La neuropsicóloga Cristina Martínez expone el riesgo de desarrollar problemas de conducta en personas con TDAH.
¿Qué son los problemas de conducta?
Los trastornos o problemas de conducta son una de las principales causas por las que los padres recurren a profesionales sanitarios. Se caracterizan por ser un mal comportamiento serio, repetitivo y persistente. Va mucho más allá de “ser un niño travieso” o un «adolescente rebelde».
Los estudios longitudinales más recientes ponen de manifiesto que los niños que presentan una sintomatología de TDAH con hiperactividad, presentan un mayor riesgo de presentar dificultades y/o trastornos de conducta, así como dificultades de aprendizaje, abuso de sustancias y autolesiones en la adolescencia y edad adulta.
Y es que el TDAH es un trastorno asociado a una alta comorbilidad, es decir, es frecuente que exista a la vez que otro trastorno psicológico en el individuo.
Así mismo, los estudios señalan que entre el 40% y el 60% de los niños diagnosticados con TDAH tendrán el algún momento de su vida un Trastorno Negativista Desafiante (TND) añadido.
Los estudios indican que entre un 1,5% y un 3,4% de los jóvenes pueden sufrir este problema, siendo entre 3 y 5 veces más frecuente en chicos que en chicas.
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Trastorno Negativista Desafiante (TND)
Es un tipo de trastorno recogido en el DSM-V, dentro de los llamados trastornos disruptivos del control de los impulsos y de la conducta.
Se define el TND como un patrón de enfado/ irritabilidad, discusiones/actitud desafiante o vengativa y que se exhibe durante la interacción por lo menos con un individuo que no sea un hermano.
El niño discute y cuestiona cualquier tipo de orden que se le da, provoca tanto a padres como a profesores.
Es más frecuente en niños que en niñas.
Trastorno Explosivo Intermitente (TEI)
El Trastorno Explosivo Intermitente (TEI) es un trastorno psicológico que se caracteriza por la presencia de un patrón aleatorio de reactividad conductual agresiva y desproporcionada sin un motivo ni objetivo concreto, ocasionando alteraciones o perjuicios graves en el entorno físico y social y el propio individuo.
Trastorno de conducta
Es la forma más grave de los trastornos del comportamiento, y hasta un 40% de los niños que padecen el Trastorno Negativista Desafiante (TND) pueden llegar a manifestarlo.
El trastorno de conducta se manifiesta a través de un patrón repetitivo y persistente de comportamiento en el que no se respetan los derechos básicos de otros, las normas o reglas sociales propias de la edad.
Se produce más adelante, habitualmente en la adolescencia, cuando los niños, hartos de las continuas discusiones con padres y profesores, optan por desafiarlo todo. No respetan los derechos de los demás, e incluso puede desembocar en delincuencia juvenil.
Un modelo de intervención para el tratamiento de problemas de conducta en niños con TDAH
Un tipo de intervención que funciona durante el tratamiento constaría de varios pasos.
Pasos a seguir en el tratamiento:
- Psicoeducación. En este primer paso lo importante es que el niño sea consciente de lo que está ocurriendo, y explicar a los padres todo el proceso de intervención que vamos a llevar con el menor.
- Entrenamiento autógen. Durante este periodo se trabajará con el niño técnicas de autocontrol, con el fin de dotarle de herramientas útiles a la hora de enfrentarse a los problemas que le vayan surgiendo. Se puede elegir entre varias, adecuándonos al desarrollo evolutivo del niño. Podemos usar la técnica de la tortuga, el semáforo, el protocolo del BOOM, etc.
- Economía de fichas. Se explica tanto al niño como a los padres cómo funciona esta técnica; el niño tiene que comprender muy bien qué tipo de comportamientos se van a reforzar y cuál será su recompensa en caso de conseguirlo.
Es importante en esta fase explicar a los padres el concepto de “techo neurológico”. Este “techo” impide que los niños puedan dar unas respuestas adecuadas en todos los casos. La baja madurez neurológica les dificulta mucho la emisión de conductas oportunas.
Es necesario tener presente que el córtex cerebral del cerebro con TDAH presenta en muchos casos un retraso madurativo superior a los dos años.
Es injusto, pero muy habitual, que los niños que padezcan TDAH desarrollen además algún tipo de problemas de conducta. La buena noticia es que esta comorbilidad, cuando llegan a la etapa adulta desaparece. No obstante, la manera más eficaz para evitar estos trastornos es la observación regular de la conducta del menor, y al mínimo signo de alarma acudir a un especialista en salud mental. La implicación de la familia en estos casos es fundamental para la intervención con el niño.