La Doctora en Psicología Clínica y de la Salud María José García Rubio nos explica en este artículo qué es la hidrocefalia y cómo aplicar un programa de estimulación cognitiva a dicho trastorno.
¿Qué es la hidrocefalia?
La hidrocefalia infantil es un trastorno del neurodesarrollo de urgencia a nivel mundial por sus consecuencias y por la elevada incidencia que sostienen los países con bajos ingresos como muchos de los que conforman África del Este y del Sur.
En concreto, los 10.000 casos registrados por año de hidrocefalia infantil a nivel mundial compiten con los 200.000 casos de hidrocefalia registrados solo en África en esta población.
La hidrocefalia supone un exceso de líquido cefalorraquídeo (LCR) en el cerebro antes del nacimiento, aunque también existen casos donde la hidrocefalia se ha ocasionado en el parto o incluso después del mismo.
Como su propio nombre indica, el término «hidrocefalia» surge por la combinación entre las palabras griegas para «agua» y «cabeza». En este caso concreto, el agua sería el LCR que mantiene y protege al encéfalo de tal forma que si se acumula por un déficit en el cerebro genera una presión desproporcionada.
Aunque el foco de esta entrada está puesto en cómo la estimulación cognitiva se vincula con el trastorno de la hidrocefalia pediátrica, a continuación se describe brevemente el origen del trastorno para así poder entender mejor el tratamiento cognitivo asociado.
¿Qué función tiene el LCR?
Como se ha anticipado más arriba, el exceso de LCR es el factor clave de la hidrocefalia. En este sentido, cabe recordar que el sistema nervioso central (SNC) está formado por el cerebro y la médula espinal.
El SNC es imprescindible para tareas complejas como la percepción, la realización de movimientos voluntarios e involuntarios, la expresión y producción del lenguaje, las emociones, y otras capacidades cognitivas como la memoria, la atención, la planificación y/o la inhibición, entre muchas otras.
Por su complejidad, el SNC cuenta con otros sistemas de apoyo y sostén como es el sistema ventricular, cuya función principal es la de mantener una circulación apropiada del LCR sobre el que el cerebro flota.
Asimismo, el LCR es generado por el plexo coroideo, una red de células que se extiende a lo largo de los ventrículos. En las personas sin hidrocefalia, el LCR fluye desde el plexo hasta los ventrículos para nutrir y apoyar a las células del SNC.
En la población pediátrica con hidrocefalia este proceso se ve interrumpido, es decir, existe una especie de “atasco” y de ahí, el exceso del mismo.
Pero, ¿por qué se produce esta interrupción del flujo en los casos de hidrocefalia?
Existen varias causas para la hidrocefalia infantil, siendo una de las más comunes es la estenosis de acueducto. Se trata de una afección en la que se da un estrechamiento del conducto que conecta los cuatro ventrículos, por lo que el LCR deja de fluir.
Asimismo, la hidrocefalia puede ser la consecuencia de otros trastornos como la espina bífida y/o el mielomeningocele. Además, la hidrocefalia también puede ser adquirida, es decir, causada por un accidente que implique un traumatismo en la cabeza por ejemplo.
¿Cuál es el perfil neuropsicológico de la hidrocefalia?
Hasta el momento no existe un perfil concreto del paciente infantil con hidrocefalia debido a que la incidencia al menos en los países con medio-altos ingresos no es elevada, lo que supone que se estudie menos el trastorno.
No obstante, existe bibliografía sobre las consecuencias neuropsicológicas que aparecen tras la hidrocefalia infantil en países con bajos ingresos.
En conjunto, se ha demostrado que las afecciones motoras son las más frecuentes en esta población. Esto puede explicarse en base a la extensión de la corteza motora y la implicación que tiene ese exceso de LCR sobre la misma.
Junto con el empeoramiento de la destreza motora se ha observado que la población pediátrica con hidrocefalia tiene una mayor predisposición a un cociente intelectual (CI) bajo, y problemas perceptivos y sensitivos como la falta parcial de la visión o la audición.
Otros estudios han concluido que el perfil asociado con la hidrocefalia infantil es heterogéneo con afectación en la memoria, la atención y la planificación. En cuanto al lenguaje, existe consenso en considerarlo como la esfera cognitiva más preservada en los pacientes con hidrocefalia pediátrica, aunque se requiere más investigación al respecto.
Teniendo en cuenta la heterogeneidad del perfil neuropsicológico asociado con la hidrocefalia, ¿qué impacto tendría en esta población la aplicación de un programa de estimulación cognitiva?
La estimulación cognitiva es el conjunto de técnicas e instrumentos que se aplican para la mejora del rendimiento cognitivo de un paciente, a partir de la intervención directa sobre sus capacidades tales como la memoria, la atención, y el lenguaje, entre otros.
En general, la aplicación de este tipo de estimulación responde a unas exigencias específicas vinculadas con el tipo de diagnóstico y el déficit cognitivo del paciente observado tras la evaluación neuropsicológica.
En la hidrocefalia infantil la puesta en marcha de un programa de estimulación cognitiva no es tarea fácil; esto es debido especialmente a la heterogeneidad que implica la hidrocefalia en términos neuropsicológicos.
De hecho, hasta el momento los autores no han llegado a un consenso sobre el protocolo de estimulación cognitiva a seguir en la población con hidrocefalia pediátrica.
En estos casos, los profesionales aplican diferentes tareas cognitivas adaptadas al déficit, la edad y la gravedad de la hidrocefalia, entre otros factores. No obstante, sí existen algunos indicadores que han demostrado ser eficaces en la práctica clínica.
Para la estimulación de la memoria son muchos los profesionales que emplean tareas digitales en plataformas como NeuronUP sobre el reconocimiento de objetos similares, y la recuperación espontánea de estímulos aprendidos previamente.
La atención, por otra parte, también es una de las esferas más estimuladas en la hidrocefalia infantil. En la mayoría de los casos la atención se estimula a partir de tareas que implican atención sostenida y selectiva como las de búsqueda visual, o las de “encuentra las diferencias”.
En suma, la planificación es otra área de la que se benefician los pacientes con hidrocefalia si existe una estimulación cognitiva apropiada.
En este sentido, se les suele pedir que desglosen algunas tareas o rutinas (por ejemplo, los pasos que dan para vestirse y/o desayunar), o que a través de las tareas digitales sean capaces de crear un plan, seguirlo y conseguir el objetivo.
Finalmente, se recomienda la estimulación de las capacidades sensorio-motoras que se ven afectadas en la gran mayoría de los casos con hidrocefalia infantil. Para esta estimulación los profesionales suelen recurrir a ejercicios que impliquen la detección sensitiva y la percepción consciente, por ejemplo.
En el caso de la estimulación motora, el foco se centra en los movimientos voluntarios e involuntarios para lograr la iniciación de la marcha voluntaria, el control del tono muscular y de los movimientos, y/o el equilibrio, entre otros hitos motores.
Conclusión
En resumen, los ejercicios de estimulación cognitiva aquí propuestos son buenas recomendaciones para comenzar a trabajar con pacientes infantiles con hidrocefalia, al menos en las primeras sesiones.
No obstante, se ha de destacar la importancia de que cada programa de estimulación cognitiva se adapte a las condiciones del paciente que a su vez están subordinadas al tipo, la gravedad, y la edad de diagnóstico de la hidrocefalia.
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