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Secuelas neuropsicológicas del cáncer infantil

La psicooncóloga especializada en pediátrica y en psicología infanto-juvenil Begoña Acosta explica en este artículo las secuelas neuropsicológicas del cáncer infantil, con motivo del mes de sensibilización del cáncer infantil que se celebra en septiembre.

Según la Organización Mundial de la Salud, la enfermedad de cáncer, cuando aparece, no discrimina en cuanto a edad y parte del cuerpo afectada. Sin embargo, y a pesar de esto, ¿sabías que la supervivencia al cáncer infantil en los países desarrollados se sitúa en más del 80% de los casos diagnosticados? Por otro lado, la realidad es que este aumento en la supervivencia ha dejado entrever las secuelas neuropsicológicas del cáncer infantil, entre otras, en un 70% de los niños y adolescentes que se curan. ¿Sabes qué tipos de cáncer son los más comunes en esta etapa y cómo pueden influir los tratamientos en la aparición de estas secuelas neuropsicológicas del cáncer infantil? ¿Cuáles son las secuelas neuropsicológicas del cáncer infantil más comunes y cómo detectarlas?

Tipos de cáncer más comunes

El cáncer en la infancia se considera una enfermedad rara y aun así, se diagnostican en el mundo 400.000 nuevos casos de cáncer al año en menores de 18 años. En España, según el Observatorio Nacional de Registro de Tumores Infantiles de la Asociación Española Contra el Cáncer, se diagnostican 1.006 niños al año de entre 0-14 años, siendo los tipos de cáncer más diagnosticados los siguientes:

El diagnóstico de las secuelas neuropsicológicas del cáncer infantil

Cuando un niño o adolescente recibe el diagnóstico de enfermedad de cáncer en esta etapa vital supone un gran impacto emocional tanto para sí mismo como para su familia.

A partir de este momento van a tener que hacer frente a largas estancias hospitalarias, pruebas médicas, posibles secuelas neuropsicológicas del cáncer y convivir con el dolor físico y emocional que todo esto supone.

Hoy en día, se investiga mucho acerca de los supervivientes a un cáncer en la infancia y en esta línea, numerosos estudios revelan que esta población es más propensa a desarrollar depresión o ansiedad en un futuro, especialmente, si llegan a sufrir secuelas crónicas derivadas de los tratamientos.

A las secuelas del cáncer en la infancia y adolescencia ya se las conoce como efectos tardíos, sobre todo porque aparecen o se hacen más presentes después del tratamiento. Existe algo así como una etapa crítica en la que estas secuelas pueden llegar a ser evidentes y las investigaciones la sitúan a partir del cuarto o quinto año tras el tratamiento.

Sin embargo, es de interés mencionar que también pueden aparecer secuelas conocidas en etapas más tempranas, como la etapa aguda, que tiene lugar durante el tratamiento y la etapa subaguda, que es de uno a seis meses tras la finalización del tratamiento.

La detección de las secuelas neuropsicológicas del cáncer infantil

Ante la posible duda, un especialista en neuropsicología podría realizar una evaluación neuropsicológica y así se podrían estudiar las funciones cognitivas del niño con el objetivo de distinguir entre las que se encuentran preservadas y en las que puede presentar alguna dificultad de neurodesarrollo.

La finalidad es crear un programa de estimulación cognitiva personalizado que permita al niño desarrollar las capacidades cognitivas que han podido ver paralizado su desarrollo durante los tratamientos y rehabilitar las funciones que hubiese adquirido previamente a los tratamientos y que actualmente se encuentren alteradas como consecuencia de estos.

En estos casos se suele trabajar de forma coordinada con el colegio y la familia ya que forman parte del entorno cotidiano del niño.

La intervención neuropsicológica tendrá como fin último la mejora en la calidad de vida ante las secuelas neuropsicológicas del cáncer infantil y la progresión en las áreas vitales del niño que hayan podido verse comprometidas.

Niña superheroína que está luchando contra el cáncer.

Tratamientos de las secuelas neuropsicológicas del cáncer infantil

Los tratamientos más conocidos y utilizados para tratar el cáncer pediátrico son la quimioterapia, la radioterapia y la cirugía. Todos estos tienen en común el objetivo de eliminar las células malignas.

La quimioterapia

Es el tratamiento más conocido a nivel socio-cultural para tratar el cáncer y su objetivo es erradicar las células cancerosas, aunque también puede dañar algunas células sanas dando lugar a algunos de los conocidos efectos secundarios. Unos pueden ser transitorios y otros, persistir a largo plazo a pesar de haber terminado el tratamiento. Esto va a depender de ciertos factores que se mencionan posteriormente.

La radioterapia

Este tratamiento emplea rayos de elevada energía para erradicar las células cancerosas de la forma más localizada posible, intentando minimizar el daño de las células sanas. Sin embargo, con este tratamiento hay que tener en cuenta la zona afectada y la edad a la que se administra, ya que, a menor edad, mayor es el impacto de este tanto a nivel de secuelas neuropsicológicas del cáncer infantil como neuroendocrino.

La irradiación en niños menores de tres años se trata de una práctica excepcional, siendo normalmente retrasada hasta los cinco años por el impacto que podría suponer, especialmente, en los niños radiados por tumor cerebral y del sistema nervioso central. Si posteriormente existiese un daño tendería a ser más global que focal, ya que nos encontramos ante un cerebro en desarrollo.

La cirugía

Las posibles secuelas neuropsicológicas del cáncer infantil derivadas de la cirugía dependerán en gran medida del tipo de intervención que se realice, del estado de salud de la persona en el momento de la cirugía y de la localización del tumor, entre otras variables. La cirugía suele jugar un papel importante en el tratamiento del cáncer pediátrico, siendo considerada la primera opción siempre y cuando el tamaño del tumor lo permita y/o sea posible.

Moduladores de las secuelas neuropsicológicas del cáncer infantil

Como se mencionaba anteriormente, el impacto físico y cognitivo de estos tratamientos va a depender de varios factores que son considerados moduladores de la posible aparición de las secuelas neuropsicológicas del cáncer infantil.

En la detección de estas secuelas neuropsicológicas del cáncer infantil hay que tener en cuenta lo siguiente:

Estos factores intervienen en la aparición de las secuelas neuropsicológicas del cáncer infantil y también pueden dar lugar a otros efectos tardíos como pueden ser las dificultades académicas y en las relaciones sociales, diagnósticos psiquiátricos que comprometen la personalidad y el estado de ánimo, así como disfunciones neurocognitivas.

Las secuelas neuropsicológicas del cáncer infantil

Según la investigación de Bernabeu et al. (2003), existe afectación de las funciones neurocognitivas en niños y adolescentes supervivientes a un cáncer en la infancia y que han estado expuestos a tratamientos de radioterapia, quimioterapia y cirugía.

Destacan la lesión de la sustancia blanca, tanto en leucemias como en tumores cerebrales, y esto es debido tanto al impacto de la enfermedad misma como de los tratamientos. Se observa que con estos procedimientos se modifica el funcionamiento y la estructura cerebral, produciendo una desmielinización y daños diversos que, de un modo u otro, participan en la reducción de la sustancia blanca.

Esta afectación compromete especialmente los procesos atencionales y las funciones ejecutivas de los niños y adolescentes.

En las funciones ejecutivas

Respecto a las funciones ejecutivas, es una de las funciones neurocognitivas más sensibles a la radiación y una de las principales secuelas neuropsicológicas del cáncer infantil. Tratándose de un cerebro en pleno desarrollo madurativo, esta degeneración de la sustancia blanca en áreas prefrontales bilaterales puede dar lugar a una bradifrenia (enlentecimiento de la velocidad de procesamiento), dificultades en la resolución de problemas, baja flexibilidad cognitiva, dificultades de planificación y organización, así como una mayor dificultad para inhibir respuestas.

Por otro lado, en un estudio muy interesante de Marusak et al. (2019), relatan que el haber estado expuestos a una experiencia que se concibe como una amenaza vital objetiva significativa induce cambios estructurales y funcionales en el sistema nervioso, incluso en los casos en los que los niños se habían adaptado bien psicológicamente a la enfermedad.

Este estudio relaciona los casos de Trastorno por Estrés Postraumático en supervivientes a cáncer en la infancia con cambios en el volumen amigdalino, mostrando una amígdala centralizada, hipersensible.

En la vuelta a la rutina y al colegio

La vuelta a la rutina del niño en casa y la vuelta al colegio son dos escenarios de relevancia para la detección de estas posibles secuelas neuropsicológicas del cáncer infantil que no se hayan detectado en la etapa hospitalaria.

Es en esta etapa rutinaria cuando pueden comenzar a mostrar dificultades de aprendizaje, de memoria y de lecto-escritura derivadas de los tratamientos o del tipo de tumor. Por ejemplo, tras un tumor que haya comprometido los lóbulos temporales, o si ha tenido lugar una hidrocefalia secundaria pueden surgir dificultades para adquirir información novedosa o en la memoria visoespacial.

Además, en los casos en los que los niños han sido sometidos a tratamientos oncológicos en edades muy tempranas, puede darse un descenso de la capacidad intelectual esperable para su edad.

En común

Por otra parte, es común, que entre las secuelas neuropsicológicas del cáncer infantil aparezcan dificultades en la atención selectiva (seleccionar un estímulo frente a otros que actúen de distractores), alternante (realizar dos tareas de forma alterna) y sostenida (mantener el foco atencional en una tarea, por ejemplo, leer).

Asimismo, pueden aparecer dificultades visoperceptivas (por ejemplo, discriminación figura-fondo), de reconocimiento sensorial (por ejemplo, distinción de la temperatura) y dispraxias (que presenten mayor dificultad, por ejemplo, para adquirir la habilidad del vestido).

No tienen por qué aparecer todas las secuelas al mismo tiempo, ni siquiera tienen por qué aparecer todas las que se conocen actualmente, es por esto por lo que habrá que prestar especial atención al funcionamiento neurocognitivo y emocional del niño durante el proceso de enfermedad y después de los tratamientos de cáncer para poder realizar las actuaciones pertinentes que puedan ayudarle en su neurodesarrollo si se detecta alguna diferencia respecto al funcionamiento del niño antes de los tratamientos.

Conclusión

Debido a los tratamientos oncológicos y otros múltiples factores moduladores durante el transcurso de la enfermedad, existe una alta probabilidad de desarrollar secuelas neuropsicológicas del cáncer infantil. Es por esto por lo que es de suma importancia reconocerlas, detectarlas a tiempo y acudir a los profesionales pertinentes para evitar la cronicidad y mejorar así la calidad de vida de los, conocidos como, supervivientes a un cáncer en la infancia.

Bibliografía

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