La neuropsicóloga Diana Carolina Gomez Blanco nos acerca en este artículo al concepto de la neurodiversidad.
En los últimos años ha surgido en las esferas de las asociaciones de autismo y otras neurodivergencias un concepto que está cambiando el paradigma con el que se suele comprender la discapacidad, así como los llamados trastornos del neurodesarrollo y psiquiátricos, en el que se cuestiona si en realidad existe lo que llamamos un cerebro “normal”.
En este sentido, el ser humano ha desarrollado estándares y medidas exactas. Así, por ejemplo, en el sótano de la sede de la Oficina Internacional de Pesos y Medidas (BIPM), en Sevres (Francia), se encuentra aquella pieza de metal que representa el estándar mundial para el kilogramo, y todas las medidas de kilo son calibradas y pesadas con dicho prototipo, el cual se encuentra altamente custodiado.
Ahora bien, no existe tal estándar para el cerebro humano. Por el momento no existe en ningún museo un órgano preservado y usado como el estándar de medición de lo normal y anormal, pese a que a lo largo de los años se han realizado intentos por estandarizar el comportamiento humano y su cognición en base a diferentes casuísticas: modelos que señalan que el peso del cerebro era equivalente al nivel de inteligencia, la popularización de test de inteligencia para clasificarla o la postulación de clasificaciones psiquiátricas para aquellos comportamientos que salen del estándar esperado.
Sin embargo, a día de hoy, gracias a los avances en los estudios de la neurociencia, se ha llegado a comprender que no es tan sencillo determinar qué es normal o anormal. ¿Qué tan cierto será que aquello que hoy en día conocemos como trastornos no lo sean exactamente? (Armstrong, 2015, p. 1-4).
Qué es la neurodiversidad – Concepto de neurodiversidad
La neurodiversidad fue descrita por primera vez en 1998 por la socióloga y activista Judy Singer, quien lo concibió como un sinónimo de la biodiversidad neurológica. Se estima que entre el 15% y 20% de la población tiene un desarrollo neurológico diferente, siendo denominadas neurodivergentes, mientras que, a aquellos que cursan el desarrollo esperado se les llaman neurotípicos (Fundaciò factor humà, 2020, p. 2). Ambos, neurotípicos y neurodivergentes, conforman la neurodiversidad del cerebro humano.
Entre los llamados neurodivergentes se encuentran personas con diagnósticos como TDAH, TEA, dislexia o trastornos de ansiedad, los cuales se cuestiona el mantenerlos como trastornos, puesto que en ocasiones se prefiere denominarlo bajo el término de condiciones. De esta forma, el TEA (Trastorno del Espectro del Autismo) se considera CEA (Condición del Espectro del Autismo), aunque aún hoy en los diferentes manuales diagnósticos no se han realizado este tipo de modificaciones.
El origen de la neurodiversidad
La neurodiversidad se sustenta en que durante la formación del cerebro humano ocurren dos grandes procesos: el que establece el desarrollo básico de la conducta humana esencial y aquel que marca el desarrollo personal de cualidades, capacidades e inteligencias múltiples.
En este sentido se destaca que los genes, en interacción con todo el material cromosómico que los acompañan, inician, dirigen y regulan la creación cerebro, con todos aquellos procesos que marcan su desarrollo a lo largo del periodo natal y posnatal. No obstante, cabe cuestionar cuántas neuronas nacen en un individuo específico y cuántas están en condiciones de ejercer su rol como corresponde.
Es justo aquí donde se ha sabido, hasta el momento, que las redes neuronales son susceptibles a aspectos como la alimentación, el cuidado y muchos otros factores, sin que ello represente la presencia de patologías, pero sí diferencias en la funcionalidad, y que marca la diversidad cerebral, en la que a pesar de tener todos un mismo cerebro humano y todos tenemos diferencias, estas mismas son las que caracterizan la neurodiversidad.
En este punto es importante aclarar los conceptos claves relacionados a la neurodiversidad y su uso adecuado. La neurodiversidad no es una perspectiva, un enfoque, una creencia, una ideología política o similares. Al contrario, la neurodiversidad es un hecho biológico, es la diversidad de los cerebros y las mentes humanas, es la infinidad de variación en el funcionamiento neurocognitivo en la especie humana.
No es un rasgo que una persona posea, sino un grupo, y cuando una persona diverge del estándar dominante o “normal” del funcionamiento neurocognitivo en una sociedad, ellos no tienen neurodiversidad, son neurodivergentes, y que debe diferenciarse del paradigma de la neurodiversidad o movimiento de la neurodiversidad.
La neurodiversidad se plantea como alternativa al concepto de discapacidad. Según dice Thomas Armstrong:
«Mi propia definición de la palabra incluye un análisis de lo que durante mucho tiempo se han considerado trastornos mentales de origen neurológico, pero que pueden representar formas alternativas de las diferencias humanas naturales” (Armstrong, 2010: p. 21).
Ocho principios básicos de la neurodiversidad
Por ello, entre los postulados de la neurodiversidad, se han propuesto 8 principios básicos (Lopera Murcia, 2015, p.252):
- El cerebro humano funciona como un ecosistema más que como una máquina.
- Los seres humanos y los cerebros humanos existen a lo largo de espectros continuos de competencia. Es decir, hay diferencias sutiles en los dominios cognitivos. Desde, por ejemplo, una alta capacidad para memorizar hasta déficits severos en la misma.
- La competencia del ser humano se define a partir de los valores de la cultura a la que pertenece.
- El hecho de ser considerado discapacitado o dotado depende, en gran medida, de cuándo y dónde has nacido.
- El éxito en la vida se basa en la adaptación del cerebro a las necesidades del entorno.
- El éxito en la vida también depende de la modificación de tu entorno para ajustarlo a las necesidades de tu cerebro único (nichos).
- La construcción de nichos incluye elecciones profesionales y de estilos de vida, tecnologías de asistencia, recursos humanos y otras estrategias que mejoran la vida y se adaptan a las necesidades específicas del individuo neurodiverso.
- La construcción positiva de nichos modifica directamente el cerebro que, a su vez, refuerza su capacidad para adaptarse al entorno.
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Neurodiversidad funcional
Parte de los principios de la neurodiversidad se plantean de forma interesante. Como aquello que se considera un trastorno puede evaluarse desde otra perspectiva, Armstrong (2010. p. 37-43) plantea en su libro ‘El poder de la neurodiversidad’, cómo los denominados “trastornos” también traen beneficios, fortalezas y destrezas que, en el entorno adecuado, pueden desarrollarse y potenciarse de diferentes formas.
Por ejemplo, en el caso del diagnóstico del TDAH (uno de los trastornos del neurodesarrollo más estudiado y detectado), uno los criterios que se estipula es que debe generar disfuncionalidad social, educativa o familiar. No obstante, ¿por qué no considerar la alegría del cerebro hiperactivo desde otro punto de vista?
Estudios en niños que han sido diagnosticados con TDAH experimentan patrones normales de crecimiento pero se quedan atrás respecto a los otros niños en una media de 3 años, evidenciado principalmente por las áreas de integración sensoriomotoras, las de planificación, resolución de problemas e inhibición.
Otros estudios sugieren que son como flores en crecimiento más que cerebros defectuosos. Por ello, muchos chicos con TDAH tienden a tener un comportamiento más pueril o inmaduro, necesitando de más tiempo para alcanzar la madurez. Y eso que, a nivel social, la inmadurez está considerada como algo negativo. Pero, ¿es esto realmente así?
Este mismo autor plantea que en la biología hay un término denominado “neotenia”, el cual significa mantenerse joven y alude a mantener cualidades o comportamientos infantiles en etapas posteriores. Casi todos conocen aquella fotografía de Albert Einstein sacando la lengua, una de entre las muchas anécdotas que denotan su naturaleza infantil. Es posible que, de haber nacido en estos tiempos, hubiera sido merecedor de un diagnóstico de TDAH inatento. Pero él mismo escribió lo siguiente:
«A veces me pregunto cómo es posible que sea yo quien ha desarrollado la teoría de la relatividad. Creo que la razón es que un adulto normal nunca se para a pensar en los problemas del espacio y el tiempo. Son cosas que he pensado siendo niño. Pero mi desarrollo intelectual se retrasó y, como resultado, empecé a preguntarme por el espacio y el tiempo cuando ya había crecido”.
Albert Einstein
¿No será acaso que quizá muchos grandes de los pensadores e inventores fuesen niños atrapados en cuerpos adultos?
También el cerebro hiperactivo del TDAH tiene otros dones. Un ser humano que ha aumentado su hiperactividad (actividad motora) es más eficaz para buscar comida, refugio y otras tareas de supervivencia; la capacidad para cambiar fácilmente de foco atencional (distracción) permite estar atento en el ambiente a las posibles amenazas; y la capacidad para responder rápidamente a los instintos (impulsividad) es vital para responder en situaciones que requieren acciones rápidas. Es por ello que se le ha desminado al TDAH como a los cazadores en un mundo de granjeros. Mientras que estos últimos necesitan paciencia, planificación y pensar en el futuro, los cazadores se mueven constantemente en busca de alimento y cobijo, y estando atentos a sus instintos.
Los diagnosticados con TDAH son creativos por su tendencia impulsiva. En tanto que se aprecia en un artista su creatividad, los hiperactivos no podrían ser la vitalidad del artista o inventor que intentan cientos de planes sin desfallecer, hasta conseguir su cometido. Una de sus grandes desventajas es que, aunque se supone que tienen un déficit de atención, en realidad son excelentes prestando atención a aquello a lo que se supone que no deben atender.
Ser una persona con trastorno de déficit de atención significa ver cosas que otros no ven. Donde otros ven una manzana, una fruta, ellos ven su color, su forma, el campo, las marcas de los dedos… Tienen la gran capacidad de prestar atención a aquello que les interesa (hiperfoco), por lo que pueden pasar horas jugando a legos, videojuegos o bailando, completamente absortos. Y, cuanto es necesario, esa capacidad por ejemplo para un cirujana que pasa 12 horas en sala de cirugía y no debe cansarse ni distraerse.
Se podría seguir aún por quién sabe cuantas hojas más para hablar del lado positivo del TDAH, y no se podría concluir. Y así también con los demás “trastornos” y “discapacidades”, en las que se podrían enumerar los beneficios, fortalezas y capacidades que tienen. Sin embargo, basta crear un ambiente adecuado o «nicho» en el que, en vez de forzarlos a actuar como un normotípico, se potencien sus características únicas.
Un caso también de ello, y un ejemplo muy claro de cómo la creación de nichos permite que lo que se considera una discapacidad se convierta en una oportunidad, es que las personas con una condición en el espectro del autismo se contratan para las tareas de programación. Tal y como relata Natalia Prevost en un artículo periodístico, este nicho es cada vez más creciente.
En una entrevista con Sistach refiere que han «encontrado un nicho de mercado con mucha demanda -el ‘software testing’-, que nadie quiere hacer y que a estas personas les encanta y lo hacen muy bien». Hace referencia, además, a que es importante dejar de hablar de las personas con TEA pensando en sus dificultades y poner en valor esas habilidades especiales que les pueden hacer brillar.
Ellos son perfectos para este tipo de tareas, puesto que poseen “una auténtica pasión por los detalles, una gran capacidad de concentración, tenacidad para hacer tareas sistemáticas y repetitivas, capacidad para establecer patrones donde otras personas solo ven el caos, mucha memoria y competencia visual o una alta intolerancia al error” (Prevost, 2018).
Conclusión
Este cambio de visión de los últimos años ha estado cambiando la forma en que como se considera la discapacidad, los trastornos mentales, la forma en cómo se intervienen y los modelos terapéuticos, cada vez más centrados en la persona y su familia, y si bien es cierto aún que el camino es largo por recorrer y modificar los preconceptos que tiene la sociedad con todas aquellas personas neurodivergentes, es importante reconocer que somos todas y todos neurodiversos precisamente porque, aunque pertenecemos a la misma especie, no hay dos cerebros iguales.
Bibliografía
- Armstrong, T. (2015). El mito del cerebro normal: abrazando la neurodiversiddad. Etica de la AMA, 17(4), 348-352.
- Fundaciò factor humà. (2020). Neurodiversidad. Unidad de Conocimiento, 1. https://motivacio.org/attachments/article/15536/neurodiversidad-cast.pdf
- Lopera Murcia, Á. M. (2015). El poder de la neurodiversidad. Las extraordinarias capacidades que se ocultan tras el autismo, la hiperactividad, la dislexia y otras diferencias cerebrales. Revista Española de Discapacidad, 5(1), 251 – 254. Dialnet. https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/6023247.pdf
- Prevost, N. L. (2018, July 4). De autistas a especialistas detectando errores en sistemas informáticos. El Confidencial. https://www.elconfidencial.com/sociedad/2018-07-04/autista-tea-trabajo-desempleo-detectar-errores-bra_1584189/
MA. GUILLERMINA DORANTES
Me ha gustado mucho el artículo, ya que presenta elementos fundamentales para comprender a la neurodiversidad. Me interesa conocer instrumentos para la evaluación, sin que se trate de pruebaspsicológicas, ya que no soy psicóloga, sino especialista en Educación Especial. ¿Me pueden ayudar?
Gracias.
NeuronUP
¡Muchas gracias por tu comentario Ma Guillermina! 🙂 Nos alegra que te sea útil.
Vamos a consultar con la autora de la entrada si puede ayudarte.
Estamos en contacto, ¡saludos!