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¿Por qué debemos trabajar principalmente en el desarrollo de las funciones ejecutivas para mejorar la autorregulación emocional en niños y adolescentes?

Mejorar las funciones ejecutivas

Mejorar las funciones ejecutivas

La psicóloga Anali Naranjo García explora en este artículo la importancia de enfocarse en el desarrollo de las funciones ejecutivas como medio para mejorar la autorregulación emocional en niños y adolescentes, analizando tanto las bases biológicas de estas habilidades como su influencia en el proceso de autorregulación.

Para comprender mejor este concepto, podemos imaginar nuestro cuerpo como los vagones de un tren, donde un conductor principal controla el movimiento, frenado y dirección de todos los demás vagones. De manera similar, nuestro cerebro opera con las denominadas «funciones ejecutivas». Estas habilidades, según Muriel Lezak (1989), se definen como «las destrezas mentales que permiten la formulación de metas y la planificación necesaria para llevar a cabo una conducta efectiva, creativa y socialmente aceptada».

¿Cuál es el papel que cumplen las funciones ejecutivas en la autorregulación emocional?

La autorregulación emocional, definida como la capacidad para gestionar las emociones de manera que se expresen comportamientos apropiados y adaptativos frente a situaciones emocionalmente intensas, emerge como un componente crucial en el bienestar psicológico. Además, se ha demostrado que la autorregulación emocional actúa como factor protector frente a la ansiedad y la depresión.

Ahora bien, en relación a lo explicado en el párrafo anterior, todas las acciones que nos permiten tomar decisiones acertadas, actuar con precaución y controlar la intensidad de nuestras reacciones tienen un origen en el desarrollo de las funciones ejecutivas. Por lo tanto, habilidades como la inhibición de la respuesta, la flexibilidad cognitiva y la planificación serán esenciales para responder de forma más adaptativa ante las diferentes emociones que experimentamos.

La regulación emocional es mucho más que reconocer y controlar las emociones

La autorregulación infantil se basa en una interacción compleja entre diferentes regiones del cerebro y sistemas neurológicos. El desarrollo gradual de estas estructuras y funciones neurológicas permite a los niños regular sus emociones y comportamientos de manera cada vez más efectiva a lo largo de la infancia y la adolescencia. Es por ello que resulta imperativo enfocar la intervención inicial no solo en el reconocimiento visual de emociones, si no en diversas habilidades que impacten directamente en las distintas funciones ejecutivas, con el fin de trabajar sistemáticamente acorde a cada etapa evolutiva.

¿Qué sistemas de nuestro cerebro están implicados en las funciones ejecutivas?

La corteza pre-frontal es la zona en nuestro cerebro que nos distancia del cerebro primitivo, que nos permite tomar decisiones, desarrolla nuestra meta cognición y nos permite adaptarnos a vivir en sociedad. Es decir, es aquella que regula las señales enviadas por la amígdala cerebral y permite brindar significados socialmente apropiados a cada contexto.

Expongamos un ejemplo: al tropezar con alguien, el primer impulso podría ser enojarse y empujar de vuelta, respondiendo al miedo y/o enojo y al instinto de sobrevivencia. No obstante, el desarrollo de la inhibición conductual, permitirá que nos detengamos brevemente a pensar en lo que realmente pasó, ayudándonos a dilucidar si se trató solo de un accidente. Por lo tanto, la respuesta tenderá a ser mucho más pacífica y controlada.

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¿Qué funciones ejecutivas son las principales protagonistas en la regulación emocional?

Nuevamente, pensemos en el operador del tren. La planificación de la ruta le permitirá al operador saber las paradas del tren, donde llegará y en cuanto tiempo. En los humanos, la habilidad de planificar nuestra conducta, nos permite saber los pasos que debemos seguir para lograr algo, cómo debemos hacerlo y cuánto tiempo nos llevará. Trabajar las tareas en pasos, realizar pausas, establecer objetivos reales y determinar el tiempo de una acción, resulta un apoyo fundamental a la hora de enfrentar la frustración, puesto que siempre sabremos dónde empezar y qué hacer para culminar dicha tarea.

Ahora imaginemos que al operador del tren le surge una gran dificultad a mitad de la ruta. Una gran roca se ha caído en mitad de las vías y pasar sobre ella no es una opción. Acá la opción es inhibir el movimiento del tren. Es decir, pausar el movimiento con el fin de tomar la mejor decisión, ir con cautela, entendiendo que actuar por impulso tendría consecuencias muy negativas. Esto hace relación a la inhibición de la respuesta, que es la capacidad de regular la manifestación conductual que podemos tener ante cierta emoción y/o situación.

La inhibición de la respuesta en niños, adolescentes y adultos jóvenes resulta muy desafiante. Esto es debido a que requiere que se encuentre desarrollada la corteza prefrontal, la cual madurará completamente a partir de los 25 años de edad. No obstante, actividades como el semáforo del autocontrol, las autoinstrucciones, la práctica consciente de tomar decisiones, o reforzar las habilidades de resolución de conflictos, ayudan a desarrollar efectivamente esta habilidad.

Por otro lado la flexibilidad cognitiva también tiene un rol fundamental en la autorregulación emocional, ya que permite a la persona plantearse diversos escenarios de reacciones ante una situación, distintas soluciones a un mismo problema y la aceptación de la emoción desagradable.

Desarrollo evolutivo y estrategias de intervención

El desarrollo de las funciones ejecutivas evoluciona a lo largo de las distintas etapas de la vida, lo que requiere enfoques de intervención adaptados a cada edad. En la infancia temprana, actividades que fomentan la inhibición de respuestas impulsivas promueven habilidades sociales como la espera, el turno y la tolerancia a la frustración. En etapas posteriores, estrategias como la planificación de actividades, la resolución de conflictos y el establecimiento de rutinas estructuradas son efectivas para fortalecer las funciones ejecutivas y, por ende, la autorregulación emocional.

Estrategias de trabajo en casa para fortalecer funciones ejecutivas

Conclusiones y recomendaciones

El presente análisis destacó la importancia de desarrollar las funciones ejecutivas como medio para mejorar la autorregulación emocional en niños y adolescentes. Se enfatiza la relevancia de abordar este proceso de manera adaptada a cada etapa del desarrollo, utilizando estrategias efectivas tanto en el ámbito educativo como en el hogar. También se destaca que no sólo se requiere de la enseñanza de las distintas emociones y cómo manejarlas, si no de un abordaje integral de todos los distintos procesos que están detrás de dicha habilidad.

Bibliografía

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