En este artículo, la neuropsicóloga Ana Utrilla Lack aborda los aspectos más relevantes del trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) en adultos.
Introducción
El trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) es un trastorno del neurodesarrollo, lo que implica que sus síntomas deben haber comenzado antes de los 12 años. Sin embargo, en muchas ocasiones no es detectado ni diagnosticado durante la infancia. Por esta razón, en la consulta neuropsicológica es común encontrar pacientes adultos que presentan dificultades significativas en la organización y la planificación, así como problemas laborales, sociales y de pareja. Al ser evaluados, a estos pacientes se les diagnostica trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad.
¿Qué es el TDAH?
El trastorno por déficit de atención, según el DSM-5 (APA, 2013), se define como un patrón persistente de inatención y/o hiperactividad-impulsividad que interfiere con el funcionamiento o el desarrollo.
De acuerdo con el DSM-5 (APA, 2013), el trastorno por déficit de atención (TDAH) se caracteriza por un conjunto de conductas relacionadas con fallas en la atención, la impulsividad y/o la inquietud, que se presentan de forma persistente a lo largo del tiempo y en distintos momentos de la vida de una persona.
Estas dificultades pueden influir en su manera de organizarse, concentrarse o mantenerse en calma, y afectar áreas como el trabajo, los estudios o las relaciones personales. Al tratarse de un trastorno del neurodesarrollo, sus síntomas deben haber comenzado antes de los 12 años.
En ocasiones, el diagnóstico en la infancia no se realiza porque los padres pueden presentar síntomas similares sin diagnóstico o porque la estructura y contención familiar favorecen la funcionalidad del paciente, entre otros factores.
Sin embargo, en muchas ocasiones no es diagnosticado durante la infancia por diversas razones, entre las cuales se encuentran:
- La normalización o atribución errónea de los síntomas a otros factores, como rasgos de personalidad o etapas normales del desarrollo.
- El acceso limitado a profesionales de la salud capacitados para hacer el diagnóstico en etapas tempranas.
- La compensación por parte de la familia o el entorno social, que enmascara las dificultades y retrasa el diagnóstico.
- La presencia de comorbilidades que pueden enmascarar el trastorno, como otros trastornos de ansiedad, de aprendizaje o del estado de ánimo.
- La resistencia de los familiares para aceptar un diagnóstico, puesto que muchas veces sigue siendo un tema ‘tabú’.
Concepto de TDAH
El concepto y la caracterización del TDAH han experimentado cambios importantes a lo largo del tiempo. Su primera aparición en los manuales de diagnóstico psiquiátrico fue en el DSM-III, en 1980, donde se introdujo el término “trastorno por déficit de atención, tipo residual” para describir síntomas propios del TDAH que persistían en la etapa adulta tras un diagnóstico en la infancia. En la versión revisada de 1987 (DSM-III-R) se eliminó este concepto; sin embargo, en la práctica clínica continuó utilizándose de manera informal para referirse a adultos con síntomas persistentes.
Más adelante, en 2000, con el DSM-IV, se reconoció la posibilidad de diagnosticar TDAH en adultos, siempre que existiera evidencia de que los síntomas habían comenzado en la infancia.
Finalmente, en 2013, con la publicación del DSM-5, se confirmó que el TDAH puede continuar en la adultez. Se realizaron ajustes en los criterios diagnósticos, permitiendo el diagnóstico con cinco (en lugar de seis) síntomas en mayores de 17 años. Además, se eliminó formalmente el concepto de “residual”, al considerar que el TDAH es un trastorno que puede persistir a lo largo de la vida, sin necesidad de esa etiqueta.
TDAH en adultos
El trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) en adultos se caracteriza por dificultades en la atención, impulsividad e hiperactividad que persisten más allá de la infancia, afectando el funcionamiento diario y la calidad de vida. De manera similar a los niños con TDAH, en los adultos se ven afectadas diversas áreas, como las relaciones interpersonales, el ámbito profesional y académico (Sapkale & Sawal, 2023).
El TDAH afecta tanto a hombres como a mujeres, aunque existen diferencias en su expresión y diagnóstico. Es más probable que se identifique en niños y hombres debido a que suelen presentar síntomas más visibles relacionados con la hiperactividad. En cambio, las mujeres tienden a mostrar síntomas predominantes de inatención y mayor inestabilidad emocional, lo que puede dificultar su reconocimiento temprano.
Síntomas menos conocidos del TDAH en adultos
Al hablar de TDAH, es común que surjan ideas estereotípicas, como imaginar a un niño inquieto o que no pone atención en clase. Por ello, a veces resulta difícil visualizar cómo se manifiesta este trastorno en la adultez.
Como ya se mencionó, los síntomas del TDAH se relacionan con fallas atencionales y/o impulsividad e hiperactividad. Sin embargo, debido a las actividades propias de la vida adulta y a las herramientas que la persona ha adquirido a lo largo del tiempo, los síntomas y conductas pueden presentarse de forma muy distinta a como se observan en la infancia.
Por esta razón, muchas de las manifestaciones del TDAH en la adultez suelen pasar desapercibidas, ser malinterpretadas o incluso atribuidas a falta de motivación, estrés o rasgos de personalidad.
A continuación, se describen algunos síntomas que pueden estar presentes en adultos con TDAH y que frecuentemente no se asocian con este diagnóstico:
1. Dificultad para iniciar tareas
Es común que una persona con TDAH se identifique a sí misma con problemas de procrastinación ya que, a pesar de tener claro que es importante llevar a cabo una actividad —y de que incluso tenga interés en ella—, presenta una importante dificultad para iniciarla y no lo hace sino hasta que tiene el tiempo y la presión encima, encontrando en ese estrés un motor para, por fin, comenzar.
Esta parálisis o sensación de estar “congelado” sin poder empezar las tareas no es por falta de voluntad o disciplina, sino que se relaciona con una alteración en las funciones ejecutivas, que se vinculan con el área cortical frontal y se encargan de planear, organizar y activar una conducta dirigida a metas.
2. Olvidos frecuentes de tareas pequeñas o cotidianas
No importa con qué regularidad se tengan que hacer estas tareas. Es común que cosas como pagar la luz, cerrar la puerta o recoger algo de camino a casa se olviden, generando luego mucha culpa y molestia en quien lo padece y en su entorno. Estos olvidos se deben a las fallas en la memoria de trabajo, que impiden sostener la atención en estas tareas mientras se realizan otras actividades.
3. Problemas con la gestión del tiempo
Creer que hay tiempo suficiente para llegar a algún lugar o para realizar todas las actividades pendientes antes de salir puede ser una conducta frecuente en personas con TDAH. Esto puede llevarles a llegar tarde con regularidad o, por el contrario, llegar excesivamente temprano como una forma de compensación, debido al estrés que les genera la posibilidad de llegar tarde.
4. Tendencia al hiperfoco
En el extremo opuesto a la inatención constante que presentan muchas personas con TDAH, se encuentra el hiperfoco. Este implica periodos de concentración extrema que se presentan en tareas altamente estimulantes, en las cuales incluso se puede llegar a perder la noción del tiempo y se dejan de lado otras responsabilidades importantes.
5. Baja autoestima o sentimiento de insuficiencia
Como consecuencia de los síntomas ya referidos, es común que las personas con TDAH desarrollen un diálogo interno negativo, convenciéndose de ser flojos, desorganizados o incapaces. Esto impacta de manera significativa en su autoestima y en su autoconcepto.
Aunque la inatención suele ser uno de los síntomas más visibles en adultos con TDAH, no debe olvidarse que, en muchos casos, también puede estar presente la hiperactividad. Sin embargo, esta no se manifiesta de la misma forma que en la infancia. En lugar de una actividad física constante o evidente, la hiperactividad en adultos suele expresarse de forma más interna o sutil, lo que puede dificultar su identificación.
A continuación, se describen algunas de estas manifestaciones que, por no ser tan conocidas, frecuentemente pasan desapercibidas o se atribuyen erróneamente a ansiedad, estrés o simplemente a un “carácter inquieto”. Éstos son algunos de los síntomas frecuentes, aunque hay que tener presente que pueden variar, puesto que cada persona tiene un perfil único.
1. Sensación constante de inquietud interna
Aún sentada la persona y aparentemente tranquila, internamente puede estar experimentando una importante necesidad de hacer algo. Esa inquietud mental, muchas veces se traduce en ansiedad, impaciencia o dificultad para relajarse.
2. Hablar de manera acelerada o interrumpir con frecuencia
Algunas personas con TDAH pueden ser vistas como que hablan mucho y que además cambian de tema rápidamente o tienden a interrumpir en las conversaciones sin mala intención, simplemente porque sienten urgencia de decir lo que están pensando antes de olvidarlo.
3. Dificultad para estar en reposo o disfrutar del descanso
Personas con TDAH comúnmente refieren dificultad para «hacer nada» o actividades como sentarse a ver una película o descansar, sintiendo incluso incomodidad y frustración.
4. Moverse constantemente en formas sutiles
Jugar con los dedos, mover las piernas, cambiar de posición frecuentemente o incluso levantarse a hacer algo sin razón aparente.
5. Buscar constantemente actividades o estímulos
Cambiar frecuentemente de intereses, empezar muchos proyectos sin terminarlos o tener una agenda muy saturada puede ser una forma de manejar la necesidad de mantenerse estimulado y evitar el aburrimiento.
6. Dificultad para esperar
Poca tolerancia a la espera en filas, al tráfico, o a que otros terminen de hablar. Esto no se debe a falta de educación, sino a una sensación real de urgencia difícil de controlar.
7. Tendencia al multitasking (hacer muchas cosas a la vez)
Aunque no siempre es eficaz, muchas personas con TDAH en la adultez intentan hacer varias cosas al mismo tiempo, como una forma de mantenerse ocupados o evitar la frustración de una sola tarea prolongada.
Evaluación neuropsicológica del TDAH en adultos
Actualmente, el acceso a información relacionada con el TDAH y sus síntomas es mayor, lo que, por un lado, favorece un diagnóstico oportuno, pero por otro lado simplifica lo que este trastorno implica y puede llevar al sobrediagnóstico. Por ello, si una persona sospecha presentar síntomas propios de este trastorno, debería acercarse al profesional indicado para llevar a cabo la evaluación necesaria y confirmar o descartar dicha sospecha.
Como neuropsicólogos, la evaluación que realizamos inicia con una entrevista clínica. El objetivo de esta es conocer las conductas o síntomas que hacen pensar en el diagnóstico, y parte fundamental es determinar el inicio de estos, ya que, como mencionamos anteriormente, aunque el trastorno continúe hasta la vida adulta, los síntomas deben haber comenzado en una etapa temprana, dado que se trata de un trastorno del neurodesarrollo.
Además, buscamos conocer el impacto actual de dichos síntomas para valorar si son clínicamente significativos, es decir, si están afectando diversas áreas de la vida del paciente. También es necesario realizar un diagnóstico diferencial, asegurándonos de que los síntomas no sean causados por otro trastorno, como ansiedad, depresión u otros.
Con base en lo recabado en la entrevista, para realizar el diagnóstico se requiere la aplicación de pruebas neuropsicológicas, cuyo objetivo es conocer el desempeño del paciente en actividades principalmente relacionadas con las funciones ejecutivas, además de otras funciones cognitivas como la memoria, el lenguaje y la atención.
La elección de pruebas puede ser diferente dependiendo del paciente y sus particularidades, lo importante es tener claro el objetivo buscado y que las pruebas aplicadas se alineen con este.
Algunas de las pruebas propuestas por la Fundación Cantabria Ayuda al Déficit de Atención e Hiperactividad (CADAH) (s.f.) para la evaluación neuropsicológica del TDAH en adultos son:
1. Pruebas de rastreo de estímulo, como el Trail Making Task (Reitan, 1958)
Estas pruebas están orientadas a evaluar las funciones ejecutivas:
La prueba Trail Making Task, en su formato B, evalúa la capacidad atencional y de planificación del paciente. Consiste en pedirle que trace un camino uniendo números en orden ascendente, o bien alternando números y letras (1-A-2-B…) de forma secuencial. Aunque en apariencia parece una tarea sencilla, puede representar un reto importante para quienes presentan dificultades para dirigir la atención o generar estrategias.
Esta prueba requiere mantener la concentración durante un periodo sostenido, al mismo tiempo que se alterna entre diferentes tipos de información, lo cual nos brinda datos valiosos sobre la capacidad del paciente para planear, sostener la atención y cambiar de foco según la tarea lo requiera.
2. Tareas de planeación, como la Torre de Hanoi o el Mapa del Zoo, parte de la prueba BADS (Wilson et al., 1996)
Como parte de la evaluación, también se aplican tareas de planeación, como la Torre de Hanoi, en la que se requiere generar una estrategia para resolver un problema concreto, respetando una serie de reglas establecidas desde el inicio.
Otra prueba útil es el Mapa del Zoológico, que personalmente me parece muy representativa de situaciones cotidianas. En esta tarea, se le pide a la persona que organice un recorrido por un zoológico cumpliendo ciertas condiciones, lo que implica planear, priorizar y anticipar los pasos a seguir.
Este tipo de ejercicios permite observar cómo la persona estructura su pensamiento y ejecuta una secuencia lógica de acciones frente a un objetivo.
3. Tareas de interferencia, como el Test de Stroop de colores y palabras (Golden, C.J.)
Otra prueba frecuentemente utilizada es el Test de Stroop de colores y palabras, una tarea de interferencia que permite evaluar procesos como la atención selectiva y la inhibición de respuestas automáticas. En esta prueba, se le presenta al paciente una lista de palabras que nombran colores (como “rojo” o “verde”), pero impresas en un color diferente al que indican. Por ejemplo, la palabra “azul” escrita en color amarillo. La tarea consiste en nombrar el color de la tinta y no leer la palabra.
Aunque parece sencilla, implica un esfuerzo importante por inhibir la lectura automática y centrarse en la instrucción dada, lo cual puede representar un gran desafío para personas con dificultades en el control inhibitorio o el manejo de la impulsividad.
También podemos utilizar baterías de pruebas más completas, como la Batería neuropsicológica de Funciones Ejecutivas (BANFE-3), desarrollada por Ostrosky.
La evaluación del TDAH en adultos requiere integrar diferentes herramientas, entre la que se encuentran las pruebas neuropsicológicas mencionadas. Para obtener un diagnóstico preciso y completo, también se pueden utilizar escalas de autoinforme y entrevistas estructuradas como la DIVA-5.
Esta combinación permite identificar las dificultades específicas del paciente y orientar un plan de intervención adecuado. La entrevista DIVA-5, basada en los criterios del DSM-5, permite explorar la presencia de los síntomas propios del diagnóstico, así como su intensidad y el impacto que tienen en la vida del evaluado.
Tratamientos y estrategias eficaces para adultos con TDAH
Una vez establecido el diagnóstico de TDAH en adultos, el siguiente paso es el tratamiento, que debe ser multidisciplinario. En algunos casos, este incluye intervenciones farmacológicas, a cargo del psiquiatra, cuyo objetivo principal es mejorar la atención y reducir la impulsividad. Sin embargo, el tratamiento farmacológico debe acompañarse de intervención neuropsicológica, en la cual, al inicio, se establecerán junto con el paciente los objetivos específicos que desea alcanzar, basándose en sus necesidades y en las actividades que desempeña a nivel personal, social y laboral.
Como parte de la intervención neuropsicológica, se puede hacer uso de plataformas digitales especializadas, como NeuronUP, que ofrece ejercicios personalizados para estimular diversas funciones cognitivas, lo que contribuye a mejorar la atención, memoria y funciones ejecutivas de forma estructurada y adaptada a cada paciente.
Además, el uso de herramientas digitales puede ser de gran ayuda en el día a día. Existen aplicaciones como Todoist o Trello, que facilitan la organización y administración de tareas, y otras como Headspace, que apoyan la práctica de mindfulness y la reducción del estrés, aspectos fundamentales para el manejo integral del TDAH.
Como se ha mencionado anteriormente, el TDAH puede ir acompañado de síntomas emocionales como ansiedad o depresión, además de sentimientos frecuentes de frustración y baja autoestima, los cuales, si no se abordan adecuadamente, pueden interferir con el tratamiento. En este sentido, prácticas como el mindfulness han demostrado ser útiles, ya que contribuyen a mejorar la regulación emocional, reducir el estrés y fomentar una mayor conciencia del momento presente. Incorporar este tipo de herramientas puede convertirse en una estrategia complementaria valiosa dentro del abordaje integral del TDAH en adultos (Crespo & Valero, 2019).
Conclusión
Aunque el TDAH suele asociarse principalmente con dificultades, también es importante reconocer las fortalezas que pueden acompañar este diagnóstico. Muchas personas con TDAH destacan por su creatividad, capacidad para pensar de forma divergente, energía y entusiasmo, así como por una gran resiliencia frente a los desafíos. Su tendencia a buscar nuevas experiencias y su capacidad para hiperfocalizar en temas de interés pueden ser ventajas valiosas en ámbitos laborales y personales. Reconocer estas cualidades ayuda a construir una visión más completa y positiva, fomentando la autoestima y un enfoque equilibrado del trastorno.
Detectar a tiempo el TDAH en adultos es clave para que las personas comprendan lo que les sucede y puedan buscar la ayuda necesaria. En muchas ocasiones, las personas desarrollan estrategias compensatorias que les ayudan a manejar las dificultades del día a día. Sin embargo, estas estrategias no siempre evitan que su vida personal, laboral y social se vea afectada, especialmente cuando los síntomas no se identifican con claridad. Por ello, un diagnóstico bien realizado, acompañado de un tratamiento integral y adaptado a cada caso, puede marcar una gran diferencia.
Una vez obtenido el diagnóstico, el siguiente paso es iniciar un tratamiento adecuado. El neuropsicólogo desempeña un papel fundamental al diseñar un plan de intervención individualizado, que responda a las necesidades particulares del paciente. Este plan debe contemplar tanto los aspectos conductuales como emocionales, buscando favorecer la calidad de vida y la estabilidad emocional.
Además, es importante promover una postura abierta e informada frente a la neurodivergencia. Aunque actualmente hay mayor conocimiento sobre el TDAH, todavía persisten estigmas e ideas erróneas que pueden limitar las oportunidades personales y laborales de quienes lo viven, afectando también su autoestima. Como sociedad, podemos contribuir a un entorno más comprensivo cuidando nuestras palabras y la manera en que hablamos sobre el TDAH, reconociendo que las dificultades que enfrentan las personas con este diagnóstico van más allá de la voluntad.
Como profesional, considero que entender el TDAH más allá de sus dificultades nos permite acompañar mejor a quienes lo viven y ofrecerles el apoyo que realmente necesitan para potenciar sus fortalezas y mejorar su calidad de vida.
Bibliografía
- American Psychiatric Association. (2013). Diagnostic and statistical manual of mental disorders (5ª ed.). Autor.
- Crespo, M., & Valero, S. (2019). Mindfulness y autorregulación emocional en adultos con TDAH: una revisión sistemática. Revista de Psicología Clínica con Niños y Adolescentes, 6(1), 41-46.
- Fundación CADAH. (s.f.). TDAH: Instrumentos o pruebas para evaluar las funciones neuropsicológicas y ejecutivas (Parte II). Recuperado de https://www.fundacioncadah.org/web/articulo/tdah-instrumentos-o-pruebas-para-evaluar-las-funciones-neuropsicologicas-y-ejecutivas-parte-ii.html
- Golden, C. J. (s.f.). Stroop Color and Word Test. [Manual].
- NeuronUP. (s.f.). Plataforma de rehabilitación cognitiva. Recuperado de https://www.neuronup.com
- Ostrosky, F. (año). Batería Neuropsicológica de Funciones Ejecutivas (BANFE-3). [Manual].
- Reitan, R. M. (1958). Validity of the Trail Making Test as an indicator of organic brain damage. Perceptual and Motor Skills, 8(3), 271–276.
- Sapkale, N., & Sawal, M. (2023). ADHD in adults: An overview of symptoms, diagnosis, and management. Journal of Psychiatry and Neuroscience, 48(1), 10-20. https://doi.org
- Wilson, B., Alderman, N., Burgess, P., Emslie, H., & Evans, J. J. (1996). Behavioural Assessment of the Dysexecutive Syndrome (BADS). Thames Valley Test Company.
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