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Intervenciones para problemas psicológicos y conductuales en demencias

Intervenciones para problemas psicológicos y conductuales en demencias NeuronUP

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La neuropsicóloga Diana Carolina Gómez Blanco muestra cómo las intervenciones no farmacológicas pueden ser una herramienta clave para manejar los síntomas psicológicos y conductuales en personas con demencia.

“Una persona con demencia, vive en un presente donde las cosas desaparecen, las explicaciones se olvidan y las conversaciones carecen de sentido, donde el amor es la única alternativa”.

En los últimos años el aumento de población adulta mayor en el mundo ha sobrellevado una mayor incidencia en la detección de trastornos neurocognitivos como demencias.

Este incremento en la incidencia ha fomentado investigaciones tanto en la prevención como en el tratamiento, no solamente de los síntomas cognitivos sino también psicológicos y conductuales, que traen consigo un desgaste familiar y de los sistemas de salud, dado que agravan el deterioro cognitivo y funcional, en la que no solo generan sufrimiento en el paciente y su cuidador, sino que también aumentan el riesgo de institucionalización, disminuyen la calidad de vida del paciente y de sus familiares, incrementan los niveles de estrés de los cuidadores y personal de enfermería, y generan un mayor coste financiero.

Qué son los síntomas psicológicos y conductuales de la demencia (SPCD)

Los síntomas psicológicos y conductuales de la demencia (SPCD), hacen alusión a un conjunto de síntomas y signos que incluyen síntomas psiquiátricos y problemas de conducta que pueden aparecer en las personas con demencia, y que pueden aparecer prácticamente en cualquier momento de la enfermedad, con un patrón de agrupación muy variable, siendo influida por factores psicológicos y ambientales susceptibles de modificación, y que ofrecen oportunidades de tratamiento (Olazarán-Rodríguez & Agüera-Ortiz, 2012, p 598).

Los síntomas psicológicos más complejos y elaborados desde el punto de vista mental, se obtienen a través de la entrevista con el paciente y su familia. Es el caso de, por ejemplo, la depresión, la ansiedad o la psicosis. Mientras que los síntomas conductuales, se obtienen a través de la observación directa del paciente, como lo son la agresividad, la hiperactividad motora o la desinhibición.

Los síntomas psicológicos y conductuales de la demencia (SPCD) son altamente prevalentes y se han identificado diferentes factores en su génesis que son el resultado de una interacción compleja de factores biológicos, psicológicos, sociales y ambientales que actúan sobre un individuo con predisposición biológica.

Entre estos factores se encuentra el daño o disfunción frontal o de otras áreas, la alteración en los neurotransmisores, así como la personalidad previa, dado que la pérdida de las capacidades cognitivas termina por aflorar los rasgos más básicos de la personalidad.

Igualmente, la presencia de sucesos vitales estresantes o simplemente de aquellos que el paciente no sea capaz de procesar, la pérdida de relaciones o de otros estímulos, actividades o funciones relevantes, y la no cobertura de las necesidades biológicas o psicológicas básicas, pueden desencadenar los síntomas.

Por otra parte, el trato paternalista, autoritario o infantilizante, la exasperación, ignorar al paciente, imponer cosas o luchas de poder, o preguntar frecuentemente lo mismo para que el paciente lo recuerde, son conductas que, presentes en los cuidadores, pueden crear o mantener los síntomas conductuales de la demencia (SPCD).

Los SPCD se catalogan en síntomas psicológicos y síntomas conductuales.

Síntomas psicológicos

Entre los síntomas psicológicos de la demencia se encuentran los delirios con una prevalencia de entre un 10 y un 73%, siendo el delirio de persecución el más frecuente). A estos le siguen las alucinaciones, con un 12% a 49% de prevalencia, y siendo las visiones las más comunes.

Por otro lado, también se encuentran las identificaciones erróneas, con 16% de prevalencia entre los pacientes con alzheimer. Además, la depresión, la ansiedad y la apatía también son comunes. En el caso concreto de esta última, la apatía es uno de los síntomas más comunes, con un 50% de prevalencia.

Síntomas conductuales

Entre los síntomas conductuales destacan el vagabundeo o deambulación (uno de los más problemáticos), la agitación/agresión, la resistencia a los cuidados, los comportamientos sexuales inapropiados y las reacciones catastróficas, como el enfado o agresividad verbal y física. La presencia de cada uno de estos síntomas suele ser diferente en cada subtipo de demencia, aunque cada paciente puede tener diversos síntomas a pesar de que no sean los característicos de su tipo de demencia (Pérez Romero, 2018, p.379).

Es importante tener en cuenta que estos síntomas deben recibir tratamiento. A continuación se mencionan algunos de los más frecuentes (Fundación Alzheimer Catalunya, 2022):

Alteraciones del humor

Alteraciones vegetativas

Alteraciones de la percepción

Alteraciones en la actividad motora

Indicaciones para el manejo de los síntomas psicológicos y conductuales de la demencia (SPCD)

Manejo inicial de los síntomas psicológicos y conductuales de la demencia (SPCD)

Todos estos síntomas generan un claro reto a la hora de intervenir y brindar las orientaciones necesarias a la familia, por ello el manejo inicial de los síntomas psicológicos y conductuales de la demencia (SPCD) debe basarse en la comprensión del proceso biológico de base, la asunción de la perspectiva personal del paciente, la búsqueda y modificación de los factores desencadenantes y una actitud que permita recobrar la confianza y la sensación de control.

Igualmente es importante explicar a las familias el origen de los mismos, así como advertir que su eliminación completa no siempre es posible. En ocasiones, basta con conformarse con reducir la frecuencia o la intensidad de los síntomas, siempre dando prioridad al bienestar del paciente. 

Asimismo, como es importante lo que debe hacerse, también es valioso aquello que se debe evitar. A menudo los SPCD no constituyen un riesgo o peligro inminente para la persona o su familia, y puede constituir una forma de compensar la enfermedad como lo son las preguntas repetitivas. En otras ocasiones son reacciones personales que deben respetarse, por lo que acompañar o respetar la soledad puede ser la mejor de las actitudes en algunas ocasiones.

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Indicaciones generales para el manejo de los síntomas psicológicos y conductuales de la demencia (SPCD)

Antes de exponer los tratamientos posibles para los SPCD, es importante mencionar algunas indicaciones generales a tener en cuenta para el manejo de estos síntomas:

Tratamiento de los síntomas psicológicos y conductuales de la demencia (SPCD)

En este sentido es importante tener en claro cómo pueden tratar las familias y profesionales estos síntomas.

Tratamiento farmacológico de los SPDC

En el caso de los tratamientos farmacológicos, a veces se priorizan por presión de los familiares o de los cuidadores profesionales ante el estrés que generan los problemas psicológicos y conductuales de la demencia. Por ello, se tiende a ofrecer algún fármaco como una solución inmediata de los mismos.

No obstante, este tratamiento debe estar enmarcado en una serie de consideraciones y principios fundamentales. En primer lugar, se ha de verificar que no exista contraindicación o intolerancia por parte del paciente y tener en cuenta los efectos secundarios. De igual forma, es importante recordar que ciertos síntomas psicológicos y conductuales de la demencia (SPCD) tienen un curso limitado por lo que, con el tiempo, pueden desaparecer. Por este motivo, es de vital importancia:

Los tratamientos farmacológicos no deben considerarse como primera opción o como única respuesta en el tratamiento de los SPCD, sino que primero deben agotarse las estrategias generales de intervención o el uso de terapias no farmacológicas para su disminución, proveyendo una mejor calidad de vida al paciente.

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Tratamiento no farmacológico de los SPDC

Las terapias no farmacológicas son definidas como una intervención no química, teóricamente sustentada, focalizada y replicable, realizada sobre el paciente o el cuidador y potencialmente capaz de obtener un beneficio relevante. Representa un variado conjunto de estrategias e intervenciones orientadas a estimular las capacidades cognitivas y funcionales, pero que además también ayudan a reducir los SPCD.

Entre las terapias no farmacológicas más frecuentes se encuentran:

Aunque existen muchas más y ciertamente se desarrollaran otras a futuro. Olazarán et al señalan, tras una revisión sistemática de la bibliografía disponible sobre las terapias no farmacológicas (TNFs) que «las TNFs pueden contribuir de forma realista y asequible a la mejora y administración de cuidados en la EATR (tanto de los enfermos como de los cuidadores). Al contrario de lo que sucede con los fármacos, las intervenciones no farmacológicas suelen ser de bajo coste, centrándose el gasto en recursos humanos, y no en el empleo de costosas tecnologías o fármacos» (Olazarán et al, 2010, p.171).

Las terapias no farmacológicas (TNFs) pueden estar orientadas al paciente, orientadas al cuidador y al cuidador profesional. «Las terapias complementarias basadas en Actividad Física y rehabilitación, estimulación cognitiva y la terapia ocupacional con música, animales y arte, aplicadas y mantenidas en el tiempo, son una alternativa, que bien combinadas o de forma aislada, son eficaces para prevenir, frenar y ralentizar los síntomas la enfermedad de Alzheimer, sobre todo en la fase inicial”» (Ruiz-Hernández et al, 2023, p.18).

Conclusión

De esta manera, aunque este artículo se queda corto en manifestar todas las bondades de las terapias no farmacológicas (TNF) en la intervención de los síntomas psicológicos y conductuales de la demencia (SPCD), sí es posible afirmar que la satisfacción de las necesidades básicas en el paciente, la adaptación del entorno, la formación del cuidador, el asesoramiento y apoyo continuo al pacientes, son herramientas poderosísimas para prevenir su aparición.

Una vez aparezcan estos, la primera respuesta no ha de ser la farmacológica sino, por el contrario, identificar los síntomas primarios o desestabilizadores e intervenirlos.

De esta manera, en la vida real el manejo de los síntomas psicológicos y conductuales de la demencia dependen en gran medida de la capacidad y voluntad del cuidador y de las instituciones para colaborar con esas medida ambientales, el implementar programas de estimulación y el empleo de terapias no farmacológicas, haciendo uso de los farmacias dentro de un plan cuidados diseñado, evaluado y personalizado por un equipo multidisciplinar, así se evitará complicaciones no deseadas y sobre todo conlleva a una mejor calidad de vida del paciente.

Bibliografía

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