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FOMO: El miedo a quedarse fuera de la era digital

FOMO El miedo a quedarse fuera de la era digital NeuronUP

FOMO El miedo a quedarse fuera de la era digital NeuronUP

La psicóloga Kira Guerra Franco y el psicoterapeuta Iván Baliña Rodríguez-Valcarce exponen en este artículo cómo el FOMO (Fear of Missing Out), impulsado por el uso de redes sociales, genera un fenómeno de ansiedad social que afecta a millones de personas que buscan estar continuamente conectadas para no perderse nada en la era digital.

¿Te has sentido alguna vez angustiado al ver fotos de una fiesta a la que no asististe, deseando haber estado allí? Tal vez te preguntaste si te estabas perdiendo la mejor noche de tu vida mientras veías las fotos en la pantalla de inicio de Instagram. Si te ha sucedido algo similar, es probable que hayas experimentado FOMO.

Introducción

En la era digital, las redes sociales han transformado profundamente la forma en que interactuamos, nos comunicamos y percibimos el mundo (Díaz & Extremera, 2020). La proliferación de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), especialmente a través de plataformas digitales, ha amplificado algunos fenómenos psicológicos, entre los cuales destaca el Fear of Missing Out (FOMO), o el miedo a perderse algo.

Este término, acuñado por Dan Herman y popularizado por Przybylski et al. (2013), describe la ansiedad que surge al sentir que otros están disfrutando experiencias de las cuales uno está ausente (Torres Serrano, 2020; Gupta y Sharma, 2021), mostrando un deseo de estar continuamente conectado con lo que hacen los demás (Przybylski et al., 2013).

Puede existir como un sentimiento episódico que se produce en mitad de una conversación, como una disposición a largo plazo o como un estado mental que lleva al individuo a sentir una sensación más profunda de inferioridad social, soledad o rabia intensa (Gupta y Sharma, 2021). A pesar de que el FOMO no es exclusivo de las redes sociales, la proliferación de estas plataformas ha exacerbado este miedo antiguo.

El impacto de este fenómeno no se limita a los individuos que lo experimentan; también afecta a la sociedad en su conjunto. Las redes sociales han creado una nueva dinámica de interacción en la que la exposición a la vida de los demás, cuidadosamente seleccionada y presentada, genera unas expectativas muchas veces distorsionadas sobre lo que significa vivir una vida plena (Braña Sánchez & Moral Jiménez, 2023).

Funcionamiento de algoritmos

Las plataformas digitales no son neutrales; están diseñadas para maximizar el tiempo de interacción de los usuarios, utilizando técnicas de refuerzo positivo intermitente, como notificaciones y validaciones sociales, para mantener a los receptores activos en la plataforma. Esto crea un ciclo difícil de romper, especialmente en adolescentes, quienes son más vulnerables a la gratificación instantánea (Wu et al., 2013).

Los algoritmos que emplean responden a intereses comerciales. Robert Cialdini, en la nueva edición de Influencia (2021), explica cómo estos algoritmos emplean principios de persuasión, como el refuerzo intermitente y la reciprocidad.

La exposición repetida a estímulos positivos, como «me gusta» o comentarios, refuerza el comportamiento de uso constante, lo que, desde un punto de vista neuropsicológico, afecta las áreas del cerebro responsables de la autorregulación y el autocontrol, como la corteza prefrontal (Turel et al., 2014).

Esta dependencia de los algoritmos no solo impacta a nivel individual, sino también a nivel social. La personalización del contenido puede generar burbujas informativas y polarización (Todorovich, 2021), afectando la cohesión social y contribuyendo a la fragmentación de las comunidades. Además, esta dinámica de manipulación refuerza los comportamientos superficiales y de comparación social, lo que puede tener efectos negativos en la autoestima de los usuarios, especialmente en los jóvenes (Vogel et al., 2014).

El FOMO en el contexto de la adolescencia

Pese a que este fenómeno puede afectar a personas de cualquier edad, el impacto del FOMO es particularmente relevante en los jóvenes, quienes atraviesan un período crítico de desarrollo cerebral y emocional (Błachnio & Przepiorka, 2018). Durante esta etapa, el cerebro es especialmente vulnerable a influencias externas debido a su alta plasticidad.

En su búsqueda por comprenderse a sí mismos y establecer su identidad, los adolescentes utilizan estas plataformas como una herramienta para explorar y experimentar con diversas formas de autoexpresión y conexión social. El FOMO, en este contexto, actúa como un catalizador para el uso de las redes, donde la necesidad de encontrar esta identidad digital conduce a una exposición masiva de actividades y experiencias. Perderse algo, por tanto, podría implicar la sensación de exclusión minando la autoestima de quien lo siente. A mayores, la presión social y la validación en línea puede afectar al comportamiento, buscando realizar actividades en todo momento.

Áreas cerebrales implicadas

Dado que el fenómeno del FOMO es relativamente novedoso, aún no existen estudios concluyentes sobre todas las áreas del cerebro y procesos neuropsicológicos implicados. No obstante, investigaciones han demostrado que áreas del cerebro como la corteza cingulada anterior (ACC), la ínsula y la corteza prefrontal dorsolateral (DLPFC) se activan durante experiencias de exclusión social (Eisenberger et al., 2003, 2007; Burklund, Eisenberger, & Lieberman, 2007; DeWall et al., 2010; Kross et al., 2007, 2011; Chester, DeWall, & Pond, 2016).

La activación de la corteza cingulada anterior (ACC), por ejemplo, se ha vinculado con el dolor emocional que surge al sentirse excluido o no participar en eventos sociales (Eisenberger et al., 2003). Esta área del cerebro se activa tanto en situaciones de exclusión social, como en escenarios de dolor físico, lo que refleja la intensidad del malestar que puede generar el FOMO. Asimismo, está involucrada en el procesamiento emocional y en la evaluación de conflictos. La ínsula, por su parte, juega un rol crucial en la interocepción, es decir, la percepción de las sensaciones internas del cuerpo, y su activación en situaciones de exclusión social amplifica las respuestas emocionales negativas (Eisenberger et al., 2007).

Desde una perspectiva más amplia, el FOMO no solo afecta la regulación emocional, sino también el procesamiento cognitivo. La sobrecarga de información y la necesidad constante de verificar qué sucede en el entorno, especialmente el digital, fragmentan la atención y dificultan la reflexión profunda (Shanmugasundaram & Tamilarasu, 2023), desembocando en una información consumida rápidamente y olvidada con igual rapidez.

Tampoco está claro qué vía de recompensa está implicada en sus efectos reforzadores. Está ampliamente aceptado que las vías dopaminérgicas, en particular los sistemas mesolímbicos, se activan con las conexiones sociales satisfactorias (Gupta y Sharma, 2021; Todorovich, 2021). Asimismo, la codificación del error en la predicción de la recompensa y los patrones variables de la misma mantienen estos comportamientos.

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Consecuencias sociales y emocionales del FOMO

El FOMO afecta al bienestar emocional y social de los individuos. Algunos estudios respaldan que la presión constante por estar al tanto de las actividades de otros, unida a la necesidad de validación social, puede llevar a niveles notorios de estrés, ansiedad y agotamiento mental (Alkis, Kadirhan, & Sat, 2017; Gupta y Sharma, 2021;Tanhan et al., 2022).

Las personas que temen perderse interacciones con sus pares o eventos sociales gratificantes pueden mostrar una desregulación en el uso de las redes, manteniéndose constantemente conectadas para aliviar la ansiedad que les provoca una posible exclusión (Fioravanti et al., 2021; Ferreira et al., 2021).

El sociólogo Zygmunt Bauman en su obra Generación Líquida (2000) argumenta que las relaciones sociales en la modernidad se han vuelto frágiles, lo cual es evidente en la dinámica de las redes. Las conexiones en línea muchas veces van de la mano de la superficialidad, creando una desconexión entre la vida idealizada que se presenta en las plataformas digitales y la compleja realidad humana. Esta disonancia entre la vida digital y la vida tangible genera frustración y dolor, ya que las expectativas irreales sobre lo que significa tener éxito o ser amado no se corresponden con las experiencias físicas, lo que afecta negativamente la autoestima y el bienestar emocional de los individuos (Chou & Edge, 2012).

Sin embargo, cabe destacar que, hasta el momento, en la literatura científica no existe consenso respecto a la asociación entre internet, FOMO y síntomas de depresión y/o ansiedad (Akbari et al., 2021).

Estrategias de manejo del FOMO

Para gestionar el FOMO y sus efectos, se han propuesto diversas estrategias.

Método FOMO-R

El método FOMO-R (Alutaybi et al., 2020) es un enfoque basado en la autoevaluación y la planificación de acciones concretas para aumentar el control ante el uso de redes sociales. Este método incluye cinco etapas: preparación, planificación, acción, evaluación y revisión. Estas fases permiten que los individuos identifiquen sus patrones de uso, desarrollen estrategias para gestionar el FOMO y evalúen la eficacia de dichas estrategias.

1. Etapa de preparación

En esta etapa se busca aumentar la conciencia sobre el FOMO, ayudando a los individuos a entender los diferentes tipos que pueden experimentar. Utilizando un folleto de autoevaluación, se diagnostican los síntomas específicos de FOMO, preparando a los individuos para la siguiente etapa.

2. Etapa de planificación

El objetivo aquí es que los individuos planifiquen cómo gestionar su FOMO, proporcionándoles contramedidas específicas. Estas incluyen técnicas y estrategias para prevenir.

3. Etapa de acción

En esta fase, los individuos implementan y practican las contramedidas seleccionadas durante la etapa de planificación. Se les anima a dedicar un tiempo específico, generalmente una semana, para ensayar estas técnicas y prevenir recaídas.

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4. Etapa de evaluación

Los individuos evalúan la eficacia de las contramedidas utilizadas. Si encuentran que al menos una contramedida es útil para cada tipo de FOMO, pasan a la etapa de revisión. Si no, identifican los desafíos y seleccionan nuevas contramedidas o regresan a etapas anteriores para ajustar su enfoque.

5. Etapa de revisión

Los individuos revisan las acciones realizadas en las etapas anteriores para determinar si han logrado controlar su FOMO. Si tienen éxito, el proceso termina o vuelve a la preparación para identificar otros posibles tipos. Si no logran controlar su FOMO, revisan y ajustan su enfoque hasta encontrar una solución efectiva. Además, se les proporciona ayuda adicional con el fin de fomentar el empoderamiento individual.

El FOMO-R proporciona un marco estructurado para ayudar a las personas a reducir su ansiedad en torno al FOMO, promoviendo una regulación emocional más saludable. Este enfoque puede ser especialmente útil para adolescentes.

Además, integrar técnicas de prevención y autocuidado, como el mindfulness (Chan et al., 2022), permite a las personas reconectar con el presente y distanciarse de la necesidad de validación.

Reflexión final

El FOMO y el uso excesivo de las redes sociales son fenómenos característicos de la era de la hiperconectividad, con profundas implicaciones en el bienestar emocional y social. Si bien las redes sociales han facilitado enormemente la comunicación y el acceso a la información, también han introducido nuevos desafíos, especialmente en términos de salud mental (Soriano-Sánchez, 2022).

Como individuos y como sociedad, es esencial que reflexionemos sobre nuestra relación con el mundo digital y promovamos un uso saludable y consciente de estas tecnologías. Esto incluye fomentar la desconexión consciente, desarrollar estrategias de autocuidado y prevención, y promover una educación digital responsable que permita a las personas, especialmente los jóvenes, reconectar con el mundo fuera de la pantalla (Martínez, 2021).

En lugar de demonizar las redes sociales, debemos enfocarnos en aprovechar sus beneficios mientras mitigamos sus posibles efectos negativos. El llamado a la reflexión colectiva es urgente, no se trata de blanco o negro; promover prácticas de atención plena y ofrecer alternativas saludables dentro del uso de la tecnología son pasos clave para asegurar que el mundo digital enriquezca, en lugar de eclipsar, los pilares fundamentales de nuestra sociedad: las relaciones humanas, el desarrollo personal y la conexión con el presente.

Bibliografía

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