El doctor en psicología Rafael A. Salas Muriel expone en este artículo, desde una perspectiva neuropsicológica, qué es la esquizofrenia, sus síntomas, tipos y cómo la neuropsicología clínica y la rehabilitación neuropsicológica pueden contribuir al tratamiento de este cuadro clínico, así como mejorar la calidad de vida de aquellas personas que la padecen.
¿Qué es la esquizofrenia?
La esquizofrenia es un trastorno mental que suele ser crónico y revestir gravedad, que afecta a millones de personas en todo el mundo. Se caracteriza por una combinación de síntomas psicóticos, como alucinaciones y delirios, junto con disfunciones cognitivas y problemas en la función social. Este trastorno puede causar un deterioro significativo en la capacidad de la persona para tener un buen funcionamiento en la vida diaria, así como para los familiares y allegados que rodean al sujeto.
Uno de los aspectos más destacados de la esquizofrenia son los síntomas psicóticos, que pueden incluir alucinaciones visuales o auditivas (Asociación Americana de Psiquiatría, 2022), en las que la persona percibe estímulos que no existen en la realidad, y delirios, que son creencias falsas o irracionales que persisten a pesar de la evidencia contraria. Estos síntomas pueden ser muy incapacitantes y confusos, tanto para la persona que los experimenta como para su entorno.
Además de los síntomas psicóticos, la esquizofrenia también se asocia con una serie de disfunciones cognitivas, como el deterioro de la memoria, las alteraciones en la atención y la disfunción ejecutiva. Estos problemas pueden dificultar la capacidad de la persona para procesar información, tomar decisiones y llevar a cabo tareas cotidianas de manera eficaz. Más adelante veremos con detenimiento en qué consisten estos síntomas.
La función social también se ve afectada en la esquizofrenia. Las dificultades para mantener relaciones interpersonales, participar en actividades sociales y cumplir con las responsabilidades laborales o académicas son comunes entre quienes padecen este trastorno (Belloch et al., 2020). Esto puede llevar a un aislamiento social y un deterioro en la calidad de vida.
Aunque la causa exacta de la esquizofrenia aún no se conoce con exactitud, se estima que es fruto de una combinación de factores genéticos, biológicos y ambientales (Gejman y Sanders, 2012). Los desequilibrios en neurotransmisores como la dopamina y la serotonina en el cerebro también se han relacionado con la esquizofrenia, así como determinadas alteraciones estructurales a nivel neurológico (Ramírez-Jirano et al., 2019).
Respecto a su tratamiento, generalmente implica varios profesionales en un ámbito multidisciplinar. Por un lado, encontramos el tratamiento farmacológico, que suele consistir en antipsicóticos, junto con terapia psicológica, apoyo social y una intervención neuropsicológica. Los medicamentos pueden ayudar a controlar los síntomas psicóticos, mientras que la terapia puede ayudar a la persona a aprender a manejar los síntomas, mejorar sus habilidades sociales y recuperar cierto grado de funcionalidad.
Sin embargo, es importante destacar que la esquizofrenia es un trastorno complejo y que el tratamiento puede variar según las necesidades individuales de cada persona. El apoyo de familiares, amigos y profesionales de la salud mental también juega un papel crucial en el proceso de recuperación y manejo de la enfermedad.
Tipos de esquizofrenia
Tradicionalmente, la esquizofrenia se ha clasificado en varios subtipos según los síntomas predominantes que presenta la persona afectada. Uno de los subtipos más comunes es la esquizofrenia paranoide, donde los delirios y las alucinaciones son prominentes, generalmente de naturaleza persecutoria o de grandiosidad. Las personas con este subtipo suelen tener un mejor pronóstico y evolución clínica en comparación con los otros subtipos.
Otro subtipo importante es la esquizofrenia desorganizada, caracterizada por un discurso y comportamiento incoherentes, así como una afectividad aplanada o inapropiada. Las personas con este subtipo pueden tener dificultades para realizar actividades cotidianas y mantener relaciones sociales significativas debido a la falta de organización en su pensamiento y comportamiento.
También existe la esquizofrenia catatónica, que se caracteriza por la presencia de síntomas motores anormales, como la rigidez muscular, la inmovilidad o la agitación excesiva. Las personas con este subtipo pueden mostrar una variedad de comportamientos extraños y repetitivos, como posturas inusuales o movimientos repetitivos sin propósito aparente. Aunque menos común en la actualidad debido a los avances en el tratamiento, la esquizofrenia catatónica puede presentar un alto grado de complejidad en el manejo clínico y requiere intervenciones especializadas.
Por otro lado está la esquizofrenia indiferenciada, término que se utiliza para describir casos en los que los síntomas no cumplen con los criterios claros para ningún subtipo específico de esquizofrenia. En estos casos, la presentación clínica puede ser variable y no se ajusta a un perfil distintivo.
Por último, la esquizofrenia no especificada se utiliza cuando la presentación clínica no coincide claramente con ninguno de los subtipos establecidos de esquizofrenia, pero todavía cumple con los criterios generales de diagnóstico para el trastorno. Esta categoría se utiliza cuando la información disponible no es suficiente para hacer un diagnóstico más específico o cuando los síntomas son atípicos o fluctuantes.
No obstante, también es necesario señalar que los sistemas nosológicos actuales (DSM-5-TR y CIE-11) abogan por no diferenciar entre estos tipos, y señalan una única tipología donde puede haber un predominio de unas u otras características (Valle, 2020).
Síntomas neuropsicológicos de la esquizofrenia
Tal como hemos visto, la esquizofrenia no solo se manifiesta a través de síntomas psicóticos como alucinaciones y delirios, sino que también presenta una variedad de disfunciones cognitivas que afectan la capacidad de pensamiento, atención y memoria de quienes la padecen. Estos síntomas neuropsicológicos son fundamentales para comprender la complejidad de la enfermedad y su impacto en la vida diaria de los individuos afectados.
Uno de los síntomas neuropsicológicos más prominentes en la esquizofrenia es el deterioro de la memoria. Los pacientes pueden experimentar dificultades para recordar información reciente o para recuperar recuerdos a largo plazo (Henry et al., 2019). Este déficit puede manifestarse en situaciones cotidianas, como olvidar tareas importantes o tener dificultades para seguir conversaciones
La atención es otra función cognitiva afectada en la esquizofrenia. Los pacientes pueden tener dificultades para mantenerse concentrados en una tarea o para filtrar estímulos irrelevantes del entorno (Hare, 2021). Esto puede llevar a una disminución en el rendimiento académico o laboral, así como a problemas en las interacciones sociales debido a la falta de atención hacia los demás.
La disfunción ejecutiva es un síntoma neuropsicológico común en la esquizofrenia. Esto hace referencia a dificultades en la planificación, organización, toma de decisiones y resolución de problemas (Sheffield et al., 2018). Los pacientes pueden tener dificultades para establecer metas realistas o para llevar a cabo tareas complejas de manera eficiente, lo que afecta su capacidad para funcionar de manera independiente en la vida diaria.
Los trastornos del pensamiento, como el pensamiento desorganizado o la falta de fluidez verbal, son características distintivas de la esquizofrenia. Estos síntomas neuropsicológicos se manifiestan en la forma en que los pacientes procesan y expresan la información, lo que puede dificultar la comunicación efectiva y la comprensión de ideas abstractas (Ojeda, 2018).
Además de afectar las funciones cognitivas, los síntomas neuropsicológicos de la esquizofrenia también tienen un impacto significativo en la función social de los individuos. Las dificultades para recordar conversaciones pasadas, mantener la atención durante las interacciones sociales y procesar la información social pueden dificultar el establecimiento y mantenimiento de relaciones significativas.
Intervención neuropsicológica
En el campo de la neuropsicología clínica se utilizan diversas estrategias para abordar los síntomas de la esquizofrenia. Estas pueden incluir terapias cognitivo-conductuales, entrenamiento en habilidades sociales y programas de rehabilitación cognitiva.
Es necesario señalar que la intervención neuropsicológica en la esquizofrenia es una parte integral del tratamiento. Esta modalidad terapéutica, recordemos, se centra en comprender y abordar los déficits cognitivos asociados con la esquizofrenia como los vistos en el apartado anterior.
La intervención neuropsicológica se adapta a las necesidades individuales de cada paciente, utilizando técnicas y estrategias diseñadas para mejorar la función cognitiva y, en última instancia, la calidad de vida del paciente y sus familiares.
Un enfoque importante en la intervención neuropsicológica es la rehabilitación cognitiva, que busca mejorar las habilidades cognitivas comprometidas mediante la práctica repetida y estructurada de tareas específicas (Skokou et al, 2023). Estas tareas pueden incluir ejercicios de memoria, atención y resolución de problemas, adaptados a las capacidades y metas de cada individuo.
Dicha rehabilitación cognitiva ayuda a las personas con esquizofrenia a recuperar o mejorar su funcionamiento cognitivo, lo que a su vez puede tener un impacto positivo en su capacidad para llevar a cabo actividades diarias y participar en la sociedad.
Además de la rehabilitación cognitiva tradicional, el empleo de herramientas y programas digitales puede ser beneficioso en la intervención neuropsicológica en la esquizofrenia. De este modo, NeuronUP constituye una plataforma que ofrece una amplia gama de actividades diseñadas específicamente para la rehabilitación cognitiva, incluidos ejercicios para mejorar la memoria, la atención, la concentración y otras funciones cognitivas. Estas herramientas digitales pueden ser especialmente útiles para proporcionar una intervención personalizada y escalable, permitiendo a los neuropsicólogos adaptar el tratamiento a las necesidades específicas de cada paciente y hacer un seguimiento adecuado de su progreso a lo largo del tiempo.
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Por último, en todo el proceso de intervención es muy conveniente contar con la familia del paciente, tanto en unas primeras fases para realizar una correcta psicoeducación del trastorno y déficits asociados, como para conseguir una buena adherencia al tratamiento por parte del paciente durante toda la intervención.
Perspectivas futuras
Las perspectivas futuras en el tratamiento neuropsicológico de la esquizofrenia están marcadas por un enfoque cada vez más personalizado y basado en la neurociencia. Se espera que los avances en la comprensión de los mecanismos neurobiológicos subyacentes a la enfermedad conduzcan a terapias más específicas y efectivas dirigidas a los déficits cognitivos característicos de la esquizofrenia.
Una de las áreas prometedoras es el desarrollo de intervenciones farmacológicas y no farmacológicas destinadas a modular la función cerebral en individuos con esquizofrenia. Se están investigando nuevas clases de fármacos que actúen sobre los sistemas neurotransmisores implicados en los síntomas cognitivos de la enfermedad, como la dopamina, el glutamato y la acetilcolina. Además, se están explorando terapias emergentes de neuromodulación, como la estimulación cerebral profunda y la estimulación magnética transcraneal (Mehta et al., 2019), como formas de modular la actividad cerebral y mejorar la función cognitiva en la esquizofrenia.
Otro enfoque importante es la integración de la tecnología digital en la rehabilitación cognitiva. Se espera que el desarrollo de aplicaciones y programas informáticos más sofisticados, adaptados específicamente a las necesidades individuales de los pacientes, mejore la accesibilidad y la eficacia de la intervención neuropsicológica. Estas herramientas pueden proporcionar una forma escalable y rentable de ofrecer terapias personalizadas, permitiendo a los pacientes participar en la rehabilitación cognitiva desde la comodidad de sus hogares y facilitando el seguimiento remoto por parte de los profesionales de la salud.
Además, la investigación continua sobre biomarcadores cognitivos y neurobiológicos en la esquizofrenia puede facilitar el desarrollo de enfoques de tratamiento más precisos y tempranos (Perkovic et al., 2017). La identificación de marcadores biológicos específicos que predicen la progresión de los síntomas cognitivos podría permitir intervenciones preventivas dirigidas a preservar la función cerebral y prevenir el deterioro cognitivo a largo plazo en personas en riesgo de desarrollar esquizofrenia o en las primeras etapas de la enfermedad.
En conjunto, estas perspectivas futuras en el tratamiento neuropsicológico de la esquizofrenia ofrecen un escenario muy amplio, cargado de avances significativos en la comprensión y el manejo de los déficits cognitivos asociados con esta enfermedad. Con un enfoque multidisciplinario que integre los últimos avances en neurociencia, farmacología y tecnología digital, es posible que en el futuro se disponga de opciones terapéuticas más efectivas y personalizadas para mejorar la calidad de vida de las personas afectadas por la esquizofrenia.
En conclusión, la neuropsicología ofrece una perspectiva muy enriquecedora -y en muchos casos necesaria- para comprender y tratar la esquizofrenia. Al abordar los problemas cognitivos y emocionales asociados con esta enfermedad, los neuropsicólogos pueden mejorar la calidad de vida de las personas afectadas y avanzar en el campo de la salud mental.
Bibliografía
- Asociación Americana de Psiquiatría (APA) (2022). Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (5ª. Edición, Texto Revisado) (DSM-5-TR). Editorial Médica Panamericana.
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