Este artículo se centra en comprender cómo se originan y manifiestan los problemas de impulsividad y toma de decisiones en pacientes con párkinson.
Introducción
La enfermedad de Parkinson (EP) es un trastorno neurodegenerativo progresivo que afecta principalmente al sistema motor. Sin embargo, en las últimas décadas, se ha reconocido que los síntomas no motores —particularmente los trastornos cognitivos y conductuales— son igualmente relevantes y pueden tener un impacto significativo en la calidad de vida de los pacientes.
Uno de los fenómenos más complejos y clínicamente problemáticos en este espectro no motor es la impulsividad, entendida como la tendencia a responder rápida y desinhibidamente ante estímulos sin considerar adecuadamente las consecuencias. Esta alteración está estrechamente vinculada con el proceso de toma de decisiones, por lo que podría verse igualmente afectada/comprometida; esto puede llevar a comportamientos desadaptativos, como el juego patológico, la hipersexualidad o las compras compulsivas.
Este artículo analiza de forma exhaustiva los mecanismos fisiopatológicos, las manifestaciones clínicas y las estrategias terapéuticas disponibles para abordar la impulsividad y las dificultades en la toma de decisiones en pacientes con párkinson, con el objetivo de proporcionar herramientas prácticas y actualizadas para profesionales de la salud involucrados en su evaluación y tratamiento.
Impulsividad en la enfermedad de Parkinson: ¿qué entendemos por ello?
En el contexto de la EP, la impulsividad va más allá de la mera inquietud o impulsividad motora. Se manifiesta a través del deterioro en el autocontrol conductual, caracterizada por:
- Falta de inhibición ante recompensas inmediatas.
- Dificultad para resistir impulsos, deseos o tentaciones.
- Conductas repetitivas o compulsivas que comprometen el bienestar personal, social o financiero.
La literatura médica agrupa estos comportamientos bajo el paraguas de los trastornos del control de impulsos (TCI), cuya prevalencia en la EP se estima entre el 13% y el 40%, especialmente en pacientes tratados con agonistas dopaminérgicos. Entre los TCI más frecuentes se encuentran:
- Juego patológico: dificultad para controlar el impulso de apostar, incluso cuando las consecuencias son negativas.
- Compras compulsivas: adquisición reiterada e innecesaria de productos, con acumulación y deterioro económico.
- Hipersexualidad: incremento anómalo de la libido, con conductas sexuales inapropiadas o de riesgo.
- Punding: actividad motora repetitiva y sin propósito, como ordenar objetos de forma obsesiva o desmontar aparatos.
Estas conductas generan un gran impacto en la vida del paciente, pudiendo llevar a la desestabilización económica, conflictos familiares o aislamiento social… por lo que su detección precoz es clave en la práctica clínica.
Bases neurobiológicas de la impulsividad en Parkinson
Desde el punto de vista neurobiológico, la impulsividad en la EP se relaciona con una disfunción del sistema dopaminérgico, especialmente en las vías mesolímbica y mesocortical, que regulan la motivación, la recompensa y el comportamiento dirigido a objetivos.
En condiciones normales, existe un equilibrio entre:
- La vía dopaminérgica nigroestriada ( sustancia negra – cuerpo estriado): afectada principalmente en los síntomas motores de la EP.
- La vía mesolímbica (área tegmental ventral – núcleo accumbens), responsable de la motivación y la recompensa.
- La vía mesocortical (área tegmental-corteza prefrontal): se encuentra asociada a la cognición, particularmente en las regiones orbitofrontal y ventromedial, implicadas en la inhibición conductual y la toma de decisiones éticas o sociales.
En pacientes con EP, la degeneración neuronal combinada con el tratamiento dopaminérgico —especialmente los agonistas dopaminérgicos no ergotamínicos como pramipexol o ropinirol— puede inducir una hiperestimulación del sistema de recompensa, dando lugar a una mayor vulnerabilidad a los TCI.
Este fenómeno se conoce como «sensibilización dopaminérgica» y explica por qué algunos pacientes desarrollan conductas compulsivas de forma repentina al iniciar o aumentar el tratamiento dopaminérgico.
Deterioro en la toma de decisiones en la enfermedad de Parkinson
El proceso de toma de decisiones en la enfermedad de Parkinson se encuentra comprometido incluso desde fases tempranas de la enfermedad. Este deterioro se expresa a través de:
- Elección de opciones impulsivas con recompensas inmediatas, en detrimento de beneficios a largo plazo.
- Dificultad para aprender de los errores, lo que perpetúa decisiones desfavorables.
- Reducción en la capacidad de evaluar riesgos y beneficios, afectando la autonomía del paciente.
- Inflexibilidad cognitiva, manifestada como perseveración o rigidez mental ante cambios en el entorno o nuevas reglas.
Este patrón de conducta se encuadra dentro de los déficits en funciones ejecutivas, que incluyen también alteraciones en la planificación, el razonamiento abstracto, la memoria de trabajo y la inhibición de respuestas.
En la práctica clínica, estos síntomas pueden pasar desapercibidos si no se realiza una evaluación neuropsicológica específica. Sin embargo, su impacto en la vida diaria del paciente es profundo, ya que afecta la capacidad para gestionar su tratamiento, organizar rutinas, tomar decisiones financieras o mantener relaciones sociales “de calidad”.
Evaluación clínica de la impulsividad y la toma de decisiones
Herramientas neuropsicológicas
La detección y cuantificación de los síntomas impulsivos en la EP requiere de herramientas validadas y adaptadas a este perfil clínico. Entre las más utilizadas se encuentran:
- QUIP-RS (Questionnaire for Impulsive-Compulsive Disorders in Parkinson’s Disease – Rating Scale): escala autoadministrada para identificar la presencia y severidad de TCI.
- Iowa Gambling Task (IGT): mide la capacidad de tomar decisiones bajo incertidumbre, simulando ganancias y pérdidas monetarias.
- Cambridge Gambling Task (CGT): evalúa la toma de decisiones bajo condiciones de riesgo explícito.
- Test de Hayling y Stroop Test: útiles para medir la inhibición verbal y respuestas automáticas y el control atencional.
Evaluación clínica cualitativa
Además de los test formales, es esencial realizar una entrevista clínica completa que incluya:
- Historia del comportamiento antes y después del inicio del tratamiento dopaminérgico.
- Percepción del entorno familiar respecto a cambios de conducta.
- Impacto de las conductas impulsivas en la vida diaria.
El uso de escalas complementarias como el PDQ-39 (cuestionario de calidad de vida en párkinson) o el Zarit (escala de sobrecarga del cuidador) permite contextualizar el impacto de estos síntomas en el paciente y su entorno.
Factores de riesgo para impulsividad y deterioro decisional
La impulsividad y la toma de decisiones deteriorada en la EP no aparecen de forma aleatoria. Diversos estudios han identificado factores predisponentes, entre los que destacan:
- Tratamiento con agonistas dopaminérgicos, sobre todo en dosis altas o durante largos períodos.
- Inicio temprano de la EP (<50 años), asociado a mayor exposición a fármacos dopaminérgicos durante la vida.
- Historia personal o familiar de trastornos adictivos (juego, alcohol, drogas).
- Preservación cognitiva general, lo que paradójicamente puede facilitar conductas impulsivas sin control inhibitorio.
- Síntomas afectivos comórbidos, como depresión, ansiedad o trastorno bipolar.
Estos elementos deben tenerse en cuenta durante el seguimiento clínico para realizar un cribado proactivo de los pacientes en riesgo y prevenir complicaciones cognitivas y conductuales graves.
Abordaje terapéutico
Ajuste farmacológico
El elemento esencial del tratamiento de los TCI en la enfermedad de Parkinson es el ajuste cuidadoso de la medicación dopaminérgica, ya que existe una clara asociación entre el uso de agonistas dopaminérgicos y la aparición de trastornos del control de impulsos. Estudios multicéntricos como el de Weintraub et al. (2010) han mostrado que hasta un 17% de los pacientes tratados con estos fármacos desarrollan al menos un TCI, en comparación con solo un 6% en aquellos que no los utilizan.
Los pasos clínicamente recomendados incluyen:
- Disminución progresiva de los agonistas dopaminérgicos, especialmente aquellos con alta afinidad por los receptores D3, como pramipexol y ropinirol. Estas moléculas están fuertemente implicadas en la modulación del circuito de recompensa, lo que favorece la emergencia de conductas compulsivas (Voon et al., 2006).
- Evaluación individual del equilibrio riesgo-beneficio, ya que la reducción de estos fármacos puede implicar una pérdida de control motor. Se recomienda un enfoque interdisciplinar, con participación activa del neurólogo, el paciente y su entorno (Seppi et al., 2019).
- En algunos casos, puede ser necesaria la sustitución por levodopa, que presenta menor riesgo de inducir TCI, aunque su uso también debe ser monitorizado, dado que no está completamente exento de efectos neuropsiquiátricos (Cilia et al., 2014).
Este proceso debe realizarse siempre de forma individualizada y gradual, ya que se ha descrito el síndrome de abstinencia dopaminérgica (Dopamine Agonist Withdrawal Syndrome, DAWS), un cuadro clínico caracterizado por ansiedad, disforia, insomnio, fatiga intensa, síntomas depresivos e incluso ideación suicida, que puede aparecer en hasta un 20% de los pacientes tras la retirada brusca de estos fármacos (Rabinak y Nirenberg, 2010).
La prevención de este síndrome requiere una retirada progresiva bajo supervisión médica estrecha, con apoyo del equipo de salud mental cuando sea necesario.
Intervención cognitivo-conductual
La terapia cognitivo-conductual (TCC) adaptada al contexto del párkinson ha demostrado eficacia en:
- Reestructurar pensamientos automáticos que alimentan conductas impulsivas.
- Fomentar el control de impulsos mediante técnicas de demora de la gratificación.
- Desarrollar estrategias de afrontamiento ante situaciones de riesgo.
El trabajo en grupo o con la familia puede amplificar los beneficios, especialmente si se integra en un enfoque multidisciplinar.
Rehabilitación neuropsicológica
Los programas de rehabilitación cognitiva centrados en funciones ejecutivas (inhibición, planificación, flexibilidad) pueden mejorar la toma de decisiones y reducir la impulsividad.
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Nuevas líneas de investigación y perspectivas futuras
El campo de la investigación en TCI y deterioro decisional en párkinson está en plena expansión. Algunos enfoques prometedores incluyen:
- Neuroimagen funcional (PET, fMRI) para estudiar redes cerebrales alteradas en tiempo real.
- Estimulación cerebral profunda (DBS): si bien útil para síntomas motores, puede agravar o mejorar los TCI dependiendo de la diana cerebral (Núcleo subtalámico vs Globo Pálido interno).
- Identificación de biomarcadores genéticos: polimorfismos en genes dopaminérgicos como DRD3 y COMT podrían explicar susceptibilidades individuales.
- Modelos predictivos con IA: algoritmos de machine learning para identificar perfiles de riesgo y personalizar tratamientos.
Conclusiones
La impulsividad y el deterioro en la toma de decisiones en la enfermedad de Parkinson representan un reto clínico multidimensional. Más allá del impacto motor, estos síntomas:
- Afectan la calidad de vida y autonomía del paciente.
- Suelen ser infradiagnosticados y confundidos con trastornos psiquiátricos.
- Requieren una evaluación sistemática, interdisciplinar y personalizada.
El enfoque terapéutico debe integrar el ajuste farmacológico, la intervención cognitiva, la psicoeducación familiar y el uso de tecnologías digitales para la neurorrehabilitación.
Referencias
- Voon V, et al. (2011). «Impulse control disorders in Parkinson disease: a cross-sectional study of 3090 patients.» Arch Neurol, 68(2), 241–246.
- Weintraub D, et al. (2010). «Impulsive and compulsive behaviors in Parkinson’s disease.» Current Opinion in Neurology, 23(4), 372–379.
- Cools R. (2006). «Dopaminergic modulation of cognitive function-implications for L-DOPA treatment in Parkinson’s disease.» Neurosci Biobehav Rev, 30(1), 1–23.
- Antonini A, et al. (2017). «Impulse control disorders in Parkinson’s disease: management, and future perspectives.» Mov Disord, 32(2), 174–188.
- Poletti M, Bonuccelli U. (2012). «Impulse control disorders in Parkinson’s disease: the role of personality and cognitive status.» J Neurol, 259(11), 2269–2277.
- Garcia-Ruiz PJ, et al. (2014). «Impulse control disorders in Parkinson’s disease: from bench to bedside.» Eur J Neurol, 21(6), 727–734.
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- Voon V, Hassan K, Zurowski M, et al. (2006). «Prevalence of repetitive and reward-seeking behaviors in Parkinson disease.» Neurology, 67(7), 1254–1257.
- Seppi K, Weintraub D, Coelho M, et al. (2019). «The Movement Disorder Society Evidence-Based Medicine Review Update: Treatments for the non-motor symptoms of Parkinson’s disease.» Mov Disord, 34(2), 180–198.
- Cilia R, Ko JH, Cho SS, et al. (2014). «Reduced dopamine transporter density in the ventral striatum of patients with Parkinson’s disease and impulse control disorders.» Brain, 137(Pt 11), 3109–3119.
- Rabinak CA, Nirenberg MJ. (2010). «Dopamine agonist withdrawal syndrome in Parkinson disease.» Arch Neurol, 67(1), 58–63.