El psicólogo clínico especialista en neuropsicología infantil Luis Miguel Echavarría explica en este artículo los trastornos del neurodesarrollo y su impacto en las funciones cognitivas.
En los últimos años el interés por conocer el funcionamiento del cerebro, tanto en condiciones normales como en patológicas, se ha incrementado y ha despertado la necesidad de trabajar de manera integrada en distintos niveles con el fin de ayudar a las personas que presenten una determinada condición.
Los trastornos del neurodesarrollo se encuentran dentro de ese foco de interés y de ahí la necesidad de conocer cuáles son las consecuencias que poseen y el impacto que generan en los diferentes ámbitos de actuación de la persona, enfatizando sobre todo en el área cognitiva.
Para ello es necesario conocer que implica el neurodesarrollo, cómo se organizan las funciones cognitivas a lo largo del desarrollo y de qué manera éstas últimas se pueden ver afectadas al presentarse una alteración.
¿Qué es el neurodesarrollo?
El desarrollo del sistema nervioso, también llamado neurodesarrollo, es un proceso complejo que inicia en la etapa embrionaria, continúa en el periodo fetal y prosigue a lo largo de la vida (Enseñat, Roig & Molina, 2015), encontrándose marcado por una serie de cambios y que posee varias etapas (formación del tubo neural, proliferación, migración, organización y mielinización), cada una de ellas manifestada por un aspecto particular que en su conjunto permitirán la consolidación de estructuras, adquisición de habilidades en distintas áreas y la organización de la persona (Medina et al., 2015).
Según Pérez y Capilla (2011), dicho desarrollo está regido por principios:
Discontinuidad: nos indica que hay cambios en distintas etapas y serán apreciadas de manera cualitativa distinta en las personas, aunque ello puede verse influenciado por el contexto.
Interacción genética ambiente: señala que los seres humanos poseemos una carga genética significativa que moldea nuestra actividad, aunque el medio en el que se desenvuelve la persona juega un rol importante ya sea de manera favorable o en contra, dejándose de lado la concepción de que presentamos un determinismo biológico o medio ambiental.
Jerarquía: el cerebro es una compleja maquinaria, que está organizada ordenadamente en tiempos diferentes, formándose primero las áreas sensoriales, motoras y luego las asociativas. La gran complejidad de nuestro cerebro depende en cierta medida de la conectividad que establecen sus células (Arnedo, Montes, Bembibre & Triviño, 2015)
Es preciso indicar que el adecuado desarrollo del sistema nervioso se verá reflejado externamente en la persona a través de las características motoras, emocionales, cognitivas y otras; no obstante, en esta ocasión centraremos nuestra atención en lo cognitivo.
Pero, ¿Qué son las funciones cognitivas?
Las funciones cognitivas también llamadas funciones neuropsicológicas o funciones superiores, son un conjunto de procesos mentales que poseemos los seres humanos para realizar diversas actividades logrando así ser seres autónomos e independientes.
Ardila y Ostrosky (2012), consideran como funciones neuropsicológicas a la atención, la memoria, la praxia, la gnosia, las habilidades espaciales, las funciones ejecutivas, el lenguaje, la lectura, la escritura y el cálculo.
Debe resaltarse que el neurodesarrollo y el desarrollo cognitivo poseen un crecimiento paralelo (Pérez & Capilla, 2011; Artigas-Pallarés & Narbona, 2011) y resulta ser diferente en cada persona, pues como se indicó líneas arriba, hay múltiples factores que pueden influir sobre ellas.
Conocer el curso evolutivo “normal” de las funciones cognitivas es importante, pues a partir de ello se pueden identificar posibles alteraciones y/o desviaciones de dicho curso (Enseñat et al., 2015).
Relación entre las etapas del desarrollo, el desarrollo cerebral y la adquisición de las capacidades cognitivas
En la Tabla 1 se presenta una breve síntesis de la relación entre las etapas del desarrollo, el desarrollo cerebral y la adquisición de las capacidades cognitivas, todo dentro de lo que llamaremos “lo esperado” o “desarrollo típico”, más conocido como lo “normal” por la mayoría.
Si bien esto no es concluyente, puesto que por un lado las investigaciones sobre el cerebro se dan de manera continua, encontrándose nuevos hallazgos y, de otra parte, debido a que el desarrollo es diferente en tiempos distintos; sin embargo, permite tener un acercamiento y una apreciación a lo enmarañado e indivisible que es este proceso y de lo diverso que puede resultar en cada persona.
Trastornos del neurodesarrollo
Lo descrito en la tabla 1 nos permite tener una referencia de lo típico; pero, ¿qué pasa si algunos niños no siguen esos parámetros?, entonces nos encontraríamos frente a un escenario en el que podría hablarse de retraso en la adquisición de habilidades o de un trastorno.
Los trastornos del neurodesarrollo son un grupo de condiciones heterogéneas vinculadas a la maduración del cerebro y que siguen un curso evolutivo estable (Artigas-Pallarés & Narbona, 2011), que se caracterizan por un retraso o alteración en la adquisición de habilidades en dominios del desarrollo como el área motora, social, lenguaje y cognición” (Thapar, Cooper & Rutter, 2016), asociadas a dificultades conductuales, sociales, académicas y de funcionamiento adaptativo (Artigas-Pallarés, Guitart & Gabau-Villa, 2013).
Clasificación de los trastornos del neurodesarrollo
Existe una amplia clasificación de los trastornos del neurodesarrollo, aunque según Artigas-Pallarés y Narbona (2011), puede dividirse en:
Aquellos en los que no hay una causa específica, pero que poseen una base genética, aquí se pueden ubicar todos aquellos trastornos que se encuentran en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales en su quinta edición (DSM – V; Asociación Americana de Psiquiatría [APA], 2014) bajo la denominación de “trastornos del neurodesarrollo” y son: Discapacidad intelectual, Trastornos de la comunicación, Trastorno del espectro del autismo (TEA), Trastorno de déficit de atención con hiperactividad (TDAH), Trastornos específico del aprendizaje, Trastornos motores y Trastornos de tics.
Alteraciones en las que hay un gen determinado y que se vinculan a alteraciones estructurales, tales como el Síndrome de Down, síndrome de Rett, síndrome de Williams, entre otros.
Los que presentan una causa ambiental conocida, como por ejemplo el síndrome alcohólico fetal, alteraciones embrionarias por ácido valproico, etc.
Los avances tecnológicos, han arrojado luz sobre cómo funciona el cerebro (D´Souza & Karmiloff-Smith, 2017), aunque ello no ha permitido que se establezcan alteraciones cerebrales asociadas a una determinada etapa del neurodesarrollo.
Pero lo que sí que han permitido algunas técnicas de neuroimagen, es identificar cambios asociados al desarrollo cerebral y cognitivo (Enseñat et al., 2015).
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Impacto de los Trastornos de Neurodesarrollo en las funciones cognitivas
Los trastornos del neurodesarrollo generan un gran impacto en múltiples áreas y sobe todo en las funciones cognitivas, las mismas que limitan al sujeto en su vida diaria y que son distintas en cada persona que presente, tal alteración; además, es posible que una persona pueda manifestar más de un TNd (Gonzáles, Palazón & Javaloyes, 2020).
Por ello, resulta necesario observar el desarrollo del niño y cualquier signo que nos indique que no se encuentra en el camino de lo típico debe llamarnos la atención para que pueda recibir la atención oportuna.
Estos signos, considerados de “alarma”, no necesariamente implican un trastorno, pero permitirían identificar de manera temprana la presencia de alguna alteración (Medina et al., 2015) y derivar a la atención del profesional que mejor corresponda.
La exploración neuropsicológica
Para conocer estos déficits cognitivos es necesario llevar a cabo una exploración neuropsicológica que permitirá conocer el perfil de desempeño del niño (fortalezas y debilidades) integrando los datos en un marco comprensivo que incluye varias fases y no sólo centrándose en la administración de test (Echavarría-Ramírez & Tirapu-Ustarroz, en prensa).
Una de las limitaciones con la que nos encontramos cuando tenemos un caso de un presunto trastorno del neurodesarrollo (TNd), es que el diagnóstico se basa sólo y exclusivamente en instrumentos (test). Esto es debido en cierta medida a la falta de preparación por parte del profesional y al gran número de instrumentos que aparecen bajo esa denominación y que son producto de la comercialización (Benedet, 2017).
Con esto no se quiere desprestigiar a los test, por el contrario son un elemento esencial en la evaluación y sabemos que la psicometría e instrumentación son los pilares de la evaluación y de la psicología; no obstante, quienes hacen uso de dichas herramientas, muchas veces, carecen de profundización de lo que ello implica y centran su valoración en el puntaje sin tomar en cuenta otros aspectos como la historia del paciente, la entrevista y observación, siendo en realidad el diagnóstico un proceso deductivo de estos datos y que además depende del conocimiento teórico, la especialización y la experiencia clínica del profesional.
Alteraciones cognitivas en los trastornos del neurodesarrollo
A continuación, se presentará una tabla en la que se describen las alteraciones cognitivas en algunos trastornos del neurodesarrollo y como se puede apreciar, muestran una alta variabilidad de alteraciones y déficits cognitivos y en muchos casos es posible encontrar comorbilidades o superposición con otros trastornos (Thapar et al. 2016), por lo que la atención y la intervención deberán de ser especializadas y dirigidas a las necesidades de cada caso.
En función de ello se puede precisar la necesidad de un trabajo interdisciplinario que permitan anotar que la intervención de los TNd dependerá en buena medida del tipo de trastorno y los síntomas que predominen en cada caso (Gonzáles et al., 2020), estableciéndose programas individualizados, diferenciados y personalizados (Echavarría-Ramírez, Díaz-Reyes & Narzisi, 2020; Echavarría-Ramírez & Tirapu-Ustarroz, en prensa).
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Tipos de intervención
Cabe enfatizar que los tipos de intervención se dividen en farmacológicas y no farmacológicas.
1. Farmacológica
Uso exclusivo de medicamentos, en el caso del TDAH se emplea metilfenidato o en el TEA se usa la risperidona, por ejemplo.
2. No farmacológica
Intervenciones psicológicas, orientadas a la modificación de conducta, comunicación, habilidades sociales, familiares, psicoeducativas, entre otras. Las terapias no farmacológicas cuentan con mayor número de opciones en la actualidad (Gonzáles et al., 2020), y además, resultan importantes y no son exclusivas ni excluyentes entre sí, pero se pueden combinar (Echavarría-Ramírez et al., 2020).
Conclusiones
Es preciso señalar que el neurodesarrollo es un proceso complejo e influenciado por múltiples factores, caracterizado por diversas etapas, las mismas que asegurarán la organización del individuo.
Una alteración en algunas de esas etapas puede conllevar a lo que se denomina un trastorno del neurodesarrollo, que se singulariza también por diversas manifestaciones conductuales, motoras, cognitivas, emocionales, sociales y en cada caso tales alteraciones se expresan de manera distinta y en algunas situaciones se aprecian superposiciones con otros trastornos y, por consiguiente, las manifestaciones de las alteraciones también serán distintas.
El diagnóstico es un proceso que depende de varios factores y no se limita al uso exclusivo de test, si bien son necesarios, debemos de tomar en cuenta esas otras variables; por lo que, desde la neuropsicología, la necesidad de identificar las alteraciones cognitivas, es fundamental a través de la “exploración neuropsicológica” dirigida a analizar de manera global el perfil de fortalezas y debilidades.
A partir del diagnóstico, resulta imprescindible implementar programas de intervención dirigidos a las necesidades de cada persona, sin dejar de lado el trabajo interdisciplinario, con el fin de potenciar el desarrollo del niño.
Bibliografía
- Arango-Lasprilla, J., Rivera, D. & Olabarrieta-Landa, L. (2017). Neuropsicología infantil. Bogotá: Manual Moderno.
- Ardila, A. & Ostrosky, F. (2012). Guía para el Diagnóstico Neuropsicológico. México. Ed. Manual Moderno.
- Arnedo, M., Montes, A., Bembibre, J. & Triviño, M. (2015). Neuropsicología infantil a través de casos clínicos. Madrid: Editorial Médica Panamericana
- Artigas-Pallarés, J. & Narbona, J. (2011). Trastornos del neurodesarrollo. Madrid: Viguera.
- Artigas-Pallarés, J., Guitart, M. & Gabau-Vila, E. (2013). Bases genéticas de los trastornos del neurodesarrollo. Revista de Neurología 56(S01), S23-S34. doi: https://doi.org/10.33588/rn.56S01.2012658
- Asociación Americana de Psiquiatría (2014). Manual de diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (5° ed.; DSM-5). Arlington, VA.
- Benedet, M. (2017). El TDAH no es una condición negativa. La causa de tan elevado porcentaje de diagnósticos erróneos. Acercamiento desde la neurociencia cognitiva. Madrid: CEPE
- D´Souza, H. & Karmiloff-Smith, A. (2016). Neurodevelopmental disorders. Wiley Interdisciplinary Reviews: Cognitive Science, 8(1-2), e1398–. doi:10.1002/wcs.1398
- Echavarría-Ramírez, L., Díaz-Reyes, D. & Narzisi, A. (2020). Trastorno del Espectro Autista: Pauta para el manejo durante el período de aislamiento social por el Coronavírus (COVID-19). Cuadernos de Neuropsicología / Panamerican Journal of Neuropsychology 14(1), 35-41. doi: 10.7714/CNPS/14.1.205
- Echavarría-Ramírez, L. & Tirapu-Ustarroz, J. (en prensa). Exploración neuropsicológica en la discapacidad intelectual. Revista de Neurología
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