El TDAH son las siglas de Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad. Un trastorno que padece entre un 2% y un 5% de la población infanto-juvenil. A nivel escolar se estima que en una clase de 30 alumnos entre uno y dos estudiantes tienen TDAH.
Este trastorno es crónico y comienza a revelarse antes de los 7 años. Además es más frecuente en los niños que en las niñas. Por cada cuatro niños con TDAH, una niña la tiene, según los datos de la Federación Española de Asociaciones de Ayuda al Déficit de Atención e Hiperactividad.
Se trata de un trastorno del neurodesarrollo que se caracteriza por síntomas manifiestos de falta de atención y/o impulsividad- hiperactividad. Existen tres subtipos dependiendo de cuál es el síntoma predominante o si son equivalentes.
Subtipos de TDAH
- Predominantemente inatento: Los niños que lo padecen tienen graves problemas de falta de atención, pero menor grado de hiperactividad o síntomas impulsivos.
- Predominantemente hiperactivo-impulsivo: Predominan los problemas de hiperactividad/impulsividad, pero no destacan los problemas de atención.
- Combinado: padece problemas graves de atención, hiperactividad e impulsividad.
¿Cómo reconocer el TDAH?
Un diagnóstico a tiempo es el primer paso para prevenir sus complicaciones. Las principales manifestaciones de cada una de las áreas son:
Déficit de atención
- Tienen dificultades en prestar atención a los detalles.
- Les cuesta mantener la atención en tareas o actividades.
- Cometen errores por descuido, por ejemplo, al hacer los deberes.
- Se distraen con facilidades con estímulos triviales.
- Parece que no escuchan cuando se les habla.
- Les cuesta seguir órdenes o instrucciones y terminar las tareas.
- Presentan dificultades para organizar sus actividades o tareas.
Hiperactividad
- Se remueve en el asiento o mueve en exceso manos y pies.
- Se levanta en situaciones en las que debería permanecer sentado.
- Exceso de energía.
- Corre o salta excesivamente en situaciones inapropiadas (en adultos, sensación de inquietud).
- Dificultades para jugar o dedicarse tranquilamente a actividades de ocio.
- Habla en exceso.
Impulsividad
- Se precipita en las respuestas sin haber dejado acabar la pregunta.
- Tiene dificultades para guardar turno.
- Interrumpe o se inmiscuye en las actividades de otros.
¿Cómo enfrentarnos al TDAH?
El tratamiento de los niños con Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad necesita de un programa multidisciplinar, adaptado a las características de cada niño para mejorar sus capacidades y características individuales. Se requiere terapia psicológica cognitivo-conductual, farmacológica y psicopedagógica.
Con el objetivo de trabajar los déficits cognitivos de los niños afectados por TDAH, NeuronUP propondrá el próximo martes actividades de rehabilitación cognitiva para niños con TDAH.
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IMPACTO DEL TDAH EN LA VIDA ESCOLAR Y SOCIAL DE LOS NIÑOS
En el entorno escolar, un niño con TDAH enfrenta retos adicionales para cumplir con las demandas académicas y adaptarse a las normas de la clase. Analizamos cómo el TDAH impacta el rendimiento académico, la capacidad de concentración, la interacción con compañeros y maestros, y la adaptación al entorno educativo, e incluimos estrategias y recomendaciones basadas en estudios recientes para lograr una mejor inclusión escolar y fomentar relaciones sociales saludables.
RENDIMIENTO ACADÉMICO AFECTADO POR EL TDAH
Numerosos estudios han documentado que el TDAH tiene un impacto negativo significativo en el rendimiento académico de los niños. En comparación con sus compañeros sin TDAH, estos niños obtienen calificaciones más bajas en pruebas de lectura y matemáticas, promedios académicos inferiores, y presentan mayor riesgo de repetir curso o ser ubicados en clases de educación especial. Por ejemplo, es común que un niño con TDAH conozca la materia pero no logre completar un examen o tarea a tiempo debido a distracciones, resultando en notas que no reflejan su verdadero potencial. En etapas posteriores, se ha observado que los adolescentes con TDAH pierden más años escolares (repiten grados) y tienen un desempeño peor en exámenes estandarizados frente a sus compañeros. Estas dificultades académicas suelen estar vinculadas directamente a los síntomas del trastorno: la inatención interfiere con el aprendizaje y la finalización de tareas, mientras que la impulsividad y la hiperactividad pueden llevar a comportamientos disruptivos en clase.
Un factor central es la dificultad para mantener la concentración. La incapacidad de prestar atención de forma sostenida es un síntoma nuclear del TDAH. Los niños con este trastorno a menudo se distraen con facilidad, olvidan las instrucciones o dejan tareas incompletas al perder el foco rápidamente. Asimismo, la hiperactividad y la impulsividad se traducen en problemas para permanecer sentados y esperar turnos, lo que interrumpe tanto su propio progreso académico como el de sus compañeros. En consecuencia, el camino hacia el éxito escolar presenta más obstáculos para un estudiante con TDAH que para sus compañeros promedio.
No obstante, cabe mencionar que con intervenciones adecuadas (educativas, conductuales e incluso médicas) muchos niños con TDAH pueden mejorar su desempeño académico. Por ejemplo, el tratamiento multimodal que combina estrategias pedagógicas con tratamiento médico ha mostrado aumentar modestamente las calificaciones y reducir el riesgo de fracaso escolar, lo que subraya la importancia de detectar y atender el TDAH a tiempo.
INTERACCIÓN SOCIAL CON COMPAÑEROS Y MAESTROS
El TDAH no solo afecta las notas; también impacta fuertemente las relaciones sociales de los niños, tanto con sus compañeros como con sus profesores. En el ámbito de los compañeros, los niños con TDAH a menudo enfrentan dificultades para integrarse plenamente. Su comportamiento impulsivo (como interrumpir conversaciones o juegos, o tener arrebatos emocionales) y su distracción constante pueden resultar frustrantes para otros niños. Estudios señalan que las conductas típicas asociadas al TDAH suelen provocar rechazo social. Las razones incluían patrones de comportamiento impulsivos y explosivos, que generaban una impresión negativa inmediata en el grupo. Es común que estos niños, sin quererlo, interrumpan a sus amigos, no sigan las reglas de un juego o insistan en imponer su idea en una actividad, lo que puede alejar a los demás.
La relación con los maestros también suele verse afectada. La hiperactividad e impulsividad pueden llevar a más regaños y correcciones constantes, generando tensión en el aula. Un meta-análisis reciente destaca que los niños con síntomas de TDAH experimentan menores niveles de cercanía emocional y mayores niveles de conflicto con sus profesores, especialmente pronunciado en los niños de menor edad y en aquellos con presentaciones hiperactivas-impulsivas del trastorno . Esto puede crear un círculo vicioso en el aula: las conductas impulsivas del niño (interrumpir, moverse sin parar, no seguir indicaciones) incrementan la frustración del maestro, quien puede responder con reprimendas más frecuentes o negativas; a su vez, estas interacciones negativas aumentan la desregulación y los problemas de comportamiento del niño.
Con el tiempo, estas dificultades en las relaciones sociales pueden afectar la autoestima del niño y su actitud hacia la escuela. Un niño que se siente rechazado por sus compañeros o en constante conflicto con los adultos en el colegio puede llegar a asociar la escuela con frustración y estrés en lugar de aprendizaje y amistad. De hecho, especialistas reportan que hasta un 80% de los niños con TDAH experimentan conflictos significativos con sus padres o maestros debido a su comportamiento, lo cual evidencia lo extendido del problema. Esta situación refuerza la necesidad de intervenir no solo en el niño, sino también en su entorno social, para romper el ciclo negativo y promover interacciones más positivas.
ADAPTACIÓN AL ENTORNO EDUCATIVO
Debido a los desafíos descritos, la adaptación de un niño con TDAH al entorno escolar suele requerir apoyos adicionales. Las escuelas típicamente demandan que los estudiantes sigan una rutina diaria, atiendan instrucciones, trabajen de forma independiente y cooperen en grupo; justo en estos aspectos es donde el TDAH puede interferir. Muchos niños con TDAH tienen dificultad para ajustarse a las normas y la estructura del aula, lo que puede derivar en sanciones o llamados de atención frecuentes.
Sin las estrategias adecuadas, el niño puede sentirse abrumado por el entorno educativo. Transiciones cotidianas como cambiar de actividad, desplazarse de aula en aula o simplemente pasar del recreo a la clase, pueden ser especialmente difíciles para él. Es común que estos alumnos necesiten recordatorios constantes y supervisión cercana para cumplir con sus tareas y normas. Incluso aquellos niños con TDAH que no califican para educación especial requieren a menudo ayuda adicional en el día a día escolar
Afortunadamente, las escuelas pueden implementar adaptaciones en el ambiente y en la dinámica de clase para facilitar la inclusión de estudiantes con TDAH.
La clave está en una intervención multidimensional: combinar ajustes en el aula (metodologías activas, apoyo visual, refuerzos positivos), capacitación y sensibilidad en la comunidad educativa (docentes y estudiantes informados sobre el TDAH), participación de los padres y, cuando se requiere, tratamiento médico o terapéutico. Los estudios recientes subrayan que abordar el TDAH no es solo asunto del niño, sino de todo su entorno – la colaboración entre familia y escuela, así como un clima escolar empático, puede mitigar en gran medida las dificultades asociadas al trastorno