En este artículo, la psicopedagoga Karina Alejandra García explica qué es el deterioro cognitivo, cómo prevenirlo y tratarlo.
Esta alteración de la salud cognitiva puede repercutir en nuestro desempeño cotidiano. Los ejercicios mentales y aprender nuevas habilidades pueden funcionar como protectores cerebrales.
¿Qué son las funciones cognitivas y los trastornos cognitivos?
Las funciones cognitivas constituyen los procesos por los cuales interpretamos la información que recibimos del entorno a través de nuestros sentidos, en conjunción con nuestros saberes y experiencias. Conforman diferentes dominios cognitivos encargados del análisis de información específica, como son la atención, la memoria, el lenguaje, las funciones ejecutivas, las praxias o la cognición social, entre otros, que nos permiten razonar, hablar, escribir, soñar, relacionarnos, y todo lo que podemos hacer, pensar y sentir, y que dan como resultado nuestro comportamiento. Este es el objeto de estudio de la neuropsicología cognitiva (Goldstein y McNeil, 2004).
El término ‘trastorno cognitivo’ se refiere a cambios negativos en el desempeño cognitivo de una persona en relación a lo esperado para la edad y el nivel educativo alcanzado, que dificulta el buen funcionamiento de uno o más dominios cognitivos. Éste puede deberse a alteraciones del sueño, a una mala alimentación, a estrés crónico o a enfermedades específicas como la depresión o la enfermedad de Alzheimer.
Estos cambios deben ser significativos y no transitorios, es decir, que el desempeño de la persona antes era mejor y ahora encuentra dificultades para resolver actividades cotidianas o requiere de apoyos para llevarlas adelante, como una agenda o alarma; y esta alteración debe mantenerse durante un periodo de tiempo o, incluso, el cuadro puede ir haciéndose más complejo. Los cambios cognitivos producen cambios funcionales, emocionales y comportamentales que pueden provocar problemas en la trayectoria académica, las relaciones sociales y en el ámbito laboral de quien lo padece.
Criterios clínicos para deterioro cognitivo leve
La queja de memoria presente en adultos que no cumplían con los criterios de enfermedad neurológica motivó la investigación sobre el estado clínico que se da entre el envejecimiento normal y el grado más avanzado de deterioro cognitivo conocido, como son las demencias (Petersen, 2004). Estos estudios, además de darle entidad clínica al deterioro cognitivo leve como una instancia inicial del deterioro cognitivo, han permitido alcanzar el diagnóstico temprano de enfermedades neurodegenerativas y su tratamiento específico.
El DSM-V (Manual de clasificación de las enfermedades mentales) instaura una nueva denominación para esta entidad clínica como resultado de la evolución en los criterios diagnósticos, identificándola como trastorno neurocognitivo leve (TNC). Esto permite una mejora en la práctica clínica y alienta el estudio de nuevas intervenciones no farmacológicas.
En el DSM-V se diferencia el TNC leve del TNC mayor. Ambos se caracterizan por el declive cognitivo adquirido en uno o más dominios de la cognición, encontrado en la queja de la propia persona, en la de un informante confiable y en el resultado en la evaluación neuropsicológica, así como en el nivel de autonomía del individuo en el funcionamiento diario. En el TNC mayor, la persona presenta una disfunción grave que afecta la autonomía aumentando progresivamente la dependencia de otras personas para actividades que antes podían resolver por sí misma. En los casos de TNC leve, la persona conserva su autonomía, presenta sutiles fallas en su desempeño y puede requerir de mayor esfuerzo y tiempo para realizarlas.
Se estima que la prevalencia del deterioro cognitivo leve (TNC leve) entre los individuos mayores oscila del 2 al 10% a los 65 años, y del 5 al 25% a los 85 años; mientras que la prevalencia de demencia (TNC mayor) son aproximadamente del 1-2% a los 65 años y de hasta el 30% a los 85 años (DSM V, 2014).
La evaluación neuropsicológica como estudio eficaz para el diagnóstico específico
El diagnóstico preciso, que pueda diferenciar entre cambios acordes para la edad, el deterioro cognitivo leve y el deterioro cognitivo mayor, requiere de una anamnesis detallada, de la observación y examen médico, de estudios de neuroimagen y de la evaluación neuropsicológica.
La evaluación neuropsicológica es un estudio complementario de exploración cerebral, no invasivo y ambulatorio, que realiza un neuropsicólogo especialista. Éste consta de una anamnesis particular, de la administración de test específicos, y de la observación del comportamiento. Permite el análisis del desempeño cognitivo para conocer las capacidades conservadas y aquellas que presentan desafíos en el aprendizaje y en la resolución de actividades cotidianas (funcionales, académicas, sociales, vinculares) (Wilson, 2017). Entre los objetivos generales de esta evaluación se encuentran contribuir al diagnóstico, planificar tratamientos a medida de las necesidades de cada persona, valorar los efectos de los tratamientos, conocer o descartar la presencia de secuelas tras una intervención quirúrgica, objetivar cambios en el tiempo, mostrar los apoyos que requiere, informar y asesorar a los familiares y cuidadores de su situación, y planear conjuntamente estrategias anticipatorias (Burin, Drake, Harris, 2007).
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La rehabilitación neuropsicológica como tratamiento no farmacológico
La rehabilitación neuropsicológica es una intervención no farmacológica cuyo objetivo es conseguir una buena calidad de vida para personas con problemas del desarrollo, del aprendizaje o por daño cerebral adquirido, entre otras patologías. El cerebro tiene una capacidad natural de reestructuración y reorganización de su funcionamiento como proceso de recuperación. Después de un daño cerebral se puede alcanzar una recuperación cognitiva y conductual espontánea también mediante una reorganización de circuitos neuronales intactos (Luria, 1963), pero siempre es mejor ayudarse de una intervención planificada y adecuada.
Esta intervención actúa como una suerte de simulacro que pone en funcionamiento las redes neuronales que participan de procesos mentales básicos y complejos motores del desempeño cognitivo, funcional y del comportamiento; que permite entrenar y fortalecer su funcionamiento, logrando en muchos casos mejoras a largo plazo.
La rehabilitación neuropsicológica incluye la rehabilitación cognitiva, la modificación de la conducta, la intervención con la familia o referentes, y la readaptación ocupacional y vocacional. El objetivo general de la rehabilitación neuropsicológica es acercar los recursos necesarios a las personas que han sufrido daño cerebral y a sus familiares para que logren reducir las alteraciones cognitivas y conductuales, puedan manejar estas dificultades y reducir su impacto en la vida cotidiana. Esto implica el trabajo en equipo entre pacientes, familiares y terapeutas (Elena Muñoz Marrón, 2009).
La rehabilitación debe tener un propósito claro desde antes de comenzar. Esto presupone los conceptos de generalización y valor ecológico, ya que el desafío más grande es lograr que las mejoras que se consiguen en el tratamiento se generalicen en la vida cotidiana. Esto quiere decir que puedan aplicarse de igual forma en las tareas cotidianas optimizando su desempeño. Para lograrlo es necesario seleccionar junto al paciente y su familia objetivos comunes y metas alcanzables, saber de antemano el para qué de la rehabilitación y qué se quiere lograr. Una vez establecidos esos objetivos y metas, se buscarán los medios necesarios y se actuará en consecuencia para lograrlos.
En el caso del deterioro cognitivo leve (TNC), la rehabilitación neuropsicológica temprana busca mejorar el desempeño cognitivo o enlentecer su evolución a demencia (TNC mayor). La estimulación de las funciones cognitivas se consigue con la práctica de ejercicios cognitivos adaptados a cada caso (Demey & Allegri, 2010).
La estimulación cognitiva como recurso preventivo, individual y grupal
El aumento de la esperanza de vida trae consigo el aumento de enfermedades neurodegenerativas y otras enfermedades crónicas que pueden interferir en las condiciones de envejecimiento. Por esto es fundamental intervenir en la promoción y prevención de jóvenes y adultos para que sean conscientes de los hábitos saludables.
La salud cerebral se define como el estado de funcionamiento cerebral que permite a las personas desarrollar todo su potencial a lo largo de la vida, independientemente de la presencia o ausencia de enfermedades. Puede ser entendida como una capacidad que puede entrenarse y utilizarse a favor de la calidad de vida.
Conocer los factores determinantes de la salud en general y la salud cerebral en específico, y comunicarlos a la sociedad, pueden mejorar la salud mental y física, y reducir la prevalencia de los trastornos neurológicos, lo que generará un impacto social y económico positivo (OMS, 2022). Los determinantes de la salud más reconocidos son la actividad física, la alimentación, la actividad cognitiva, el descanso, la actividad social, la capacidad sensorial, el estado de ánimo y la condición ambiental, entre otros.
La estimulación cognitiva es una actividad preventiva a disposición de toda persona, la cual es posible de llevar adelante con bajos costos. En cambio, la rehabilitación neuropsicológica implica la intervención de profesionales especialistas. En ambos casos, pueden plantearse dispositivos de intervención individuales o grupales, teniendo en cuenta que, en principio, la modalidad dependerá del estado cognitivo del paciente. Por lo general, la intervención individual queda más relegada a personas con presencia de deterioro cognitivo leve o mayor que responden favorablemente al contacto directo con el profesional a cargo, y la misma puede ser presencial o en entornos virtuales.
La posibilidad de estimulación o rehabilitación a distancia será indicada sólo en aquellas personas con buen manejo de la computadora o que pueden utilizarla eficientemente con mínimos apoyos y en estado pleno de conciencia. Igualmente, se recomienda acompañar con encuentros presenciales, ya que la observación profesional es irremplazable. Los entornos grupales aportan el beneficio de la red social, del intercambio con pares, en donde ponen en juego las estrategias incorporadas en las sesiones individuales.
Aportes de la tecnología en la prevención y en la rehabilitación cognitiva
La tecnología aporta la novedad y la sorpresa que activan el sistema de recompensa cerebral que produce sensaciones placenteras y, por tanto, motiva a continuar con esos estímulos, permitiendo aprender de la experiencia; y se ha comprobado que esos aprendizajes se guarden con más fuerza (Ballarini, 2015). Por lo tanto, se instala como un gran aliado para convocar a las personas a la estimulación, sea para la estimulación preventiva o la rehabilitación neuropsicológica.
El uso de la tecnología puede ser a partir de agendas electrónicas, aplicaciones de recordatorios, juegos mentales digitales o software específicos de rehabilitación. Incorporarla a la rehabilitación neuropsicológica implica el diseño de aplicaciones especificas que respeten los principios de la rehabilitación neuropsicológica. No es cualquier actividad insertada en un programa, sino actividades planificadas por profesionales expertos que están preparados para ello, que eligen delicadamente los estímulos que se van a utilizar, los tiempos de la tarea, los objetivos, la sucesión de pasos para lograr el fin, etcétera. El mayor de los aportes es en temas de accesibilidad, puesto que permiten adaptar las tareas a las posibilidades de cada persona, desde un juego mental recreativo a un simulador de voz.
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¿Qué hacer en caso de presentar síntomas?
La recomendación para personas que presentan síntomas, como por ejemplo no lograr concentrarse, olvidar información reciente continuamente, no encontrar las palabras correctas, tardar demasiado en llevar adelante una acción, sentirse abrumado por la actividad ocupacional o presentar cambios del estado de ánimo, es realizar una consulta médica en la que se compruebe lo significativo de esos síntomas y se indiquen los tratamientos más eficaces. El médico deberá informar adecuadamente y las personas consultantes despejar todas las dudas al respecto, para lograr así la buena adaptación a estas intervenciones, y comenzar de inmediato el plan de tratamiento.
¿Qué hacer para prevenir el deterioro cognitivo leve?
Todas las personas se benefician de incorporar a la rutina actividades que le representen un desafío cognitivo, que conlleven cierta complejidad de resolución, que se diferencien de las actividades ocupacionales que realiza a diario… Cuanto más novedoso sea el estímulo, más fuerte será el impacto. Éstas pueden ser: cantar en un coro, correr en grupo, practicar baile de salón, jugar juegos de mesa, utilizar aplicaciones de entrenamiento cognitivo, etcétera.
Vivir experiencias originales para crear recuerdos inolvidables es una gran idea que incluye incorporar lo novedoso para reinventarse. Se trata de vivir experiencias cortas que no hayan realizado aún, como por ejemplo participar de un retiro, tomar una clase de un deporte, hacer paracaidismo, acudir a un restaurante a ciegas, aprender a automaquillarse, realizar un curso de sushi profesional, ir de glamping o atender a una clase de cerámica, entre otras.
El desafío es personal, se define a partir de los intereses de cada persona. Una versión simple y accesible es utilizar las reuniones entre amigos o familiares, en donde le toca a uno de los participantes enseñar alguna habilidad que conozca a la perfección, como tocar un instrumento, cocinar un plato especial, incursionar en la coctelería o una técnica de arte visual. Esto reforzará además los lazos afectivos tan importantes para el bienestar general y la salud mental.
Conclusión
El deterioro cognitivo leve se caracteriza por una pérdida mínima de las funciones cognitivas como la memoria, que puede identificarse en adultos jóvenes, y de la cual puede detenerse su progreso a partir del diagnóstico temprano y el tratamiento específico. El tratamiento consigue que la persona pueda seguir desarrollándose en ámbitos educativos, sociales y laborales.
Bibliografía
- Ballarini, F. (2015). REC: Por qué recordamos lo que recordamos y olvidamos lo que olvidamos. Sudamericana.
- Demey, I., & Allegri, R. F. (2010). Intervenciones terapéuticas cognitivas en el deterioro cognitivo leve. VERTEX REVISTA ARGENTINA DE PSIQUIATRÍA, XXI, 253–259.
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- Lezak, M. et. al. (2004). Neuropsychological Assessment. Nueva York: Oxford University Press. McKhann G, Drachman D, Folstein M, y col. (1984) Clinical diagnosis of Alzheimer’s disease: report of the NINCDS-ADRDA work group under the auspices of the Department of Health and Human Services Task Force on Alzheimer’s disease. Neurology, 34: 939-944.
- Luria, A. R. (1963). Restoration of function after brain injury. Macmillan.
- Marrón, E. M., Alisente, J. L. B., Izaguirre, N. G., & Rodríguez, B. G. (2009). Estimulación cognitiva y rehabilitación neuropsicológica. Editorial Uoc.
- Petersen, R. C. (2004). Mild cognitive impairment as a diagnostic entity. J Intern Med, 256(3), 183–194.
- Sánchez Rodríguez, M. T., Collado Vázquez, S., Martín Casas, P., & Cano de la Cuerda, R. (2018). Apps en neurorrehabilitación. Una revisión sistemática de aplicaciones móviles. Neurologia (Barcelona, Spain), 33(5), 313–326. https://doi.org/10.1016/j.nrl.2015.10.005
- Vidal, J. (2019). Nuevas tecnologías en Neurorrehabilitación. Rehabilitación (Madrid. Internet), 53(2), 141. https://doi.org/10.1016/j.rh.2019.02.001
- Wilson, B. (2017). Neuropsychological Rehabilitation: The International Handbook (B. A. Wilson, J. Winegardner, C. M. van Heugten, & T. Ownsworth, Eds.). Routledge.
- World Health Organization. (2022). Optimizing brain health across the life course: WHO position paper. World Health Organization.
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