y no saben quiénes son sin la “máscara social” que han construido. Este esfuerzo por encajar afecta su autoestima y genera una constante autoexigencia, con sensación de fracaso al no lograr adaptarse de forma natural. Entre las comorbilidades más frecuentes se encuentran la ansiedad, la depresión y, en algunos casos, diagnósticos erróneos como trastorno límite de la personalidad, ansiedad generalizada o trastornos de la conducta alimentaria.
Por todo ello, es fundamental que los profesionales de la salud y la educación reconozcan los signos específicos del autismo en mujeres y comprendan la influencia del camuflaje en su presentación clínica.
Integración de diagnóstico y tratamiento en mujeres con autismo
La comprensión de las características y manifestaciones particulares del autismo en las mujeres permite no solo detectarlo a tiempo, sino también diseñar intervenciones acordes a sus necesidades reales. Cuando el diagnóstico llega en etapas tardías, el primer paso consiste en validar su experiencia y reconstruir una comprensión más compasiva de su historia, frecuentemente marcada por la sobreexigencia, la ansiedad y el agotamiento.
El proceso terapéutico inicia con una evaluación neuropsicológica integral, que contemple tanto los aspectos emocionales como cognitivos, considerando la posibilidad de estrategias de camuflaje utilizadas. Durante esta evaluación, es fundamental detectar posibles dificultades en diferentes funciones cognitivas, como la atención, la memoria, el lenguaje o las funciones visoespaciales, ya que su identificación temprana permite diseñar estrategias de intervención ajustadas a las necesidades reales de cada persona. Asimismo, reconocer el estilo cognitivo y las funciones ejecutivas alteradas —como la planificación, la flexibilidad cognitiva, la inhibición o la regulación emocional— facilita orientar el plan de trabajo hacia el fortalecimiento de las capacidades preservadas y el desarrollo de nuevas herramientas compensatorias.
Como parte de la intervención, se pueden utilizar los programas de estimulación cognitiva de NeuronUP, incorporando actividades que:
- Promuevan la autorregulación emocional y la gestión del estrés social.
- Favorezcan la flexibilidad cognitiva, reduciendo la rigidez mental y la tendencia al perfeccionismo, ya que esta habilidad permite adaptarse con mayor facilidad a los cambios, disminuir la frustración y mejorar la resolución de problemas en la vida diaria.
- Entrenen la planificación y organización del tiempo, una dificultad frecuente que impacta el desempeño académico y laboral.
- Refuercen la atención sostenida y la memoria de trabajo, fundamentales para mantener la concentración en tareas prolongadas, organizar actividades diarias, seguir instrucciones, gestionar el tiempo y favorecer el aprendizaje en contextos académicos o laborales.
- Fomenten el autoconocimiento y la aceptación de su estilo cognitivo, integrando ejercicios de reflexión personal.
Además, el tratamiento debe contemplar la psicoeducación, tanto para la paciente como para su entorno. Esta permite comprender el impacto del camuflaje, reconocer las necesidades sensoriales y emocionales, y crear entornos más empáticos, donde no sea necesario recurrir al enmascaramiento constante.
Por otra parte, la intervención se enriquece con el trabajo interdisciplinario, en colaboración entre neuropsicología, psicología y psiquiatría, lo que permite abordar de forma integral los aspectos cognitivos, emocionales y sociales.
Finalmente, reconocer el diagnóstico no solo facilita el tratamiento clínico, sino que abre la puerta a un proceso de autodescubrimiento y aceptación. Para muchas mujeres, comprender su forma de procesar el mundo representa un punto de inflexión: dejan de verse como “demasiado sensibles” o “poco sociables” y comienzan a reconocerse desde la neurodiversidad y la autenticidad.
Conclusión
Reconocer el autismo en mujeres implica ampliar la mirada y dejar atrás los modelos tradicionales que lo describen únicamente desde la experiencia masculina. Comprender el papel del camuflaje y las particularidades del fenotipo femenino permite realizar diagnósticos más precisos y ofrecer apoyos ajustados a sus verdaderas necesidades.
Aunque el diagnóstico tardío suele llegar después de años de esfuerzo, ansiedad o incomprensión, también representa una oportunidad: la posibilidad de comprenderse, validar la propia historia y construir estrategias que promuevan bienestar y autenticidad. El acompañamiento profesional, la psicoeducación y la estimulación cognitiva pueden reducir el desgaste asociado al enmascaramiento y fortalecer las funciones ejecutivas, la regulación emocional y la autoestima.
Avanzar hacia una visión más inclusiva del autismo femenino no solo transforma la práctica clínica, sino también la forma en que la sociedad entiende la diversidad humana. El objetivo no es que las mujeres autistas aprendan a ocultarse para adaptarse, sino que encuentren espacios donde puedan ser ellas mismas, sin máscaras, y sentirse comprendidas.
Bibliografía
- Arango-Lasprilla, J. C., Álvarez Alcántara, J. E., Oliveras Rentas, R. E., & Degano, M. (2025). Historias de vida de familiares de personas con autismo: relatos en primera persona. Ediciones Psara.
- Cook, J., Crane, L., Hull, L., Bourne, L., & Mandy, W. (2022). Self-reported camouflaging behaviours used by autistic adults during everyday social interactions. Autism, 26(2), 406–421. https://doi.org/10.1177/13623613211026754
- Montagut Asunción, Maite, Mas Romero, Rosa María, Fernández Andrés, María Inmaculada, & Pastor Cerezuela, Gemma. (2018). Influencia del sesgo de género en el diagnóstico de trastorno de espectro autista: una revisión. Escritos de Psicología (Internet), 11(1), 42-54. https://dx.doi.org/10.5231/psy.writ.2018.2804
- Ruggieri, V. (2024). Autismo y camuflaje. Medicina (Buenos Aires), 84(Supl. I), 37–42.
- Xiong, H., Peterson, J. B., & Scott, S. (2020). Testosterona amniótica y diferencias psicológicas entre los sexos: una revisión sistemática de la teoría extrema del cerebro masculino. Developmental Review, 57, 100922. https://doi.org/10.1016/j.dr.2020.100922
Preguntas frecuentes sobre el autismo en mujeres y la estimulación cognitiva
1. ¿Por qué el autismo se diagnostica más tarde en mujeres que en hombres?
En las mujeres, el autismo suele pasar desapercibido porque los signos son más sutiles y socialmente aceptados. Muchas desarrollan estrategias de camuflaje social o masking que ocultan sus dificultades en la comunicación y la interacción, retrasando el diagnóstico clínico.
2. ¿Qué es el camuflaje o masking en el autismo femenino?
El masking es una estrategia de adaptación social mediante la cual las mujeres con autismo imitan conductas neurotípicas para integrarse o evitar el rechazo. Aunque puede facilitar las relaciones, a largo plazo provoca agotamiento emocional, ansiedad y pérdida de identidad.
3. ¿Cuáles son los signos del autismo en mujeres adultas?
Los signos más comunes incluyen hiperempatía aparente, perfeccionismo, sensibilidad sensorial, rigidez cognitiva y dificultad para mantener relaciones estables. También pueden presentar hiperfocalización en intereses específicos y síntomas de ansiedad o depresión.
4. ¿Cómo se evalúa el autismo en mujeres desde la neuropsicología?
La evaluación debe ser integral y con perspectiva de género; contemplando aspectos emocionales, cognitivos y sociales, e identificando posibles estrategias de camuflaje. Se analizan funciones como la atención, memoria, planificación y flexibilidad cognitiva para diseñar una intervención personalizada.
5. ¿Qué beneficios tiene la estimulación cognitiva en mujeres con autismo?
La estimulación cognitiva favorece el entrenamiento de funciones ejecutivas (planificación, organización, regulación emocional) y mejora la adaptación al entorno. Además, ayuda a reducir la ansiedad y el estrés social, promoviendo bienestar y autonomía.
6. ¿Qué objetivos debe tener una intervención cognitiva adaptada a mujeres con autismo?
Una intervención eficaz debe reforzar fortalezas cognitivas y emocionales, fomentar la autoaceptación y la identidad neurodiversa, e incluir actividades orientadas a la flexibilidad mental, autorregulación y autoconocimiento para evitar el burnout autista.







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