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El síndrome posconmocional y la rehabilitación neuropsicológica

El síndrome posconmocional y la rehabilitación neuropsicológica. Mujer con dolor de cabeza.

El síndrome posconmocional y la rehabilitación neuropsicológica. Mujer con dolor de cabeza.

La neuropsicóloga en rehabilitación neuropsicológica Regina González de Cossío Sieiro explica en este artículo qué es el síndrome posconmocional y su debida rehabilitación neuropsicológica.

“Estarás como nuevo en unos días”. “No es para tanto”. “¿Por qué ya no sales con nosotros?” “Tus resultados de la resonancia son normales, no tienes nada”. “Solo estás deprimido”.

Estamos acostumbrados a subestimar la seriedad de una conmoción cerebral. Creemos que es normal experimentar dolor de cabeza tras el golpe, perder el conocimiento o estar confundido un par de días.

Con este artículo quisiera concientizar al lector sobre lo duro que puede ser vivir con un síndrome posconmocional y ofrecer a los profesionales un vistazo a la rehabilitación neuropsicológica de este síndrome tan complejo y en muchas formas, incapacitante.

¿Qué es el síndrome posconmocional?

Una conmoción es el resultado de un traumatismo craneoencefálico leve, que puede ser resultado de una caída, un accidente de tráfico, un choque practicando algún deporte, o bien, de manera indirecta, por un movimiento de agitación brusco y repentino de la cabeza con respecto al cuerpo.

La pérdida de conciencia típicamente asociada a los traumatismos craneoencefálicos no es un requisito indispensable para padecer una conmoción (contrario a lo que comúnmente se piensa).

De hecho, el riesgo de desarrollar un síndrome posconmocional no está ligado a la severidad de la lesión. Más bien, los factores de riesgo tienen que ver con una historia previa de conmociones, ser mujer, menor edad, sufrir migrañas o trastornos del estado de ánimo.

Síntomas asociados al síndrome posconmocional

1. Síntomas somáticos

Una conmoción produce una serie de síntomas somáticos:

2. Síntomas cognitivos

3. Síntomas afectivos:

Estos síntomas perduran de 7 a 10 días y desaparecen por sí solos en la mayoría de los casos. Sin embargo, cuando estos síntomas perduran más de tres meses (lo cual sucede en un 30% de los casos), se puede decir que la persona padece un síndrome posconmocional que puede comprometer significativamente su calidad de vida y requiere un abordaje multidisciplinar.

Un daño funcional

El síndrome posconmocional no es un daño estructural del cerebro, sino un daño funcional. En otras palabras, es un daño cerebral invisible. A simple vista, la persona que padece un síndrome posconmocional parece normal: puede caminar, hablar, estudiar, trabajar. Nadie se imagina que lo está pasando mal.

Personalmente, me gusta comparar este síndrome con un negocio a punto de la quiebra. Al pasar por afuera verás las luces encendidas y empleados trabajando. Todo parece marchar bien. Pero, aunque todos los elementos necesarios para que exista un negocio estén presentes, no significa necesariamente que el negocio vaya bien.

Pueden existir importantes fallas de comunicación entre los empleados o entre los departamentos; puede que el sistema sea ineficiente o haya sido hackeado, puede que los gastos sobrepasen los ingresos, y un sinfín más de problemas que comprometan su éxito.

Similarmente, el que todas las áreas del cerebro parezcan normales tras una conmoción (como suele suceder al observar las pruebas de neuroimagen), no quiere decir que estas áreas estén trabajando bien juntas, ni que estén permitiendo el funcionamiento y la comunicación cerebral necesarios para el óptimo funcionamiento de la persona en su vida diaria.

¿Cómo puede detectarse el síndrome posconmocional?

Así pues, el síndrome posconmocional no se detecta a través de pruebas de neuroimagen tradicionales porque el tejido cerebral no se encuentra dañando de manera obvia o visible, como suele suceder al observar la neuroimagen de un tumor cerebral o un ictus.

Lo que se ha descubierto en las últimas investigaciones respecto al síndrome posconmocional es que la integridad estructural de las neuronas se muestra conservada (por eso no se observan alteraciones en la neuroimagen), sin embargo, lo que se ha dañado es la habilidad de las neuronas para señalizar a los vasos sanguíneos la cantidad adecuada de sangre que necesitan para realizar su actividad.

Es decir, los patrones de comunicación que existen entre las neuronas y las arterias cerebrales que les suministran los nutrientes necesarios para su óptimo funcionamiento se encuentran alterados, y cuando esta ineficiencia en la comunicación y la consecuente inflamación no se resuelven de manera espontánea tras unos días o semanas, la disfunción continúa causando síntomas que duran meses o incluso años.

La incomprensión: un daño emocional

La vida del que padece un síndrome posconmocional es, en muchas formas, más difícil. El dolor de cabeza, los mareos, la hipersensibilidad, las alteraciones de sueño, la fatiga y las dificultades cognitivas hacen que sus actividades diarias se vuelvan sumamente retadoras.

Lo anterior disminuye notablemente su calidad de vida, pues, terminan restringiendo sus actividades. La persona ya no es capaz de hacer todo lo que hacía antes o de hacerlo tan bien o tan rápido como solía.

Actividades tan sencillas y placenteras como el quedar con amigos en un bar o ir al cine se convierten en una tortura para quien sufre un síndrome posconmocional. Los altos niveles de ruido y la estimulación visual excesiva pueden empeorar su dolor de cabeza, hipersensibilidad a la luz y visión borrosa.

También les puede ser difícil seguir la trama de la película, recordar los nombres de los personajes y participar en las conversaciones con amigos debido a las dificultades cognitivas que presentan.

Por lo tanto, poco a poco, van realizando cambios a su estilo de vida, van abandonando sus redes sociales y se van aislando, ya que no toleran las demandas cognitivas de la vida social, de la vida laboral o académica.

Aunado a las dificultades propias del síndrome, la falta de comprensión y visibilidad del síndrome posconmocional en la sociedad suele ocasionar que las personas afectadas por este presenten altos niveles de frustración, enojo, o bien, desarrollen cuadros de ansiedad o depresión.

“Nadie me cree”, “nadie me entiende”, suelen ser las quejas más repetidas, ya que, a simple vista, parecen estar perfectas. Por ello, la psicoterapia debería ser parte de su tratamiento multidisciplinar.

El síndrome de nunca acabar

Por si fuera poco, los síntomas del síndrome posconmocional suelen complicarse entre sí mismos. Por ejemplo, los dolores de cabeza pueden hacer que la persona tenga dificultades para conciliar el sueño, y el insomnio probablemente haga que el dolor de cabeza y la fatiga al día siguiente sean peores.

Esto sin duda impactará en el funcionamiento cognitivo y el estado emocional, haciendo la bola de nieve cada vez más grande…

Pero, no todo, son malas noticias. Un proceso de neurorrehabilitación multidisciplinar adecuado puede ayudar a tratar y manejar los síntomas del síndrome posconmocional con el fin de lograr que la persona retome sus actividades y ritmo de vida de manera satisfactoria.

El autoconocimiento: la clave del éxito

La pieza clave en el tratamiento del síndrome posconmocional es el autoconocimiento. A medida que la persona es capaz de identificar el inicio y la evolución de sus síntomas, así como los factores que los agravan, es posible comenzar a prevenirlos o paliarlos, ya sea evitando, o bien, limitando ciertas experiencias o situaciones.

Desde el área de neuropsicología es importante guiar al paciente para que pueda planificar y organizar cada día tomando en cuenta sus nuevas limitaciones.

Hay que distribuir las tareas que requieran una alta carga cognitiva y designar tiempos específicos de descanso durante estas, así como establecer tiempo para hacer ejercicio, tiempo de ocio, etc.

El ejercicio: restableciendo conexiones

Uno de los mejores aliados en el tratamiento del síndrome posconmocional es el ejercicio aeróbico. Hay que recordar aquí que el síndrome posconmocional es causado por una disfunción en la comunicación de las neuronas con el aporte sanguíneo que les da los nutrientes necesarios para trabajar.

La investigación ha demostrado que la actividad aeróbica aumenta el aporte de oxígeno al cerebro y aumenta el nivel de ciertos neurotransmisores y proteínas tales como el BDNF (factor neurotrófico derivado del cerebro) que promueven la regeneración sináptica.

De esta forma, el ejercicio aeróbico prepara al cerebro para enfrentar los retos cognitivos y lo dota con los nutrientes que necesita para llevarlos a cabo, resultando en una notable mejora en el rendimiento cognitivo después de una sesión de ejercicio aeróbicomoderado.

Sin embargo, debe ser un ejercicio sub-sintomático, es decir, nunca se debe cruzar el umbral en el que los síntomas somáticos o cognitivos comienzan a aparecer o se vuelven más intensos.

Rehabilitación vestibular y visual

Otro de los pilares del tratamiento del síndrome posconmocional es la rehabilitación vestibular y visual.

La disfunción vestibular (mareos, pérdida de equilibrio, vértigo, hipersensibilidad al movimiento, desorientación espacial) y los problemas visuales (visión doble, visión borrosa, dificultad en el seguimiento visual, pobre coordinación ojo-mano, y visión periférica deficiente) son síntomas comunes del síndrome posconmocional, y muchas veces subyacen a los dolores de cabeza, la intolerancia a la luz o a las pantallas, la fatiga, etc.

Por lo tanto, un objetivo principal de la rehabilitación es lograr que la visión del paciente sea clara y estable durante el movimiento de la cabeza a través de ejercicios de estabilización de la mirada.

Poco a poco, se van realizando estos ejercicios junto con ciertos movimientos y balanceo sobre una pelota tipo Bosu o sobre una superficie inestable.

Ejercicios de NeuronUP para rehabilitar el síndrome posconmocional

Algunos ejercicios de NeuronUP que me resultan muy útiles para rehabilitar estas disfunciones son:

Rehabilitación neuropsicológica del síndrome posconmocional

La rehabilitación neuropsicológica del síndrome posconmocional debe comenzar con una evaluación neuropsicológica que pueda guiar el tratamiento, teniendo siempre en cuenta que con la rehabilitación, no buscamos que el paciente mejore su puntaje en las pruebas estandarizadas, sino que sus mejoras se traduzcan en funcionalidad, en capacidad para afrontar su vida cotidiana de manera más satisfactoria e independiente.

Rehabilitación de la tención y velocidad de procesamiento

Uno de los síntomas más incapacitantes y frustrantes para los pacientes con síndrome posconmocional es la lentitud de procesamiento. Con frecuencia también se observa una alta variabilidad en sus tiempos de reacción o sus respuestas en las pruebas neuropsicológicas.

La lentitud de procesamiento suele ser también descrita como niebla mental (brain fog) y aparece a medida que las demandas de una tarea aumentan.

Las personas con síndrome posconmocional la experimentan sobre todo en situaciones sociales donde el ruido y la estimulación sensorial en el ambiente son muy altos, cuando leen por periodos prolongados o trabajan en la computadora.

Hay que tener en cuenta que el cerebro de una persona con síndrome posconmocional funciona mucho más lento y requiere más tiempo y energía para completar tareas que podrían parecernos sencillas.

Me gusta explicar a mis pacientes que la lentitud en el procesamiento se parece a tener que conducir después de un huracán. Las calles están inundadas, posiblemente no sirvan los semáforos, se habrán caído algunas señalizaciones y árboles por lo que su ruta preferida puede estar bloqueada.

Todo lo anterior hará que el trayecto que usualmente les tomaba 5 minutos, ahora les tome una hora, mucha energía e hipervigilancia. Lo mismo sucede con el cerebro en un síndrome posconmocional.

Rehabilitación de la memoria

Muchos de los pacientes con síndrome posconmocional presentan dificultades de memoria a corto plazo, como olvidar el nombre de personas nuevas, la lista del super, dónde colocaron sus llaves o celulares, olvidan conversaciones, citas y compromisos. La rehabilitación de la memoria es como entrenar un músculo.

Con ejercicios cada vez más complejos (preferentemente con contenidos relevantes y ecológicos como las noticias, lecturas relevantes, o la lista de la compra) vamos trabajando la codificación, el almacenamiento con estrategias de asociación o agrupación y la recuperación a corto y largo plazo con claves para mejorar así, su capacidad y calidad amnésica.

Sin embargo, mientras el músculo gana fuerza, también es necesario ofrecerle a estos pacientes tips y estrategias para recordar información.

Al inicio de la rehabilitación probablemente se les tendrá que guiar para compensar con ayudas externas sus dificultades amnésicas utilizando agendas y alarmas para recordar citas y otros compromisos o tomar nota en conversaciones o clases juntas.

Otra de las dificultades del síndrome posconmocional es la memoria de trabajo, evidenciada en problemas para mantener y manipular información en la memoria a corto plazo, como llevar el hilo de una conversación o llevar la cuenta mental del total a pagar en el supermercado según se van tomando los artículos.

Existen muchas actividades y ejercicios para entrenar la memoria de trabajo. Particularmente, me gusta trabajar en NeuronUp con: Post-its ordenados, Ordenar palabras alfabéticamente y Lotería de colores.

Rehabilitación de las funciones ejecutivas

En lo que respecta al funcionamiento ejecutivo, las personas que sufren un síndrome posconmocional pueden tener dificultades en planeación, resolución de problemas y fluidez verbal.

En este sentido, la rehabilitación incorpora ejercicios que pongan en práctica las deducciones, la planeación y la flexibilidad cognitiva, como son los rompecabezas, Sudokus, Scrabble, etc así como tareas de fluidez verbal que puedan
ayudar a mejorar también la velocidad de procesamiento.

Algunas de las actividades de NeuronUP que utilizo son:

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Podrás trabajar con nuestras actividades, diseñar sesiones o rehabilitar a distancia

En conclusión, el síndrome posconmocional es un proceso patofisiológico que afecta al cerebro tras un trauma directo o indirecto.

Se trata de un daño funcional con importantes síntomas somáticos, cognitivos y afectivos que comprometen la calidad de vida de la persona y que requiere un abordaje multidisciplinar, entre ellos, una rehabilitación neuropsicológica oportuna.

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