En cierto modo, ya habrás utilizado una forma de funciones ejecutivas para buscar y hacer clic en este artículo.
Y, ahora que lo estás leyendo, estarás utilizando otra forma de función ejecutiva para retener tu atención, permitiendo a tu cerebro minimizar cualquier ruido de fondo que pudiera haber causado una distracción.
Pero, ¿qué son exactamente las funciones ejecutivas? ¿Y por qué son tan importantes?
¿Qué son las funciones ejecutivas?
Según la definición del Center on the Developing Child de la Universidad de Harvard, las funciones ejecutivas se refieren a «un conjunto de procesos mentales que nos permiten planificar el tiempo, recordar instrucciones, centrar la atención y manejar múltiples tareas con éxito». Gracias a estas habilidades, somos capaces de filtrar cualquier distracción, priorizar tareas, controlar nuestros impulsos y establecer objetivos alcanzables en nuestras vidas.
Ya sea concentrarse en la escuela, planificar unas vacaciones, organizar una reunión con amigos y familiares, crear una campaña en el lugar de trabajo o construir un conjunto de muebles de IKEA, las funciones ejecutivas nos dan la capacidad de manejar muchas áreas de la vida al permitirnos hacer las cosas.
Al igual que un director de orquesta, las funciones ejecutivas gestionan eficazmente la amplia gama de procesos internos del cerebro, organizando a cada «músico» -o capacidad cognitiva– para que sepan cuándo entrar en acción, con quién, cuánto o cómo parar.
Sin este nivel de control ejecutivo, nuestros cerebros simplemente no podrían trabajar sin problemas o funcionar de la manera correcta, dejándonos con una falta de autocontrol y una incapacidad para gestionar adecuadamente nuestro comportamiento.
El papel de las funciones ejecutivas
Las funciones ejecutivas desempeñan un papel fundamental en nuestra capacidad para funcionar con normalidad. Por eso, cuando no funcionan correctamente, esto puede tener un efecto drástico en nuestra capacidad de concentración, de gestionar múltiples cargas de trabajo, de descartar información irrelevante, de controlar nuestros impulsos y de recordar cosas de forma eficaz.
No solo eso, sino que cuando estas funciones ejecutivas no funcionan en conjunto, las funciones ejecutivas de orden superior también pueden verse afectadas, afectando a nuestra capacidad de resolver problemas, razonar y planificar (Miller y Wallis, 2009).
Por esta razón, los problemas de las funciones ejecutivas se asocian comúnmente con el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) y la demencia, dos condiciones neurológicas caracterizadas por síntomas como la incapacidad de atención y la falta de control sobre las reacciones emocionales.
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Problemas de disfunción ejecutiva
Cuando las funciones ejecutivas se ven afectadas negativamente de algún modo -ya sea por la adicción, la falta de sueño, el estrés o la enfermedad- suele haber una amplia gama de consecuencias.
Estas varían de una persona a otra, pero, en general, suelen incluir:
Ansiedad
Los sentimientos de ansiedad son habituales cuando las funciones ejecutivas se ven alteradas.
Se cree que el estrés, por ejemplo, perturba la memoria de trabajo y la flexibilidad cognitiva (Shields et al., 2016), lo que altera nuestra capacidad para organizarnos, planificar nuestro tiempo y trabajar de forma productiva. Debido a esta incapacidad para concentrarse, los sentimientos de pánico y ansiedad pronto pueden empezar a aparecer, elevando aún más nuestros niveles de estrés y creando una especie de trampa.
Retrasos
Las funciones ejecutivas controlan nuestra capacidad para gestionar el tiempo de forma eficaz, planificando nuestros días para priorizar qué tareas hay que hacer y cuándo. Por lo tanto, en los casos en los que esto se ve afectado, muchas personas llegarán a menudo tarde y les resultará difícil saber qué tareas tienen que hacer primero.
Así mismo, es común perder pertenencias debido al fallo de las funciones ejecutivas en nuestra memoria de trabajo.
Falta de autocontrol
Los déficits de la función ejecutiva también pueden afectar significativamente a la capacidad de alguien para concentrarse y realizar tareas, especialmente en los momentos en que necesita realizar varias tareas a la vez.
Se cree que esto se debe a la falta de autocontrol y a la incapacidad de priorizar las cargas de trabajo, lo que nos hace más propensos a procrastinar o a tener problemas para controlar nuestro comportamiento impulsivo.
¿Cómo mejorar las funciones ejecutivas?
Las deficiencias de las funciones ejecutivas pueden ser increíblemente usuales, pero, afortunadamente, hay varias formas de abordarlas.
Una de ellas es la terapia de rehabilitación cognitiva, cuyo objetivo es mejorar el funcionamiento cognitivo en caso de lesión cerebral o deterioro cognitivo para restablecer el funcionamiento normal o compensar los déficits cognitivos.
Además, la creación de listas de comprobación y la confección de calendarios, por ejemplo, pueden ser muy valiosas cuando se tiene problemas con la gestión del tiempo, ya que facilitan la gestión de las cargas de trabajo en un formato más visual.
Del mismo modo, anotar las fechas, los plazos, los nombres y los números de teléfono puede reforzar la memoria de trabajo, ayudando a garantizar que no se pierda o se olvide involuntariamente ninguna información importante.
Por otro lado, gestionar los niveles de estrés de forma adecuada también puede mejorar significativamente las funciones ejecutivas. Ya sea practicando técnicas de atención plena, pasando más tiempo al aire libre, viendo a los amigos o a la familia, o simplemente dejando más tiempo entre las actividades, todas las formas de alivio del estrés ayudarán a mantener en funcionamiento los engranajes internos del cerebro.
Conclusiones
Así que, en respuesta a la pregunta «¿qué son las funciones ejecutivas?», se trata de los procesos mentales que dan forma a nuestro día a día y nos hacen ser quienes somos.
Sin ellas, nuestra vida se vería considerablemente alterada, lo que no solamente afectaría a nuestra capacidad para trabajar con eficacia, sino también para mantener relaciones.
Por lo tanto, es importante hacer lo que pueda para mantener sus funciones ejecutivas sanas a largo plazo. De lo contrario, podría acabar sustituyendo el teléfono, la cartera o las llaves perdidas con más frecuencia de la que le gustaría.
Bibliografía
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- Miller, E. & Wallis, J. (2009). Executive Function and Higher-Order Cognition: Definition and Neural Substrates. Encyclopedia of Neuroscience. 4, 99–104. DOI: 10.1016/B978-008045046-9.00418-6.
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