Javier Tirapu, Esperanza Bausela-Herreras y Patricia Cordero-Andrés analizan el modelo de funciones ejecutivas basado en análisis factoriales en población infantil y escolar en la revista de neurología Neurología.com
Introducción
Las funciones ejecutivas se definen como un conjunto de habilidades implicadas en diversas actividades que son novedosas para el individuo y que precisan una solución creativa. No es fácil su conceptualización ni la identificación de los factores que las configuran en la población infantil y escolar.
Objetivo
Analizar la estructura y los componentes de la función ejecutiva en población preescolar y escolar.
Desarrollo
Se revisaron 35 artículos que utilizan diferentes enfoques de análisis factoriales para la extracción de los factores. La probabilidad de ocurrencia de un estudio con tres factores en la etapa de 0 a 12 años es 1,44 veces superior a la de los estudios que se centran en otra estructura. La probabilidad de ocurrencia de un estudio que se centra en la dimensión de flexibilidad en la etapa de 0 a 12 años es 1,45 veces superior a la presencia de un estudio que se centra en cualquier otra dimensión. La asociación entre las diferentes estructuras y dimensiones analizadas con la edad con tau-b de Kendall indica una asociación estadísticamente significativa entre estudios con tres factores y edad (tau = 0,29; p = 0,044) y flexibilidad con la edad (tau = 0,37; p = 0,012).
Conclusiones
La diversidad de resultados obtenidos puede atribuirse y está en consonancia con la pluralidad de conceptualizaciones teóricas, pruebas empleadas y análisis estadísticos efectuados. Se puede concluir que actualización/memoria de trabajo, inhibición y flexibilidad son los procesos ejecutivos más comúnmente encontrados en los modelos factoriales de control ejecutivo en niños de preescolar y escolar.
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Introducción ‘Modelo de funciones ejecutivas basado en análisis factoriales en población infantil y escolar’
Las funciones ejecutivas se definen como un conjunto de habilidades que se hallan implicadas en la generación, la supervisión, la regulación, la ejecución y el reajuste de conductas adecuadas para alcanzar objetivos complejos, especialmente los que son novedosos para el individuo y que precisan una solución creativa [1]. Sin embargo, a pesar de las múltiples definiciones y modelos teóricos [2,3] que tratan de clarificar su naturaleza, el concepto de funciones ejecutivas continúa siendo vago [4] e incluso
uno de los ‘misterios de la mente sin resolver’ [5]. Si atendemos a la naturaleza del constructo funciones ejecutivas, se pueden diferenciar dos posturas.
Por un lado, los que defienden la existencia de un constructo único adaptable a las demandas cambiantes del medio ambiente, comparable al concepto de factor de inteligencia general o factor g [6].
Por otro lado, está la visión de las funciones ejecutivas como un sistema compuesto por múltiples procesos independientes, pero interrelacionados íntimamente entre sí [7,8].
Uno de los problemas fundamentales en la evaluación del funcionamiento ejecutivo se conoce con el nombre de ‘problema de las medidas impuras’ [9], al implicar la participación de otras funciones cognitivas no ejecutivas, como las habilidades verbales y visuoespaciales o la velocidad motora.
Miyake et al [10] presentaron una forma de abordar el problema de la impureza de la tarea consistente en utilizar múltiples tareas para medir cada componente de funcionamiento ejecutivo y adoptar un enfoque de variables latentes para extraer la varianza común a esas tareas.
Análisis factorial del ‘Modelo de funciones ejecutivas basado en análisis factoriales en población infantil y escolar’
El análisis factorial es un modelo estadístico que representa las relaciones entre un conjunto de variables, y plantea que dichas relaciones pueden explicarse a partir de una serie de variables no observables (latentes) denominadas factores, con un número de factores sustancialmente menor que el de variables [11].
Análisis factorial exploratorio
En el análisis factorial exploratorio (AFE), el investigador analiza un conjunto de datos sin tener ninguna hipótesis previa acerca de su estructura, por lo que serán los resultados del análisis los que ofrezcan información al respecto. Sin embargo, el AFE no arroja luz sobre las importantes cuestiones conceptuales y de medición relativas a las funciones ejecutivas, porque no puede determinar el grado de mejora en el ajuste del modelo que podría resultar de la inclusión de un factor adicional.
Análisis factorial confirmatorio
En el análisis factorial confirmatorio (AFC) se plantean hipótesis bien especificadas (respecto al número de factores, patrón de relaciones entre las variables y los factores, y relaciones entre los factores) que se pondrán a prueba evaluando el ajuste de un modelo [12]. Este último se ha convertido en una de las herramientas más empleadas para tratar de solventar el problema de las medidas impuras, ya que permite identificar la estructura latente que subyace a la ejecución observada en una prueba cognitiva [13]. Entre las ventajas de esta aproximación destaca la posibilidad de comparar varios modelos factoriales (por ejemplo, unitario frente a multidimensional) y elaborar un modelo previo sobre las demandas ejecutivas requeridas por distintas pruebas que posteriormente será sometido a análisis, así como analizar si un mismo modelo factorial es aplicable a distintos subgrupos, por ejemplo, en función del sexo, la edad o el nivel socioeconómico [14].
La estructura o configuración de las funciones ejecutivas va cambiado a lo largo del ciclo vital [15, 16]. De Luca y Leventer [17] analizan el desarrollo de las funciones ejecutivas en paralelismo al desarrollo neurológico del sistema nervioso central, y diferencian funciones ejecutivas hot (memoria de trabajo e inhibición, por ejemplo) y cool (toma de decisiones afectivas o demora de la gratificación) [18]. En términos generales, O’Toole et al [19] concluyen que el rendimiento en las tareas ejecutivas frías muestra unos incrementos significativos en la niñez más temprana, pero ese incremento no se produce de igual forma en las tareas ejecutivas cálidas. En la tabla I se presenta el desarrollo estructural y funcional de los lóbulos frontales de 0 a 12 años según el modelo propuesto por Zelazo et al [3].