La neuropsicóloga Conchi Moreno Rodríguez expone en este artículo cómo la atrofia hipocampal permite diferenciar entre deterioro cognitivo leve (DCL) y enfermedad de Alzheimer (EA), favoreciendo un diagnóstico temprano y una intervención neuropsicológica más precisa.
El hipocampo es una de las estructuras más investigadas en el campo de la neurociencia debido a su papel crucial en la memoria, entre otras. Aunque existen diferencias en los criterios diagnósticos entre el deterioro cognitivo leve (DCL) y la enfermedad de Alzheimer (EA), el hipocampo ha sido objeto de numerosos estudios, puesto que su deterioro puede ser un indicador clave para predecir el riesgo de que una persona desarrolle demencia en un futuro próximo.
¿Qué es el deterioro cognitivo leve (DCL)?
Durante el envejecimiento normal, es común que las funciones cognitivas disminuyan en comparación con la población más joven, como es el caso de una reducción en la velocidad de reacción. A pesar de ello, los adultos mayores siguen siendo plenamente funcionales en sus actividades cotidianas.
El deterioro cognitivo leve (DCL) se caracteriza por un declive en alguna de las funciones cognitivas (por ejemplo, la memoria) en comparación a su grupo de edad cronológica (Pose y Manes, 2010; Ríos et al., 2001). Para evaluar dicha disminución, se realiza una evaluación neuropsicológica exhaustiva, acompañada de otras pruebas complementarias, que respaldan el diagnóstico objetivamente. A pesar de la afectación que puedan tener en sus habilidades cognitivas no es tan severa como para afectar la independencia del individuo (Rosselli y Ardilla, 2012).
Existen varios tipos de DCL:
- DCL tipo amnésico, en el cual está afectada exclusivamente la memoria;
- DCL tipo amnésico multidominio en el que, además de estar afectada la memoria, también hay déficits en otras funciones;
- DCL tipo no amnésico, en el que están alteradas otras funciones cognitivas que no son los procesos mnésicos.
Concretamente, es más probable que las personas con DCL de tipo amnésico puedan desarrollar EA en un futuro próximo. En un DCL tipo amnésico, las quejas suelen ser olvidar dónde dejó un determinado objeto, cuándo o a qué hora era una cita médica determinada, ocasionalmente perder el hilo en alguna conversación o recurrir frecuentemente a herramientas como agendas, calendarios o alarmas para ayudarles a recordar información importante, entre otras.
Es fundamental realizar un seguimiento continuo tanto a nivel neurológico como neuropsicológico. Este monitoreo permite evaluar la evolución de los síntomas, identificar posibles cambios en el funcionamiento cognitivo y ajustar de manera más precisa las intervenciones terapéuticas necesarias, puesto que el DCL podría ser una etapa previa a la enfermedad de Alzheimer (EA).
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¿Cuándo empezamos a hablar de alzhéimer?
La enfermedad de Alzheimer (EA) se diagnostica cuando, tras una evaluación clínica detallada que incluye pruebas neuropsicológicas, estudios de neuroimagen y análisis biomédicos, se confirma un deterioro cognitivo significativo (especialmente en la memoria, aunque no exclusivamente). Todo ello afecta progresivamente la autonomía de la persona, lo que genera una creciente dependencia en sus actividades diarias y, por tanto, requiere de una mayor supervisión por parte de la familia.
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Deterioro cognitivo leve (DCL) frente a enfermedad de Alzheimer (EA)
El hipocampo en DCL frente a EA
El hipocampo es una de las estructuras más estudiadas en el campo de la neurociencia dado que el grado de atrofia que presenta puede ser un indicador clave para predecir si una persona con DCL puede derivar en una EA (López y Calero, 2009; Samper, Llibre, Sánchez y Sosa, 2011).
La relevancia del hipocampo radica en su implicación en los procesos de memoria y aprendizaje. No obstante, su papel también es crucial en otras funciones como el control de respuestas emocionales. Además, está relacionado con la consolidación del sueño y de la memoria. Por otro lado, también influye en la regulación de la motivación (Almaguer-Melián y Bergado-Rosado, 2002; Antepara, Jiménez y Junco, 2023; Torres et al., 2015).
El hipocampo está dividido en varios subcampos (Allen y Fortin, 2013; Altamirano, 2022; Mugnaini y Kropff, 2023; Nishijima, Kawakami y Kita, 2013):
- CA1, cuya función principal es consolidar la memoria a largo plazo;
- CA2 relacionada con la formación de recuerdos y respuestas emocionales;
- CA3 que se asocia con la recuperación de la información;
- giro dentado, que tiene un papel relevante en la formación de nuevos recuerdos;
- subículo, relacionada con la memoria espacial y la codificación de recuerdos.
Dentro de los diferentes tipos de DCL explicados anteriormente, hay autores (Emmert et al. 2022) que indican que las personas con DCL tipo amnésico muestran un volumen hipocampal significativamente menor en comparación con los individuos que tienen un DCL no amnésico, lo que sugiere que las personas del primer grupo puedan tener mayores probabilidades de desarrollar en un futuro EA.
Miao, Zhou, Wu, Chen y Tian (2022) señalan que las personas con DCL presentan una tendencia a la reducción bilateral del volumen del hipocampo y atrofia en el lado derecho del mismo, en comparación con las personas que no tienen ningún tipo de afectación cognitiva.
Al comparar a los individuos con deterioro cognitivo leve con aquellos que están diagnosticados de alzhéimer comprobaron que los segundos tenían una reducción más significativa en el volumen hipocampal además de una mayor atrofia.
En general, a pesar de que tanto en el deterioro cognitivo leve (DCL) como en la enfermedad de Alzheimer (EA) se observa una atrofia hipocampal, los autores observaron que en los casos de EA dicha atrofia es más significativa. Asimismo, mostraron que la atrofia de la materia gris en regiones, además del hipocampo, como la ínsula, el giro frontal inferior, el giro temporal superior y el cerebelo tienen un papel crucial sobre la conversión del DCL a EA (Miao et al. 2022).
Para una mayor exploración de la atrofia hipocampal, algunos autores (Jahanshahi, Naghdi y Khezerloo, 2023) indican que la asimetría de los subcampos del hipocampo se puede utilizar como un biomarcador entre el alzhéimer y el deterioro cognitivo leve, ya que observaron que la asimetría de algunos subcampos de la EA es significativamente diferente al de los individuos que tienen DCL.
En esta misma línea, (Zilioli et al. 2024) realizaron un estudio sobre los posibles cambios del subcampo hipocampal, descubriendo que la atrofia en el subículo, presubículo y el giro dentado era evidente en el DCL, pero empeora significativamente cuando la persona inicia un proceso demencial hacia la EA. Cao et al. (2024) indican que dentro de los diferentes subcampos del hipocampo, el subículo podría ser el de mayor relevancia clínica para evaluar la progresión de la enfermedad.
Un estudio reciente señala que, incluso en la fase preclínica de la enfermedad de Alzheimer, la deposición de las proteínas tau en las regiones temporales podría contribuir a los cambios en el hipocampo y que, incluso, el hipocampo derecho muestra una mayor vulnerabilidad a dichos cambios que el izquierdo (Pan et al. 2025).
Estimulación cognitiva en DCL frente a EA
La estimulación cognitiva es uno de los tratamientos más empleados para prevenir y/o ralentizar el proceso de deterioro cognitivo. Un metaanálisis concluyó que la estimulación cognitiva mejora el funcionamiento de diversas habilidades cognitivas como la orientación, la atención, las praxias y, entre otras, la memoria (Gómez-Soria et al. 2023).
No obstante, debido a las diferencias que existen entre el deterioro cognitivo leve y la enfermedad de Alzheimer (EA), los resultados que se obtienen en la estimulación cognitiva también son distintos según sea el tipo de diagnóstico, ya que las funciones cognitivas en los del segundo grupo están significativamente peor. Incluso, dentro de la fase en la que se pueda encontrar el individuo con diagnóstico de alzhéimer se pueden obtener resultados diferentes como, por ejemplo, el estudio realizado por González, Satorrres, Soria y Meléndez (2022) quienes observaron que la estimulación cognitiva en personas con EA moderada mejora la capacidad mnésica, pero sus efectos disminuyen al cabo de tres meses de seguimiento.
Comúnmente, es conocido el trabajo de la estimulación cognitiva por medio de programas de neurorrehabilitación online. Sin embargo, en la actualidad se ha observado que la realidad virtual puede ayudar a mejorar funciones cognitivas como la memoria en los pacientes con DCL (García, 2023) y EA, aunque teniendo en cuenta que dichas actividades se generalicen a la vida cotidiana del individuo (Cisne y Fabricio, 2022).
Además de la estimulación cognitiva, otros estudios se han centrado en los efectos del ejercicio físico sobre la conectividad del hipocampo, demostrando que las personas con DCL, tras un programa de entrenamiento físico, experimentan un incremento de la conectividad hipocampal y, por ende, un mejor rendimiento en su capacidad mnésica (Won et al., 2021).
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Conclusiones
Un seguimiento sistemático facilita la implementación de estrategias personalizadas que pueden incluir estimulación cognitiva, intervenciones farmacológicas y modificaciones en el estilo de vida, con el objetivo de optimizar la calidad de vida de la persona y, en algunos casos, enlentecer la progresión del deterioro. Además, proporciona información valiosa para los familiares y cuidadores, permitiéndoles adaptar su apoyo a las necesidades cambiantes del paciente.
Por otro lado, cobra cada vez mayor relevancia la importancia de que las personas, tanto las que tienen un diagnóstico de DCL como las que padecen EA, complementen la estimulación cognitiva junto con el entrenamiento físico, ya que estos dos factores favorecen un aumento en las probabilidades de que mejore el funcionamiento cognitivo de la persona.
Bibliografía
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