En este artículo recoge los datos más relevantes de un estudio longitudinal reciente en el que se analiza el impacto directo de la deshidratación en el funcionamiento cognitivo.
Introducción
Este artículo toma como punto de partida el estudio longitudinal publicado recientemente por Rosinger, John y Murdock (2024) en el American Journal of Human Biology, en el que se analiza cómo la deshidratación leve influye negativamente en la atención sostenida en adultos de mediana y avanzada edad. A partir de estos hallazgos, se desarrolla una revisión ampliada sobre la relación entre hidratación y atención, con especial énfasis en las implicaciones clínicas y en el contexto de la neurorrehabilitación.
La hidratación es un componente esencial para la vida y la salud integral. Aunque comúnmente se asocia con funciones como la regulación térmica o el rendimiento físico, cada vez más estudios muestran que también ejerce una influencia directa sobre el funcionamiento cognitivo. De entre todas las funciones cognitivas, la atención, especialmente la atención sostenida, parece ser particularmente sensible al estado de hidratación.
¿Qué entendemos por atención?
Tipos de atención
La atención es una función ejecutiva compleja que permite seleccionar estímulos relevantes del entorno, inhibir distracciones y mantener el foco durante periodos prolongados.
Se clasifica en:
- Atención selectiva: centrarse en un estímulo mientras se ignoran otros.
- Atención alternante: cambiar el foco entre tareas.
- Atención dividida: atender a múltiples fuentes de información simultáneamente.
- Atención sostenida: mantener la concentración durante un tiempo prolongado.
¿Por qué es clave la atención sostenida en pacientes neurológicos?
En pacientes con enfermedades neurológicas, neurodegenerativas o en rehabilitación, la atención sostenida se convierte en un predictor clave de funcionalidad. Se relaciona con la capacidad de seguir instrucciones, mantener la motivación en terapia, y completar tareas de la vida diaria, ya que es una función básica para el desarrollo y funcionamiento de otras más complejas.
Por ello, cualquier factor que pueda influir negativamente sobre esta función debe ser identificado y tratado. Uno de estos factores es la deshidratación.
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El rol del agua en el cerebro
Composición hídrica del sistema nervioso
El cerebro está compuesto en un 73-75% por agua. Esta alta proporción no es casual: el agua facilita la transmisión sináptica, el intercambio de nutrientes, la eliminación de toxinas y la regulación térmica cerebral.
Un descenso del 1-2% en el volumen hídrico puede alterar el metabolismo neuronal y modular neurotransmisores como la dopamina y el glutamato, claves para la atención y otras funciones ejecutivas.
Efectos de la deshidratación a nivel cerebral
La deshidratación leve puede producir:
- Disminución del flujo sanguíneo cerebral.
- Aumento de la fatiga mental.
- Reducción de la velocidad de procesamiento.
- Deterioro de la memoria de trabajo y la atención.
Esto es especialmente importante en adultos mayores, donde la percepción de la sed se reduce y el riesgo de deshidratación crónica se incrementa.
Evaluación de la hidratación: más allá del volumen de agua ingerido
¿Qué es la osmolalidad sérica?
La osmolalidad sérica (Sosm) mide la concentración de solutos en sangre. Un valor superior a 300 mOsm/kg indica un estado de deshidratación fisiológica. Es considerado el biomarcador de referencia para evaluar el estado de hidratación a nivel clínico.
¿Por qué no basta con preguntar cuánto agua se bebe?
El consumo de líquidos puede no reflejar el estado real de hidratación. Factores como el sudor, la temperatura ambiente, la dieta, el uso de diuréticos o enfermedades crónicas pueden alterar el equilibrio hídrico sin que la persona lo perciba. Por eso, el uso de biomarcadores como la osmolalidad es esencial para una evaluación objetiva.
Evidencia científica: la hidratación y su efecto sobre la atención sostenida
Diseño del estudio de referencia
Un estudio longitudinal realizado en adultos de entre 50 y 75 años (Rosinger et al., 2024) evaluó la relación entre hidratación y funciones cognitivas, incluyendo atención, memoria de trabajo, inhibición y flexibilidad cognitiva. La hidratación se midió mediante osmolalidad sérica en tres visitas a lo largo de tres meses.
Los participantes fueron clasificados como deshidratados si presentaban Sosm > 300 mOsm/kg. Se aplicaron baterías neuropsicológicas estandarizadas, entre ellas el Conners’ Continuous Performance Test II (CPT-II) para valorar la atención sostenida.
Resultados principales
- La deshidratación se asoció exclusivamente con un rendimiento inferior en atención sostenida.
- No se hallaron diferencias significativas en inhibición, memoria de trabajo o flexibilidad cognitiva.
- El efecto negativo fue equivalente a una pérdida de 0,65 desviaciones estándar en el grupo deshidratado.
- Esta asociación persistió incluso tras ajustar por edad, sexo, IMC y nivel educativo.
Interpretación clínica
El hallazgo destaca la atención sostenida como una de las funciones cognitivas más vulnerables a la deshidratación leve. En tareas que requieren concentración continua, como seguir una conversación clínica, realizar ejercicios terapéuticos o cumplir pautas farmacológicas, el estado de hidratación puede marcar la diferencia entre el éxito o el fracaso funcional.
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¿Quiénes están en riesgo?
Adultos mayores
El envejecimiento conlleva cambios fisiológicos que reducen la sensibilidad a la sed. Además, muchos adultos mayores restringen voluntariamente la ingesta de agua por miedo a la incontinencia, lo cual incrementa el riesgo de deshidratación crónica subclínica.
Pacientes con deterioro cognitivo
Los pacientes con demencia, enfermedad de Parkinson o lesiones cerebrales pueden olvidar beber agua, tener dificultad para comunicarse o mostrar menor iniciativa, lo cual los hace especialmente vulnerables.
Climas cálidos o institucionalización
El aumento de la temperatura ambiental (con o sin esfuerzo físico) incrementa las pérdidas hídricas. Las residencias, hospitales o centros de día deben implementar protocolos activos de hidratación, especialmente en verano.
Recomendaciones clínicas basadas en la evidencia
Valoración rutinaria de hidratación
- Incorporar preguntas sobre consumo de líquidos, presencia de síntomas inespecíficos (cefalea, fatiga, mareo) y signos físicos.
- Considerar la solicitud de Sosm en pacientes con alteraciones cognitivas sin causa aparente.
Intervenciones preventivas
- Promover la ingesta regular de agua, incluso en ausencia de sed.
- Facilitar el acceso a líquidos (vasos con pajita, recordatorios visuales, horarios estructurados).
- Evitar bebidas diuréticas como el café, el té negro o el alcohol en exceso.
- Supervisar la hidratación en días de altas temperaturas o durante infecciones febriles.
Aplicaciones terapéuticas
En contextos de neurorrehabilitación o terapia cognitiva, asegurar una correcta hidratación previa a la sesión puede potenciar el rendimiento en tareas de atención sostenida, y con ello mejorar la eficacia terapéutica.
Limitaciones de los estudios y futuras líneas de investigación
Limitaciones metodológicas del estudio
- Se realizó en una población predominantemente de personas blancas, lo que limita la generalización.
- No se evaluaron de forma directa las cantidades exactas de agua ingerida.
- La atención sostenida fue la única función claramente alterada, lo que plantea preguntas sobre la especificidad del efecto.
Futuros estudios necesarios
- Replicar el estudio en poblaciones más diversas.
- Analizar el efecto de la sobrehidratación.
- Incorporar tareas ecológicas de atención que simulen situaciones reales (por ejemplo, lectura prolongada, conducción simulada, tareas duales).
Conclusiones
La evidencia actual señala que una hidratación adecuada no solo previene trastornos físicos, sino que también contribuye al mantenimiento de la atención, especialmente en adultos mayores. La atención sostenida, como función clave en múltiples actividades clínicas y cotidianas, puede verse significativamente comprometida incluso por deshidrataciones leves.
En este contexto, el agua se convierte en una herramienta terapéutica silenciosa pero poderosa. Desde la consulta clínica hasta la rehabilitación neuropsicológica, promover la hidratación debe considerarse una intervención esencial para optimizar el rendimiento cognitivo y preservar la calidad de vida.
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Preguntas frecuentes sobre hidratación y atención
1. ¿Cómo afecta la deshidratación a la atención?
La deshidratación, incluso en grados leves, puede afectar negativamente la atención sostenida. Estudios recientes han demostrado que personas con niveles elevados de osmolalidad sérica (indicador de deshidratación) presentan un rendimiento inferior en tareas que requieren mantener la atención durante periodos prolongados.
2. ¿Qué tipo de atención es más sensible al estado de hidratación?
La atención sostenida es la más afectada por la deshidratación. Esta función permite mantener el enfoque de manera continua en una tarea durante un largo intervalo de tiempo, como ocurre en sesiones terapéuticas, lectura de informes clínicos o conducción prolongada. Otras funciones como la memoria de trabajo o la atención selectiva parecen ser menos sensibles a cambios leves en la hidratación.
3. ¿Cuánta agua debo beber para mantener una buena atención?
No existe una cantidad única para todos, pero en general se recomienda un consumo de entre 1,5 y 2 litros de agua diarios. Mantener una hidratación adecuada ayuda a preservar el rendimiento cognitivo, especialmente en tareas que requieren alta atención. Es importante beber líquidos a lo largo del día, incluso sin sentir sed.
4. ¿La atención se ve afectada en adultos mayores por una mala hidratación?
Sí. Los adultos mayores son especialmente vulnerables, ya que su sensación de sed disminuye con la edad. Esto puede llevar a una deshidratación crónica que impacta negativamente en la atención, aumentando el riesgo de errores, caídas y disminución en la capacidad para seguir tratamientos o participar en programas de rehabilitación cognitiva.
5. ¿Beber agua mejora la atención de forma inmediata?
En ciertos casos, sí. En personas ligeramente deshidratadas, beber agua puede mejorar rápidamente la atención, sobre todo en tareas repetitivas o largas. Sin embargo, lo más efectivo es prevenir la deshidratación manteniendo un consumo regular de agua a lo largo del día.
6. ¿Cómo puedo saber si mi atención está afectada por deshidratación?
Algunos signos indirectos incluyen dificultad para concentrarse, aumento de los errores, fatiga mental y sensación de confusión. Si estos síntomas aparecen junto con sequedad bucal, cefalea o poca frecuencia urinaria, es posible que tu atención esté viéndose comprometida por una hidratación insuficiente.
7. ¿Qué recomendaciones existen para mejorar la atención desde la hidratación?
- Beber agua regularmente, no solo cuando se sienta sed.
- Incluir líquidos en cada comida.
- Supervisar la ingesta hídrica en contextos de calor o durante infecciones.
- Asegurar una buena hidratación antes de actividades que requieran alta atención, como sesiones clínicas, conducción o exámenes.
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